domingo, 28 de febrero de 2010
Carmen de Burgos en Barcelona
sábado, 27 de febrero de 2010
En el AVE
viernes, 26 de febrero de 2010
Giménez-Frontín en sus poemas
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"Réquiem de las esferas"
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Contemplación que me contempla, ayúdame,
y pensamiento que me piensa, ayúdame,
lengua que me modela cuando la noche cae
en un recuerdo hondo, casi al fin del camino,
con un pie en el instante y el otro en el estribo,
sin mayor esperanza, no desesperanzado.
...
¿Olvidar debería la deriva de un río
cenagoso de plásticos, familias de judíos
dinamitadas sobre el Danubio helado,
argelinos sin nombre arrojados al Sena
desde puentes serenos, y la flotante imagen
malamada de Ofelia, coronada de flores?
...
Éste es mi hombre, el auténtico hombre
de la mirada ávida y los tiempos oscuros,
el hombre fatigado de gritar sin voz,
que sabe que no es hombre y el puño fragmentado
que ya ni es puño alza como pata gigante
de cucaracha ciega hacia el cielo vacío.
...
El hijo bienamado sobre el ara sangrienta
de Sabra y de Chatila, de Kolimá, de Auschwitz,
mon semblable, monfrlre, oh lector desnudado
a los ojos mirándote en el texto bruñido,
rriecido por los sones que llamamos poema
y que a decirse empieza con versos augurales.
...
* La foto es de Carme Esteve.
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miércoles, 24 de febrero de 2010
FABIÁN VIQUE
"Demasiada generosidad"
Puse la flor que me regaló en un libro suyo. Olvidé el libro que me regaló en su biblioteca. Guardé la biblioteca que me regaló en su yate. Atraqué el yate que me regaló en su isla. A la isla que me regaló le encontré su lugar en el mundo. Elegí una galaxia y allí situé el mundo que me regaló. Dispuse la galaxia que me regaló en una curva del universo. Con mucho cuidado coloqué el universo que me regaló en el cáliz de una flor. La flor que me regaló se marchitó.
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martes, 23 de febrero de 2010
La poesía de José Hierro y los derechos de autor, por Julia Uceda
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lunes, 22 de febrero de 2010
Lord Dunsany
domingo, 21 de febrero de 2010
CRISTINA GARCÍA MORALES
"Antes loba"
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No me había dado cuenta de que aquello era una hazaña caballeresca o una performance feminista. Gritar tu nombre a las tres y media de la madrugada que serían, con las manos abiertas a los lados de la boca, a tres grados bajo cero enfrente de tu portal, durante minutos, cinco, diez, en tacones, hasta que apareciste. Para las lobas esto es algo espontáneo, no lo meditamos. Es nuestro normal proceder. A ti, en cambio, te parece una hazaña caballeresca o una performance feminista y me llamas loca. Sí, te amo, pero yo nunca declararía mi amor a voces. Yo tengo un pudor. Lo de anoche es lo que yo hago cuando el olfato de loba me dice que voy a echar un polvo grandioso y encuentro tu teléfono apagado y tu timbre roto.
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Y ahora tú bromeas. Sana y discretamente te jactas de que una mujer despierta al vecindario para encontrarte. Con cualquier excusa me pides que grite tu nombre y tú haces como que gritas el mío. A mí no me ofende, sabes que es difícil que me ofenda, no por tener un orgullo débil sino todo lo contrario, sabes que mi orgullo es de hierro. Mi orgullo está lejos de tu portal. No me ofende, pero tu insistencia hace que me plantee si verdaderamente fue una hazaña caballeresca o una performance feminista y no debo, porque si empiezo a tomarme estas cosas, genuinas de loba, cierto, pero naturales de loba, como algo excepcional y cinematográfico me agobiaré, haré planes y con los planes llegarán las decepciones, y lo peor de todo, empezaré a pavonearme como te pavoneas tú. Creeré que soy especial por ser loba y entonces ya no seré loba. La seducción de las lobas es huraña. Las lobas no tienen plumas, no se ofertan, no regatean. Entre lobas nos reconocemos y nos ignoramos. No hay mercado de lobas.
