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¿Fue primero (en España, claro) el tebeo; luego, el cómic, y ahora la novela gráfica? Por lo visto, los viejos tebeos ya no se conforman con serlo y quieren ser literatura, literatura gráfica. Bueno, por qué no. El caso es que, ahora, los entendidos en la materia, los llaman novelas gráficas, concepto que dicen que se popularizó en 1992, con la publicación de Maus, de Art Spiegelman. Y, sin embargo, parece que la denominación novelas gráficas es mucho más antigua, de lo que puede valer como prueba los dos ejemplos que reproduzco en esta entrada. El primero, Ben Bolt, data de 1950, aunque la versión española sea de 1973; mientras que el segundo, Rip Kirby, es de 1959. Habrá quien se sienta fascinado por los cómics, como le ocurre a Luis Alberto de Cuenca, y habrá lectores de literatura a quienes les interesen algo menos. Y al contrario. Son dos géneros de ficción distintos y no tienen por qué apasionar por igual a todo el mundo, como tampoco parece sensato despreciar uno u otro, ni considerar que el uno sea arte mayor, mientras que el otro resulte simplemente arte popular. Lo que no acabo de entender es a qué viene ese empeño por convertir el arte de las viñetas en literatura, o en literatura en imágenes. ¿Tanto prestigio tiene el marbete literatura? ¿Acaso les resulta insuficiente ser cómics? Pero si de lo que se trata, como dice Paco Roca con una cierta ingenuidad, es de conseguir atraer al público de la literatura, eso ya es otra cosa. ¿Por qué no? En fin, siempre perdiz cansa.
¿Fue primero (en España, claro) el tebeo; luego, el cómic, y ahora la novela gráfica? Por lo visto, los viejos tebeos ya no se conforman con serlo y quieren ser literatura, literatura gráfica. Bueno, por qué no. El caso es que, ahora, los entendidos en la materia, los llaman novelas gráficas, concepto que dicen que se popularizó en 1992, con la publicación de Maus, de Art Spiegelman. Y, sin embargo, parece que la denominación novelas gráficas es mucho más antigua, de lo que puede valer como prueba los dos ejemplos que reproduzco en esta entrada. El primero, Ben Bolt, data de 1950, aunque la versión española sea de 1973; mientras que el segundo, Rip Kirby, es de 1959. Habrá quien se sienta fascinado por los cómics, como le ocurre a Luis Alberto de Cuenca, y habrá lectores de literatura a quienes les interesen algo menos. Y al contrario. Son dos géneros de ficción distintos y no tienen por qué apasionar por igual a todo el mundo, como tampoco parece sensato despreciar uno u otro, ni considerar que el uno sea arte mayor, mientras que el otro resulte simplemente arte popular. Lo que no acabo de entender es a qué viene ese empeño por convertir el arte de las viñetas en literatura, o en literatura en imágenes. ¿Tanto prestigio tiene el marbete literatura? ¿Acaso les resulta insuficiente ser cómics? Pero si de lo que se trata, como dice Paco Roca con una cierta ingenuidad, es de conseguir atraer al público de la literatura, eso ya es otra cosa. ¿Por qué no? En fin, siempre perdiz cansa.
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Claro que todas estas consideraciones las hace alguien poco ducho en la materia, puesto que sus lecturas en el género no pasan de Capitán Trueno, El Jabato, Hazañas bélicas, Mortadelo y Filemón, Zipi y Zape, Carpanta, Tintín, Astérix y, como muy moderno, Corto Maltés, y casi todo ello sucedió en la noche de los tiempos. Y así, con este modesto y antiguo bagaje, mejor es que cierre mi sucia boca para siempre...
2 comentarios:
El ejemplo que muestras lleva el título de “Novela gráfica para adultos”. A mí también me llama la atención la etiqueta “para adultos”, que considero tan relativa como la consideración de novela. Este tipo de clasificaciones me recuerdan cosas como el concepto de “potencia fiscal” asignado a los vehículos a motor, y que sólo sirve para determinar el pago del impuesto de circulación. Es posible que la calificación de una obra se arbitre con el propósito de facilitar su colocación en la estantería correspondiente. Luego vendrá el lector y la comprará (si es sensato) al margen de ese tipo de etiquetas.
Un abrazo, Fernando, en estos cálidos y lluviosos días, en los que la propuesta de penitencia se compensa con todo tipo de excesos.
Fernando, con tu Capitán Trueno y cia. me has recordado cuando esas lecturas me eran "prohibidas", por poco serias, porque eso no era literatura. No lo era, pero detrás vinieron Salgari, Karl May y luego otros y otros, hasta hoy, que leo tu carta de Maria Zambrano, me emociono y pregunto ¿Dónde está, hoy, Zambrano en la filosofía, en la prosa póética o viceversa?
Un canto me daría yo si en lugar de tanto face "¿book?", tuenti y demás, el personal repartiera su tiempo con lo "gráfico", apellídese como se apellide: por aquello de las puertas que se abren.
Saludos.
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