miércoles, 15 de abril de 2009

La promoción o el arte de tragarse el sable

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Suelen comentar los escritores, los más serios, al menos, que la promoción de sus libros se ha acabado convirtiendo en una auténtica tortura. Y no me extraña, porque hay que ver las piruetas que se les ocurren a los agentes, editores y a los directores de ciertas publicaciones para vender ejemplares. Pero lo que cuesta entender es por qué los autores se prestan a hacer el ridículo de esa manera. Aunque los ejemplos podrían ser infinitos, todo esto viene a cuento de las fotos de promoción que acompañan al lanzamiento, en España, de la última novela de la escritora belga Amélie Nothomb, titulada Ni de Eva ni de Adán, que publica Anagrama; una de esas pocas editoriales que seguimos considerando serias, con un excelente catálogo. En las tres fotos de Mondino que acompañan una entrevista en una publicación de divulgación literaria, aparece la escritora con ojos de loca, como en trance, mirando al cielo, apoyada en la pared con los brazos extendidos en cruz. En la segunda, con la misma mirada y los labios pintados de un rojo chillón, sostiene una espada de samurai entre los dedos, a la altura de la boca. Y en la tercera, la más ridícula de todas, lo que ya es mucho decir, se traga, literalmente, un sable. El que la novela transcurra en Tokio y relate una historia de amor con un joven japonés, no parece razón suficiente para semejante puesta en escena, para que la autora adopte esas poses de seudosamurai. Lo que no sabemos es si el trance y los ojos de extraviada son producto de la ingestión del sable. O a lo mejor, el sable no es tal y para los simbolistas rezagados es más bien otra corbata... Me debato en un mar de dudas.
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Lo penoso es que a los escritores los estén convirtiendo en payasos, seguramente por prestarse algunos a ello. Tal vez con estos astracanes atraigan a un público poco aficionado a la lectura, pero mucho me temo que con el alto precio de perder prestigio intelectual y alejar de sí a los lectores fervorosos, que son a los que más habría que mimar.
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En fin, que siga el circo, a ver qué nos dan ahora, tras la actuación de los payasos...
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15 comentarios:

Anónimo dijo...

A Nothomb, le va ese circo, pues la mayorîa de las veces se lo manda ella solita.
Esta niña pija, desde que se puso a contar sus andanzas, por todos aquellos lugares en los que acompañô a su padre, nos tortura no solo con este tipo de escenas, sino con sus pàginas y entrevistas. Siempre va asî, se pinta y se viste asî, es "un estilo", el suyo, el cual cada dîa exagera y acentûa màs. Pero hay gente a quien le gusta, y créeme, que por aquî, sus libros se venden como churros.
Questiôn de marketing, y de saber venderse, cuando la fineza y la literatura por sî misma, no basta.
Yo, con ella, no me trago el sable...

Saludos y abrazo.

Juan Carlos Márquez dijo...

Siempre cabe la posibilidad de caer más bajo, Fernando, la Nothomb podría aceptar la invitación para ir a un programa de Sánchez Dragó.

Fernando Valls dijo...

Pues, sí, Juan Carlos, tienes razón, en esa diabólica posibilidad no había caído. Pero no hay que descartarlo, ya sabes que a Dragó le tira mucho lo seudoriental...
Gracias, Eva, por tus comentarios.

Araceli Esteves dijo...

Impresionante, Fernando. No encuentro palabras, ya las has dicho todas y con esa agudeza que te caracteriza. Si es verdad que la imagen vale a veces más que mil palabras, no es menos cierto que una imagen puede ahorrarte leer las mil palabras que le suceden. Vamos, que pocas ganas pueden quedar de leer a la autora después de esa sesión fotográfica que se supone que le hace de presentación.

hombredebarro dijo...

Casi siempre el ridículo viene porque se la toma uno en serio, de lo cual los escritores saben un rato. Tomarse en serio la pose. En los talleres de literatura yo introduciría un curso intensivo sobre el arte de parecer escritor delante de los compradores de libros.
Saludos.

Hiperbreves S.A. dijo...

¿Venderá algún libro más por estas fotos? Esa es la pregunta clave.

Yo no lo creo.

BB dijo...

Yo pienso que en lugar de tragarse
un sable, además de circense, debe
ser dolorosísimo. Creo que mejor
hubiera sido hacerse el hara-kiri
a lo Cio Cio San, la bellísima y
trágica Butterfly.
BB

Anónimo dijo...

Dios, qué enorme alegría haber dado contigo, fuiste profesor mío en la Facultad de Traducción de la UAB allá por 1994.

Grandes recuerdos. Voy a enlazarte a mi blog y te leeré con fruición, lo nuevo y lo viejo. Seguro que este rincón -que hoy descubrí por azar buscando una imagen de Matute- va a ser un lugar de inspiración y aprendizaje para mí.