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Si me creo especial por ser loba me convertiré en una mujer ansiosa y llena de escrúpulos, en una princesa. Sonreiré mucho, tendré cómplices princesas, adquiriré una dignidad perfumada, tendré competidoras princesas. Si me convierto en princesa me perseguirán muchos hombres, o al menos me tendrán presente, y algunos serán príncipes como tú, pero si me convierto en princesa tendré que rechazarlos a veces queriéndolo y a veces sin quererlo, a los príncipes y a los no príncipes. Tendré que reprimirme, tendré que exagerar las hazañas caballerescas o las performances feministas cuando por fin me decida a emprenderlas, esperar aprobación y si no frustrarme, pero podré desquitarme con alguno de los muchos hombres que me tendrán presente y frustrarlos a ellos. No estoy dispuesta, no tengo ni tiempo ni fuerzas ni moral suficientes. Antes loba que perra en celo. Lo de anoche no fue ni una performance feminista ni una hazaña caballeresca, mi príncipe, pero tú piensa lo que quieras.
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* Cristina García Morales (Granada, 1985) estudia Derecho y Ciencias Políticas en la Universidad de Granada. Es autora del libro de relatos La merienda de las niñas (Cuadernos del Vigía, 2008). En el curso 2007-2008 disfrutó de una beca como residente en la Fundación Antonio Gala para Jóvenes Creadores (Córdoba). En el 2002 y el 2006 ganó el Certamen Andaluz de Escritores Noveles en la modalidad de relato y novela corta, respectivamente, aunque en realidad se trataba de un libro de relatos. Ahora, me cuenta, está intentando acabar su primera novela. Este microrrelato es inédito.
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sábado, 20 de febrero de 2010
I love Cristina Peri Rossi
http://www.cristinaperirossi.es/
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* Cristina Peri Rossi ha contado esta misma historia en un poema, "Y love Cristina Peri Rossi", que anticipamos aquí.
viernes, 19 de febrero de 2010
La carta de amor de ISABEL GONZÁLEZ
"Cuna"
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Compré todo lo necesario para amarte. Una pelota hinchable y siete alcayatas. “Hoy no es mi cumpleaños”, me dijiste. “Da igual. Ábrelo”, insistí. Rompiste el papel de mala gana y apareció la pelota desinflada. En otro paquete diminuto estaban las alcayatas. Hasta aquella mañana, yo ni siquiera sabía que se llamaban alcayatas. Por eso me gusta entrar a la ferretería. Echar un ojo por ahí y cuando me decido, pedirle al encargado que me ponga siete de eso. “¿Siete alcayatas?”. “Exacto. Siete alcayatas”, pronuncio por primera vez y una bandada de gorriones remonta el vuelo desde mi estómago. Los nombres suelen ser más bellos que las cosas. Me gustan especialmente Bernardo y tachuelas. Pero no puedes llamar a nadie Bernardo Tachuelas. He aquí la esclavitud de las palabras. Estuve a punto de conocer a un Bernardo y conocí unas tachuelas, que son como las chinchetas aunque no es necesario que su cabeza sea circular y chata. Algo sin complicaciones. Lo que puedo ofrecerte. También una pelota de playa. “¡Vamos, hínchala!”, te animé. Y empezaste a soplar. Supongo que los dermatólogos ya han estudiado este fenómeno. La tersura que gana terreno a las arrugas. La posibilidad de rejuvenecer un rostro soplando por sus narices. Tú, sin embargo, no parecías contento. Tenías miedo. Miedo de que explotara. Esta vez no lo hizo y vimos que el balón traía dibujado un perro con un cubo entre los dientes, un perro con un cubo entre los dientes, un perro con un cubo entre los dientes. Un motivo que se repetía en el ecuador del balón. “¡Abre el otro, venga!”, te apremié. Suspiraste resignado y tus dedos se hicieron torpes con el minúsculo envoltorio. Al final, arrancaste el celo con los dientes y te pinchaste. “¡Mierda!”, dijiste. Tu boca empezó a sangrar y yo te traje alcohol y agua del grifo. Estabas tan apurado que untaste el algodón en el vaso y bebiste del bote. “¡Mierda!”, escupías. La situación no dejaba de ser graciosa y yo lamenté la falta de consistencia de tus encías de pladur. “Si la alcayata se hubiera afianzado en tus premolares podríamos colgar un cuadro”, bromeé. “¡Has