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Busco la cueva donde dormita mi padre.
Tiene un ojo ciclópeo.
Con una mano empuja las marañas de sombra.
Para verle
recorto mis rodillas
y mi pelo.
Los peces, hombro abajo.
Vuelve el aire
del pecho
de mi padre
a soplar mis terrores.
Él llega de un viaje
solo para ordenar
mi piel sobre su nervio,
desdoblar la ceniza
de mi vientre,
la ausencia
descansada
de mi silla vacía.
Y baja las persianas
contra el asco del mundo.
El alma,
resguardada
del tritón endiablado,
se ata a sus raíces.
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Tiene un ojo ciclópeo.
Con una mano empuja las marañas de sombra.
Para verle
recorto mis rodillas
y mi pelo.
Los peces, hombro abajo.
Vuelve el aire
del pecho
de mi padre
a soplar mis terrores.
Él llega de un viaje
solo para ordenar
mi piel sobre su nervio,
desdoblar la ceniza
de mi vientre,
la ausencia
descansada
de mi silla vacía.
Y baja las persianas
contra el asco del mundo.
El alma,
resguardada
del tritón endiablado,
se ata a sus raíces.
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________INSTRUCCIONES DE LUNES FRÍO
--
Sírvase una copa de vino dulce.
Deje caer el bolso sobre el suelo.
Deje que todo caiga
lo que la lluvia de noviembre recogió
de sus hombros. No es fácil
le advierto
si recuerda
que tan sólo ha terminado una jornada:
el trabajo.
No recuerde los restos
de la cena de ayer abandonados
la mermelada roja
donde anida una hormiga.
Olvídese del mundo.
Del hombre que doblado le estiró del abrigo.
De la mujer que cuenta cómo perdió una casa.
Y abra la botella.
Elija un rincón donde haya poca luz.
No se moleste en espantar las sombras.
Alguna melodía,
sonidos de gramófono antiguo.
Tal vez un fado, Gardel, una canción francesa.
Por supuesto, no escuche la letra.
Ni atienda a melodías. Su cerebro
está blanco.
Olvide las denuncias, las mentiras, las reuniones, la falsa
sonrisa de cristal de despacho.
Cierre los ojos. Le dije, no era fácil.
Permanezca inmóvil.
Cuando la noche le devuelva el aliento,
llene la bañera.
Mucha espuma. No
coja ningún libro. Tal vez
un cigarrillo pero sólo
si no va a preocuparse de cenizas
de humedades.
Sumerja la cabeza.
Escuche la oquedad de los vecinos de
abajo
la niña patalea en ruido sordo.
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Sírvase una copa de vino dulce.
Deje caer el bolso sobre el suelo.
Deje que todo caiga
lo que la lluvia de noviembre recogió
de sus hombros. No es fácil
le advierto
si recuerda
que tan sólo ha terminado una jornada:
el trabajo.
No recuerde los restos
de la cena de ayer abandonados
la mermelada roja
donde anida una hormiga.
Olvídese del mundo.
Del hombre que doblado le estiró del abrigo.
De la mujer que cuenta cómo perdió una casa.
Y abra la botella.
Elija un rincón donde haya poca luz.
No se moleste en espantar las sombras.
Alguna melodía,
sonidos de gramófono antiguo.
Tal vez un fado, Gardel, una canción francesa.
Por supuesto, no escuche la letra.
Ni atienda a melodías. Su cerebro
está blanco.
Olvide las denuncias, las mentiras, las reuniones, la falsa
sonrisa de cristal de despacho.
Cierre los ojos. Le dije, no era fácil.
Permanezca inmóvil.
Cuando la noche le devuelva el aliento,
llene la bañera.
Mucha espuma. No
coja ningún libro. Tal vez
un cigarrillo pero sólo
si no va a preocuparse de cenizas
de humedades.
Sumerja la cabeza.
Escuche la oquedad de los vecinos de
abajo
la niña patalea en ruido sordo.
Mantenga la cabeza sumergida. Deje
que emerja a flotar alguna parte
del cuerpo
que roce los vapores.
Y cuando salga, el agua caerá como riachuelos
pierna abajo, sienta
las cosquillas del agua.
Cene algún fruto.
Mastique la hinchazón,
Reviente pulpa dulce.
Y duérmase tranquilo:
el lunes ha pasado.
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* Aroa Moreno Durán nació en Madrid en 1981 y es periodista. Colabora en varios medios de comunicación españoles y extranjeros. Ha vivido en México, Irlanda y Alemania. Veinte años sin lápices nuevos es su primer libro, que aparecerá este año. Es la autora del blog: El viaje de las pléyades.
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5 comentarios:
Aroa nos transporta a un mundo sin artificios, de verdades y lucidez a golpe de verso.
Sigamos sus instrucciones: volveremos a la infancia, a la amistad, a los lugares a los que pertenecemos y que nos pertenecieron.
Quién quiere lápices nuevos con sus teclas afiladas.
Dejémonos viajar con sus letras.
Una nueva estrellita comienza a andar entre papeles impresos,
y le deseo taanta suerte..
Carla.
los visitantes de las pléyades ya conocíamos estos dos poemas. Y los habíamos celebrado. Aroa tiene una ternura ácida que puede aportar mucho. Ojalá así sea.
Fernando es genial que hagas un hueco a esos lápices nuevos de Aroa...están sin estrenar pero en cuanto lo haga no va a parar de dibujar imágenes con ellos (dibujar, sí, a través de palabras, y no es tan fácil como parece...)
Y de verdad que lo del lunes frío funciona...
un abrazo!
Espero que en el libro, sin más instrucciones que abrir el vino, encontréis palabras que os gusten. Gracias por seguir el viaje. Quién sabe cuál será la siguiente estación.
Abrazos.
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