Un fuerte abrazo, Fernando.

Eureka
(Eva)

Raúl dijo...

Al no estar metido en esta rueda, uno (yo) habla de oídas, cuando se refiere a estas cuestiones que quedan entre bambalinas. Pero el caso es que, vista la cuestión desde la óptica que porpones, a uno sólo le queda exclamar aquello de ¡qué tiempos éstos!.

Anónimo dijo...

Sobre tu post, coincido contigo en la crítica que le haces a Nothomb, que no es la primera ni la última en caer en esta clase de extravagancias absurdas. Lo admito, produce repelús.

Pero... si lo hace es porque hay señales en el "mercado" de que esto da resultado. Ya es tan sencillo publicar que las novedades editoriales se acumulan en los anaqueles de las librerías, y mucho lector desorientado no sabe a qué atenerse. Ve en el mostrador algo que le suena o le parece provocativo y ¡ala!, a la bolsa.

Al final lo más sensacionalista (como en la telebasura) acaba imponiéndose y la gente compra mucha mierda que de literatura no tiene nada.

Cierto es que, como denuncias veladamente, los editores serios deberían evitar caer en esa impostura, en esa trampa del todo por la pasta...

Anónimo dijo...

Pero ¿por qué no? ¿Han pensado qué aporta un autor con corbata y engominado en la solapa de su libro? ¿Por qué no es válida la estética de Nothomb? Es también asunto de estéticas... y me parece loable.
Eso pienso.

Juan Carlos dijo...

Es el mercantilismo que ha llegado fuerte entre los papanatas del mundo librero. El mercantilismo llega a los reseñistas, críticos, suplementos literarios, revistas culturales...todo está en venta y por tanto todo se compra. Luego vienen los favores,los amiguetes "la inteligencia madura de un gran escritor en plenitud y con la solvencia del historiador" y acabas que ales de la libreria sin comprar nada. Antes me gustaba entrar en las librerias y descubrir algo nuevo. Ahora sólo leo de las bibliotecas, cansado de sentirme timado por los payasos listos de turno. Me gustaria que alguien me corrigiera y me contara que hay "algo" que se libra un poco de todo esto. Hasta otra.

Manu Espada dijo...

Que hagan esto con los autores no me parece, pero sí me parecería bien que lo hicieran, por ejemplo, con una actriz o un actor, o una modelo. Me explico. Creo que la publicidad de libros se ha quedado tan anquilosada que lleva siendo la misma desde hace décadas, es decir, una voz en OFF que te dice que es un libro muy bueno porque lo dicen en nos é cuántos periódicos y revistas culturales y poco más. Y estamos en el siglo XXI, en el que se pueden hacer maravillas a la hora de promocionar un libro, desde tráilers como los de las películas hasta usar Internet, ¿por qué no? Al fin y al cabo las editoriales quieren vender y los autores desean que les lean, cuanta más gente mejor, eso de ser un autor de culto queda muy bien decirlo cuando no te lee ni el Tato. En fin, que la Literatura no tiene por qué perder su magia, su misterio ni su halo cultureta por ponerse al día a la hora de promicionar el producto. Ya cansa eso de mostrar la portada con una banda roja llena de frases grandilocuentes, eso, como dirían los de Muchachada, ya es más viejuno que las canciones de la movida madrileña.

Lauren Mendinueta dijo...

Estoy de acuerdo contigo en todo. Sólo que yo no culparía a editores, agentes y medios. Es la persona, el autor, el que al final decide quién es y cómo quiere que lo vean los demás. Yo creo que esta mujer ya era así antes de que le tomaran las fotos. No la sensuro, en la variedad está el placer, y no todos tenemos que parecer recatados y con aspecto de oficinistas ¿o sí?

Isabel González dijo...

Estoy de acuerdo con Lauren. Hay autores excéntricos e incluso autores que se divierten creando un personaje consigo mismos ¿y por qué no? ¿Es Truman Capote peor escritor porque posara como posaba ante los fotógrafos? Lo dudo mucho. Personalmente (y sé que me estoy perdiendo unas grandes lecturas) no puedo abrir ni un libro de Philip Roth por dos asuntos: porque no soporto a los escritores que escriben sobre profesores universitarios —a menudo enamorados de jóvenes alumnas— y por su aspecto hosco, triste y rancio. Está claro que el hombre no necesita para nada mis estúpidos consejos, pero yo le daría una vuelta a su imagen. Al menos John Cheever sonreía a cámara. De todas formas, y afortunadamente para mí, lo leí antes de verlo. Lo sigo leyendo. Lo adoro. Cheever: ¡maldito genio borracho y feo!