vuelto a beber!”, me soltaste. “¡Mira quién habla. El señor que acababa de echarse un trago de alcohol desinfectante!”, respondí. Luego me puse a llorar. Porque hago todo lo que puedo. Te lo juro. Porque esto es todo lo que puedo ofrecerte: un balón de plástico y siete alcayatas de acero o de latón, de rosca o de clavar, grandes o pequeñas. Me llevé las estándar porque según el ferretero, valían para cualquier cosa. También para demostrarte mi amor. Qué otra cosa propones con el dinero que me dejas. Bloqueaste mi cuenta por lo de mi afición al vino, por lo de mi afición a las tragaperras del ‘Roxi Palace’, por lo de olvidar dinero en los sombreros de los mendigos. El otro día, el día más frío de este invierno, crucé los porches donde duermen y uno de ellos, agarrado a un cartón de vino, gritó: “si sigue nevando así, me voy a misa de una a dar pena”. Te he regalado tantas veces la misma cosa... La misma pluma envuelta en Navidad y vuelta a envolver la Navidad siguiente; el mismo disco de Eric Clapton remasterizado por otra compañía; un beso igual a otro beso y en cada sexo, los mismos labios. Seamos honestos. No estoy borracha por haber bebido. Bebo porque estoy borracha. Borracha, ebria, embriagada de las flores del cementerio y de esas otras. Las que tú me regalas por mi cumpleaños. Cada doce de junio, esa docena de rosas que son como una afrenta. Como si me dijeras: “esto sí que es un regalo. Aprende”. Y tú tienes que conformarte con siete alcayatas y un balón. Papel de lija a fin de mes, cuando sólo me quedan sesenta céntimos. “Para regalo, por favor”, le digo al ferretero. A base de ponerte algodón entre el labio y la encía, dejaste de sangrar. A base de concentrarme en tu herida, dejé de llorar. Entonces me sorprendiste. “Toma”, me entregaste otro sobrecito. Siete hembrillas de hierro cincado. Siete hembrillas estándar para mis siete alcayatas estándar. Las clavamos en la pared del pasillo. ¿Qué prenderemos de ellas? ¿Láminas de jazz? ¿Acuarelas? ¿Aprovechará una araña la infraestructura para tejer su red? De una patada, enviaste el balón al cuarto del fondo. Giraba en una esquina y al girar, daba la impresión de que el perro con el cubo entre los dientes se ponía a correr. Nada más que una ilusión. La cuna vacía. Alisé un pliegue de la colcha y tú pusiste una mano en mi vientre. “Sólo te necesito a ti”, me besaste. Y yo qué sé. Yo qué sé. Si ahora nevara, si no dejara de nevar hasta el mediodía, iría a misa de una. A dar pena.
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* El retrato de la escritora es de Ulises Culebro.
jueves, 18 de febrero de 2010
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miércoles, 17 de febrero de 2010
La novela de Kirmen Uribe, por Jon Kortazar
La novela Bilbao-New York-Bilbao de Kirmen Uribe aparece con la fuerza de un manifiesto literario. Mientras en el sistema literario vasco se hablaba a veces en un susurro, a veces en una discusión sobre la inmovilidad del canon vasco; Kirmen Uribe ha planteado el cambio literario de la manera más contundente: por medio de la práctica literaria, proponiendo una obra “marcada”, es decir, implícita en el riesgo, que podrá gustar o quizás disgustar. Pero que se considerará una obra de referencia.
Desde luego no ha dejado indiferente al sistema literario vasco. A uno no le gusta su falta de unidad, alguien más señala la sombra inaprensible de un autor que se convierte en narrador y se discute si es autoficción o autobiografía lo que se realiza en el texto.
Debo decir que yo he leído con agrado este libro, vaya la confesión por delante, pero, en la misma frase debo afirmar que me interesa más el mundo conceptual y la configuración teórica que propone que el argumento mismo del texto. Es decir, prefiero el aspecto del libro que me ha llevado a pensar sobre él, que la forma en que emociona, que es una de las virtudes que los lectores subrayan en la novela.
Tendría que añadir que mientras leía el texto, estaba muy interesado en la lectura de la obra de Ricardo Piglia (1941), y merece la pena mantener el paralelismo, porque la obra de Piglia, que conocí gracias a los consejos de Ibon Egaña, me fue iluminando la lectura de la obra de Kirmen Uribe.
