domingo, 5 de abril de 2009

Con Esther Tusquets

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Estoy preparando para Menoscuarto la edición de los cuentos de Esther Tusquets, que llevarán por título, si no cambiamos de opinón, Carta a la madre y cuentos completos. En 1996, la editorial Lumen, publicó una primera recopilación de las narraciones de la autora, que se tituló La niña lunática y otros cuentos. De este volumen se hicieron dos ediciones y obtuvo el premio Ciudad de Barcelona. Pero la nueva versión aparecerá muy aumentada, con bastantes piezas más y un nuevo prólogo, actualizado.
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Esther Tusquets tiene 73 años; en la última convocatoria ya no formó parte del jurado del Premio Herralde, de novela; y en la actualidad está preparando la continuación de sus memorias, cuyo primer tomo (Habíamos ganado la guerra, Bruguera, Barcelona, 2007) tanto éxito alcanzó, con más de 60.000 ejemplares vendidos. Pero, en estos últimos años, había publicado, además, otros dos libros que no había podido leer hasta ahora: la entrevista que le hizo a la dibujante Maitena y la recopilación de artículos titulada Prefiero ser mujer. Ambos vieron la luz en la desaparecida editorial RqueR, en el 2005 y 2006, respectivamente, que dirigía su hija Milena.
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El viernes comí con la escritora Esther Tusquets (narradora, memorialista y articulista), ya jubilada la editora, para preparar y tomar decisiones sobre la edición de sus cuentos. Quedamos en el Giardinetto, en La Granada, que debe ser un restaurante de escritores porque unas mesas más allá andaban Benet i Jornet y Rodolf Sirera, y la vez anterior que estuve, me citó allí Luis Goytisolo, nos encontramos con Ana María Moix y Eugenio Trías. El caso es que coincidimos en el rissoto con alcachofas, de primero, y disentimos en el resto del menú. Con Esther, a quien conozco desde hace casi treinta años, la conversación en privado siempre es grata y amena, pues tiene la buena costumbre de hablar con sinceridad, sin las pamplinas hoy al uso, sin que por ello deje de ser discreta. Hablamos de amigos comunes y dejamos casi a punto la edición de su libro. A mí, que prologué aquella primera versión de sus cuentos, me hace mucha ilusión ser ahora también su editor. Pero lo que más aprecio de ella es que siempre se ha mostrado libre, hasta donde uno puede serlo, claro, no nos engañemos, como escritora y editora.....


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En la conversación que Esther mantuvo con Maitena, la autora de Mujeres alteradas, Mujeres superadas y Curvas, consigue la máxima aspiración de todo entrevistador sensato, disolverse y hacer hablar al protagonista, quien en este caso nos cuenta con absoluta sinceridad su juventad airada, rebelde, de sexo (lesbianismo incluído), drogas y rock and roll, y su asentada madurez, tras haber tenido dos hijos siendo ella muy joven, y haber alcanzado la placidez familiar con Daniel Kon, su compañero, y Antonia, su tercera hija. Pero, además, en los textos que añade Esther, logra mostrar tanto el ambiente familiar como el mecanismo diario de su trabajo, en su casa de La Pedrera, en la costa uruguaya, donde llegan los pingüinos y las ballenas se aparean en épocas de celo. El otro libro, los artículos de Prefiero ser mujer (el título se lo proporcionó Maitena al recodarle ese chiste que dice: "Me gustaría ser hombre, pero prefiero ser mujer"), que tratan de la condición femenina, aunque el volumen concluya con un cuento, tampoco tienen desperdicio, ni me parece que haya perdido un ápice de actualidad, aun cuando fueran escritos y publicados a finales de los setenta y comienzos de los ochenta, en la revista Destino y el diario La Vanguardia. No es que la autora prefiera ser mujer, puesto que no está en su mano la elección; antes bien, lo que viene a decirnos, tras una vida vivida, es que a pesar de todos los pesares, léase inconvenientes, le gusta ser mujer. Y ello siendo como es perfectamente consciente de que su situación ha sido, no obstante, la de una privilegiada. Pero este libro también puede leerse como un complemento a sus memorias, una especie de confesiones sobre casi todos los aspectos que preocupan a las mujeres en nuestros días, y que acaso deberían de preocupar a los hombres.

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