viernes, 10 de agosto de 2012

Ruta literaria hasta el Cáucaso, por Antonio Costa Gómez

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En el 2012 Yerevan, Armenia, es la capital mundial del libro, nombrada por la ONU. Y yo siempre he sentido fascinación por Armenia. Con ese motivo durante un mes en el 2011 emprendimos una peregrinación por tierra hasta Armenia, en el Cáucaso, siguiendo huellas de escritores. En Barcelona vagamos por el Raval, estuvimos en el hotel London recordando la contracultura, pasamos por el bar Marsella al que iba Hemingway. Un autobús nos llevó a Venecia en 22 horas. Buscamos la casa donde vivió Rilke en via Zattere, nos tomamos una botella de vino en los escalones del Rialto, vagamos por el Cannaregio y hablamos con un pintor judío, admiramos durante horas la estatua del condottiero Colleoni de Verrochio. En Trieste fuimos al café San Marcos y dejé un libro mío para Claudio Magris (que luego me contestó efusivo), vimos el anochecer en el Muelle de los Audaces, hablamos con el fantasma de Rilke en el castillo de Duino.

David de Sassun, héroe legendario de Armenia
El castillo de Duino en la lejanía
Fuimos en tren hasta Budapest, donde tocamos el piano en un piso gigantesco, encontramos la casa donde vivió Sandor Marai, estuvimos en el café Angelika mirando el parlamento detrás del Danubio. Un tren  nos llevó por la noche a Bucarest, pasando por las montañas góticas de Transilvania. Vimos las ruinas del palacio de Vlad Tepes, paseamos por el jardín más romántico del mundo, Consuelo bailó con un bailarín profesional en una cervecería del siglo XIX. En otro tren pasamos por Russe, donde recordamos a Elias Canetti, por lagos oníricos de Bulgaria. Llegamos a Estambul y subimos a la terraza del Hotel London donde Fatih Akin rodó Contra la pared,  miramos la ciudad desde el café Pierre Loti, pusimos a Leonard Cohen de noche en una terraza donde veíamos el Bósforo y Santa Sofía. Un autobús achacoso nos llevó en 33 horas a Georgia, donde Medea y Jasón se acostaron sobre el Vellocino de Oro, y llegamos a Tiflis. Paseamos por la ciudad bellísima y desvencijada, evocamos las páginas sobre ella de Pasternak y Knut Hamsun, sentimos nostalgia del  Café Nostalgia. Luego estuvimos en Dilijan, en las montañas de Armenia, rodeada de monasterios y de centros de artistas. Y en el Lago Sevan, que ahora es el corazón de Armenia, donde Osip Mandelstam decidió volver a escribir. Y llegamos a Yerevan, la capital, donde mirábamos el monte Ararat desde un cuarto piso, admirábamos la Biblioteca con códices de Siria o la India, evocábamos a William Saroyan o Pablo Neruda. Y fuimos a Echmiadzin, la capital espiritual, pasando por Svarnodz, el lugar de los ángeles, un círculo de columnas que nos une al universo, según Mandelstam.

El café Pierre Loti en Estambul
La parte antigua de Budapest
Ruinas del palacio de Vlad Tepes
Venecia
* Las fotos son de Consuelo de Arco. 
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6 comentarios:

Lola Sanabria dijo...

Me ha encantado.¡Voy para allá en cuanto ahorre algo de dinero!

Abrazos flojitos por la calor.

Julia U. dijo...

Maravilloso. Merece la pena ir más despacio y curiosearlo todo hasta el fondo y en varios años. Durante toda la vida y dialogando con los espíritus de los que antes pasaron por allí.

Anónimo dijo...

Vaya viaje... Espero que se hallan encontrado en Duino al fantasma de Rilke. Saludos. Alberto Lauro.

Consuelo D´Arco dijo...

-Espectacular viaje muy enriquecedor,felicitaciones a los dos

Consuelo D´Arco dijo...

Los viajes enriquecen el espíritu

Emilia Oliva dijo...

Como en Las ciudades imaginarias de Italo Calvino, este viaje nos lleva más allá del lugar, al ensueño del lugar, que es como el reverso, un reflejo, puro espejismo.
Gracias por el recorrido.