En Bilbao-New York-Bilbao se cuenta la historia de la familia del autor. Se dice que son tres generaciones las que abarca la novela: el abuelo Liborio, el padre, y el hijo Kirmen Uribe. Habría que añadir a Unai, símbolo de un futuro y de un libro no cerrado, hijo de la compañera de Kirmen, y contar cuatro generaciones. Si explicamos así el eje central de la novela nos olvidaremos del papel fundamental de las mujeres en la obra: de la abuela que prefirió la libertad de decisión frente a las habladurías, del papel central de la madre, de la compañera Nerea… La presencia de la mujer es no solo simbólica sino central en el texto. Dentro de esta línea de lectura merece la pena observar algunas de las notas que Piglia realiza en torno a la ficción. Por ejemplo, señala que dado que es imposible hablar sobre uno mismo, la manera más verosímil de hacerlo se realiza a través de la relación de la historia de la familia: de los abuelos, de los padres, sobre los parientes y la genealogía. Pero no acaban ahí las referencias de la obra Bilbao-New York- Bilbao. Existen prácticas literarias parecidas en Vila-Matas, Vicente Verdú o Joyce Carol Oates.
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Se ha descrito la obra en torno a tres elementos técnicos: la autoficción, la historia de la familia, y la pequeña trama de cómo se construye una novela. No me convence esa descripción, porque en ella hay multitud de hilos que van y que vienen, como si fuera un rizoma. Desde luego, hay que hablar de la importancia del influjo de Internet en la construcción de la novela: Los fragmentos son los que caben en una pantalla de ordenador, los saltos entre los distintos fragmentos se realizan como si un clic de ratón nos llevara de uno a otro, en un viaje interminable, se cita a menudo wikipedia, como si el narrador estuviera en ese momento de la escritura consultando la web. Ciertamente no hay una intriga central en el texto, porque su eje central reside precisamente en la ausencia de eje. Es una novela sin intriga, sin forma lineal, porque ¿qué existe menos intrigante que la narración de un viaje en avión, donde uno va sentado? Pero la ausencia de movimiento que se cuenta en el nivel de la narración del viaje en avión, se equilibra con el movimiento continuo en el paso de una tesela a otra.
La novela Bilbao-New York-Bilbao es muchas cosas a la vez: la narración comienza con un precioso poema, y se cierra también con un poema lírico; es un magma de voces, cada uno con su entonación distinta, un juego de escrituras diferentes; un fresco donde se reúnen mil pequeñas historias. Pero el ir y venir de historias realiza un conjunto donde el detalle se convierte, por medio del apólogo y de la parábola, en una visión del mundo.
De esta forma la autoficción en un viaje de avión a Nueva York de un personaje llamado Kirmen Uribe escrito por Kirmen Uribe, quien realiza un viaje narrativo, para darse cuenta de que alguien de Ondárroa, el arquitecto Bastida, ya estuvo antes ahí; para percatarse de que su abuelo Liborio conoció el infierno en su viaje a la cárcel, para saber que su padre vio en la isla Rockall verdades que la ciencia negaba. Puede que ese viaje en avión cuente cómo se construye una novela, pero es sólo un primer nivel para narrar lo que de verdad importa: el juego entre la técnica y el mensaje en la construcción del misterio de la creación artística en el pasaje sobre el arquitecto Bastida y el pintor Arteta, para dejar claro que lo que de verdad importa es contar historias, en una narración que mezcla de forma admirable ficción y realidad.
Piglia recuerda que relatar es como jugar al póquer donde todo secreto parece falso cuando se dice la verdad.
Y en esta novela hay mucho póquer, que sabe que hay que seguir contando, para saber por qué el abuelo quiso ver, el día en que supo que iba a morir, la pintura de Arteta; para saber cuáles son las puertas de la ternura, para saber qué nos mantiene vivos. Contar, contar: es lo que nos mantiene vivos.
Kirmen Uribe recordaba en su primer libro de poemas una frase común: “Tú bien, yo bien”. La mirada sutil y naif mostrada en la obra de Arteta que la novela reproduce, ofrece esa misma tranquilidad de espíritu. Porque la vida seguirá, como en esas niñas del final de la novela, una vasca y otra inmigrante, y en ella también se encuentra la pasión de contar y la alegría de vivir. JON KORTAZAR.
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martes, 16 de febrero de 2010
Ángel Basanta, presidente de la Asociación de la Crítica
La Asociación Española de Críticos literarios, tras unas elecciones, ha elegido nueva junta directiva (Pilar Castro, Javier Goñi, Carlos Galán, Enrique Turpin y FV, en los cargos directivos), encabezada por Ángel Basanta, como presidente, en sustitución de Miguel García-Posada. Basanta es catedrático de instituto, de Literatura española, y crítico literario en el suplemento El Cultural, del diario El Mundo. Pero es también uno de los mejores conocedores de la narrativa española de las últimas décadas, y un enamorado de Cervantes, a quien ha dedicado diversos trabajos, entre ellos ha editado el Quijote, y diversos artículos sobre su influencia en la narrativa española actual, y de su paisano Gonzalo Torrente Ballester, sobre quien hace tiempo que nos debe un libro. Basanta es, sobre todo, un crítico independiente y ecuánime, con un excelente olfato y mejor gusto literario. No me cabe la menor duda de que la Asociación, que necesita renovarse, dirigida por él, está en las mejores manos posibles.
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lunes, 15 de febrero de 2010
Concurso de microrrelatos del diario `El Liberal´, de Santiago del Estero
"Seis días después", de Roberto Alfonso Uñates
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Estoy aburrido… hago hombre.
Hombre deambula. Hombre se aburre. Hago mujer. Hombre conoce a mujer. No había muchas opciones. Se enamoran. Tienen hijos (porque sin amor no hay hijos). Les digo que pueden comer. Y qué no pueden comer. Si comen saben. El que sabe se va. Aparece tercera en discordia. Mujer come. Mujer sabe. Le da de comer al hombre. El hombre come. El hombre ahora sabe. Me hicieron enojar. El que sabe se va.
Pobres, no es culpa de ellos. Igual los corro, no vaya a ser cosa que aprendan a pensar. No van a creer en mi… espero que no sepan ya demasiado.
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"Uno en seis tiempos", de Rodolfo Martín Bunge
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Hubo un tiempo en que todo era un caos. En otro tiempo apareció la luz gracias a una tremenda e inimaginable explosión. Pasaron dos tiempos y millones de átomos se unieron en sincronía perfecta para que yo se los pudiera contar.
Seguramente en otro tiempo, estaré disperso por el universo esperando otra explosión para ver nuevamente la luz.
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"Circo inverso", de María Fabiana Calderari
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El famoso circo Comédie aterrizó en la ciudad a mediados de enero, instalándose en un baldío de la zona sur. Aquel armatoste policromo reunió a todos los personajes del lugar. Los payasos llegaron entusiastas, con sus trajes calandrados y las graciosas narices. Se ubicaron en los asientos de las primeras filas. Cargando famélicos animales domesticados, arribaron los domadores. Sus torsos desnudos ensombrecían la figura esmirriada de los trapecistas. Ocuparon, unos y otros, las gradas más altas ubicadas en la carpa.
Algunos enanos escabullidos por debajo de los toldos, se distraían enmelándose con copos de azúcar.
El anfitrión del espectáculo, un mago lenguaraz, inauguró la ceremonia. Lentamente el jolgorio expandía un contagioso embobamiento. Los aplausos estruendosos resonaban como viento, instando el comienzo del entretenimiento.
En medio del escenario, sumido en la más profunda soledad, el público. Monótono. Sin destrezas. Encarcelado en sus máscaras. Esbozando insulsas sonrisas.
Las ovaciones se convirtieron en chiflidos inarmónicos. Los espectadores se retiraron desconcertados, ante el fracaso de la función.
-Esta gente ha perdido la magia de mostrarse tal cual es -observó un conejo saltando de su galera. Una contorsionista anciana, conocida por sus facultades intuitivas, exclamó frunciendo el ceño: -¡Públicos, eran los de antes!.
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"El mejor beso", de María Pia Danielsen
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¿Puede el aire transformarse en arena, densa correntada que con bravura inunda mi pecho?
¿Volverse tan, pero tan pesado, que apenas respirar levemente demande ahogos y suspiros sin freno?
Tal vez tu aliento se volvió llamarada que penetra e invade las cavidades de mi cuerpo, trasmutándolo en antorcha viva, consumiéndolo en ardores profundos, rojos de fuego. Entonces, es tu boca llena de urgencias, la que recorre mis labios sumisos al deseo y dibuja, con pasión infinita, el mejor beso.......
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* Los tres primeros microrrelatos fueron el ganador, finalista y tercer clasificado, respectivamente, en el concurso del diario El liberal, de Santiago del Estero (Argentina). El que figura en cuarto lugar, consiguió una mención. El jurado estuvo compuesto por Hebe Luz Avila, Antonio Cruz y Hugo Campos. María Fabiana Calderari y María Pía Danielsen son abogadas. Siento no tener información sobre el ganador y el finalista.
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domingo, 14 de febrero de 2010
Adiós a Berlín con mucha nieve...
...Entre los árboles, la estructura de hierros del Gasometer, desde la estación Julius-Leber-Brücke
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El patio de mi casa
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Más de lo mismo
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Coches durmientes, y helados
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La Kaiser-Wilhelm Platz
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Kaiser-Wilhelm Platz, junto a mi casa
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El cruce de la Kaiser-Wilhelm Platz con la Kolonnenstraße
.....Sidecar, coche y ciclista
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Atardecer desde mi ventana, bajo los efectos del flash
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La Herbertstraße
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Vista de la Kolonnenstraße, con mi piso, al fondo
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El Lustgarten y el Altes Museum
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La Alte Nationalgalerie, museo que alberga la pintura romántica, realista e impresionista
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La Catedral protestante vista desde la Alte Nationalgalerie
Escalinata lateral de la Alte Nationalgalerie, con el Neues Museum al fondo
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La Alte Nationalgalerie
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La Staatsoper, en Unter den Linden
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Escaparate en Schöneberg, mi barrio
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Junto a la Potsdamer Platz
.....El profesor se aleja...
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sábado, 13 de febrero de 2010
ANTONIO CARVAJAL
"Romance de la fosa hueca"
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Para Pepa Fernanda y Adelinda,
musas sobre raíles
Las piquetas de los sabios
cavan buscando esqueletos
donde señala el inglés
y callan los herederos.
Un hedor de carne antigua
atrae a hienas y a cuervos
pero los sabios trabajan
en un túnel de silencio
y no hay humano que estorbe
ni de cerca ni de lejos.
......
Va el agua de Aynadamar
vestida de crisantemos,
llenas las ingles de espuma
y juncos el entrecejo.
Cavan y cavan y cavan
los científicos y un ciego,
si Tiresias de secano
profeta de medio pelo,
recita un romance antiguo
con dobleces de misterio:
.....
“Halla en mis ojos la luz,
ten de mis labios consejo.
Lo que buscas ya no está,
que lo ha devorado el tiempo.
Esta tierra lo que oculta
son los miserables restos
de la merendica pobre
de un esforzado labriego:
la chapa de una cerveza
y un zancajo de conejo”.
......
Los hijos de los que antaño
pusieron su curvo dedo
en gatillos de revólveres
y labios para el silencio
se relatan entre risas
el fracaso con estrépito.
Una sombra de sospecha
envuelve a cultos y a legos.
Sólo llora, y a escondidas,
la nieta del buen maestro
don Dióscoro Galindo
que sigue sin digno entierro.
.....
Un eructo de gintónic
invade el monte desierto
mientras el inglés desnuda
de medallones su pecho
y le devuelve a la Junta
de Andalucía el sombrero
con escarapela blanca
y verde que un día le dieron
por ensartar mil rumores
sin fin y sin fundamento,
mientras algunos repiten
que allí cerca están los muertos,
en el barranco de Víznar
tiritando entre sus sueños.
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* En la foto, el hispanista Ian Gibson sostiene un retrato de Lorca. El romance es inédito.
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viernes, 12 de febrero de 2010
Homenaje a Carlos Álvarez-Ude
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jueves, 11 de febrero de 2010
VIRGINIA VIDAL, y 2
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Transcurrido el tiempo, el águila consternada no puede ocultar que su pico muy endurecido y encorvado, le impide cazar. Tampoco sus apretadas y flexibles garras cada vez más enroscadas le permiten atrapar a ninguna presa. Su pico largo y puntiagudo se arquea, apuntando contra el pecho. Sus alas envejecidas y pesadas y sus plumas gruesas le dificultan volar. Con el paso del tiempo –cuarenta años transcurridos, la mitad de su existencia- todo su plumaje se ha vuelto viejo y su peso le impide desplazarse con mayor agilidad.
Se siente desganada, sin ánimo, pero poco a poco reúne todas sus energías, vuela hasta la cima de la más alta montaña y permanece en un nido cercano a un paredón.
Renovada por el aire puro de las alturas, comienza a golpear su pico en la pared hasta conseguir arrancárselo.
Apenas lo arranca, debe esperar a que le nazca un nuevo pico. Día a día lo prueba hasta tener la certeza de que con él puede arrancar sus viejas uñas. Cada tirón le causa un dolor horrible que le llega al corazón mismo y la deja sin aliento. Cuando las nuevas uñas comienzan a nacer, siente que su paso se afirma y adquiere seguridad.
Decide seguir estrenando su firme pico en el empeño de quitarse las plumas. Cada tirón a las remeras le provoca escalofríos. Corre sangre de cada hueco resultante del desprendimiento de cada cañón. Sin su ropaje, sus alas parecen mutiladas. Siente terror de sólo pensar que ya no va a volar nunca más. Luego llega el turno a las timoneras y es peor el padecimiento porque a cada pluma arrancada se le desgajan las entrañas.
Tarda jornadas completas en desplumar su cuerpo y, pese al dolor intenso, se va librando de su viejo ropaje. Aterida, frío atroz resultante de ese arrancar la prolongación de su piel, siente una indefensión mucho más terrible que la vergüenza de la desnudez.
Al fin, después de cinco meses de sufrir, agonizar y renacer padecimientos sin nombre se inunda de una potencia nueva que la predispone a emprender vuelo.
Respira más hondo, hasta siente que ve mejor. Y se ve mejor: su nuevo plumaje castaño oscuro, se torna dorado en la cabeza y el cuello y nevado en los hombros y el extremo de la cola.
La muda ha durado cinco meses: ciento cincuenta amaneceres, ciento cincuenta anocheceres y un millón de tormentos. Ahora, su cuerpo está dispuesto a vivir otros cuarenta años.
Renacida, ensaya su vuelo en picada a una velocidad que duda pueda ser superada por alguna otra ave. Caza en el aire un suculento pájaro y se lo come con ganas. Planea satisfecha y su potente vista le permite ubicar un ratón por allá, una familia de zorros, un gato salvaje, unas ardillas y conejos acullá; y no faltan ciervos, jabalíes, lobos y toda clase de pájaros.
Dueña del espacio, reina de las alturas, dispuesta a la aventura y el cortejo, el águila fénix comienza su nuevo reinado, poderosa señora de las cumbres.
miércoles, 10 de febrero de 2010
Semana fantástica de Lucía Etxebarria
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y 5. Pregunta de tonto de capirote, de esos que andan por la nave de los idem: ¿dos y dos siguen siendo cuatro o en la posmodernidad globalizada las cuentas se hacen de otra manera? ¿Será Lucia E la próxima académica de la Lengua? En fin, ya me diréis, si os queda humor, que es lo que no debe faltar nunca, y en grandes dosis, para sobrevivir entre tantas fieras ¿literarias?
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martes, 9 de febrero de 2010
VIRGINIA VIDAL, 1
"Pegazón del moridero"
Envuelta en distancia y queja, sube la cortina del sueño y se sacude de los fantasmas amodorrados para descubrir que el cansancio del reciente baile, la larga caminata y la carrera fueron pura imaginación.
Dolor palpable de no poder correr, trepar, agacharse, erguirse. Vértebras y coyunturas se sublevan, la ataca la tos, resuellan los fuelles vencidos de los pulmones. El cuerpo duele a fondo y a pedazos como los recuerdos de las injurias, las calumnias, las injusticias. Agobiados los hombros. Las manos antes tan inquietas ya no bordan, no tejen, escriben con torpeza, dejan caer las cosas, tiritan. Falla el pulso.
Los libros fueron su razón, su derroche, su juego, su vicio y sacrificio. Los protegió, atesoró, transportó contra viento y marea. La mudanza obligó a amontonarlos en una bodega, salen de la modorra desvencijados, fuera de orden y concierto como soldados borrachos perdidos en un campo desconocido después de la guerra.
Muchos la acompañaron en el exilio en piezas alquiladas, cuartos sobrantes junto a las cocinas: uno maloliente a plátanos fritos, otro inundado del repugnante desborde de una alcantarilla. Perdió la noción del espacio, se golpeaba contra la muralla al despertar porque no sabía dónde estaba instalada la cama esa vez. Se mudaba portando ladrillos y tablones para armar el improvisado estante de la biblioteca.
Ahora, casa desarmada, libros revueltos, dispersión de la mente, de los objetos, de los recuerdos. Vencimiento.
Cómo borrar la borradura. Borra dura encostrada en el alma.
Su sobre-vida —polvillo de falena— juega con fuego.
"Odio de clase"
El odio de clase existe y los potentes saben ejercerlo. No hay religión ni mandamiento que lo aplaque. Más que discusión y retórica, es acción.
La más impresionante muestra de lo que pueden hacer las damas enfurecidas para vengarse del miedo que les causa una acción revolucionaria, la estampó la escritora Iris, es decir Inés Echeverría de Larraín.
Ese recio miedo a perder el poder puede hacer olvidar en segundos la delicadeza, la gracia, la elegancia y la caridad mamadas en la enseñanza recibida durante generaciones.
Cuenta Iris que en su juventud, al término de la guerra civil del 91, rompiendo con todas las normas y buenas costumbres, salió a las tres de la mañana con las demás damas de su entorno para celebrar la caída del presidente Balmaceda:
"Salimos todas a la calle y me enfrento a una ciudad enloquecida. Una poblada hace pedazos un gran busto de Balmaceda. Varias mansiones son saqueadas. Al pasar por Amunátegui con Catedral, veo el hermoso palacio de la Alhambra de don Claudio Vicuña, invadido por una turba que arroja desde el segundo piso un piano de cola que cae al suelo y con estupor diviso a mi cuñada que aviva los desmanes, se sube al piano y con cierta elegancia alza la cola de su vestido y gracias a los nuevos calzones con blondas y abertura para no tener que bajárselos cuando estamos apremiadas, defeca sobre los restos del otrora hermoso piano exclamando: ¡Para que nunca más, bastardo, hijo de Satanás, puedas librarte del mal olor de tu alma! Todos la aplauden mientras a nuestro alrededor siguen cayendo muebles, cuadros y objetos de arte..."
Esa impúdica descarga sobre el piano es la pestilente metáfora comparable a las maniobras de las damas francesas que caminaban entre los cien mil cadáveres de la Comuna de París. Ellas revolvían las conteras de sus quitasoles de encaje en las órbitas de los comuneros muertos para reventarles los ojos.
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.................En memoria de Isabel Ferrer Baeza
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Un gaviotín elegante le ofrece una anchoveta a su hembra. Pingüinos de nieve escudriñan a trasmar y lobos marinos retozan. Agua turbia de plancton. Un divino pelícano acopia peces en su bolsa gular.
Embate el agua-hielo contra el desierto-fuego.
Sólo la voz del viento rebota mientras las garumas se van tan lejos del mar. Abandonan el agua y se adentran en el arenal ardiente para someterse luego al pavoroso frío nocturno. Protegen sus huevos incubados a pleno sol. Jadean como perros. Las cáscaras se trizan desde los picotazos de polluelos ávidos.
Camanchaca, banco de bruma capturada por las espinas de los quiscos cabezones al borde de la vida, se escapa para rociar los lomos de las yaretas y se evapora en hilos de aire.
Las vicuñas, princesas de la Pachamama, envueltas en regia seda canela, aparentan indiferencia ante las cabezas alzadas de los machos que mascan rayos de sol.
Los flamencos rosados bailan sus danzas nupciales o brincan removiendo el lodo para armar los nidos. Otros secretan leche roja para sus retoñuelos.
El águila madre sobre el cacto otea un ratoncillo; su albo polluelo ejercita los ojos del tamaño del desierto o de la sed de amor.
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* Virginia Vidal nació en Santiago de Chile y es periodista y narradora. Fue profesora en las universidades de Pekín y Bratislava. Ha cultivado la novela (en 1989 obtuvo el Premio María Luisa Bombal), el cuento y el microrrelato. Su narrativa breve aparece recogida en diversas antologías publicadas en España y América. Entre sus libros se cuenta el ensayo Neruda, memoria crepitante (2003). El último de los publicados lleva por título Gotas de tinta y palabreos. Parvos relatos (RIL editores, Santiago de Chile, 2009). Estos microrrelatos son inéditos.
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* La foto es de Ana Videla Lira.
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El poeta Antonio Carvajal, Premio Ceppo Pistoia
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Mejor que una punta fina
para herirte sin remedio,
la filigrana perdida
en laberintos de sueño.
Y, mejor, los gavilanes
que se posan en tu mano
como suspiro de alfanjes
entre la flor y los ramos.
O, mejor, la paz del día
que no necesita espada
sino una flecha encendida
de sol entre lentas ramas.
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* Este poema forma parte del libro Una canción más clara.
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lunes, 8 de febrero de 2010
Autorretrato de JULIA UCEDA
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