Francisco Brines, Premio Reina Sofía

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No son necesarias excusas para volver a la poesía de Francisco Brines. Pero el que le hayan concedido el Premio Reina Sofía de Poesía Iberoamericana resulta tan buena como cualquier otra. La minicrónica que publicó, sin firma, el diario La Vanguardia dice que entre los finalistas estuvieron Carlos Edmundo de Ory, Julia Uceda y María Victoria Atencia. Todos ellos se merecían el galardón con creces.
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"Despedida al pie de un rosal"

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Si no hay conocimientos en las cenizas
dejémoslas caer en la belleza frágil
de este rosal que tiembla en el otoño.

¿Amar, qué significa, si nada significa?
Huésped del tiempo esquivo, desnudo ya de mí,
retener el raído esplendor de la existencia
que una vez creí mía,
antes que, apresurado,
me ciegue en el reverso de esta luz.
Y aguardar esta espera sin alguna esperanza,
sentir la fe de nada, pues soplé en las cenizas
y nada hay fuera de ellas:
tan sólo amar, sin pensamiento alguno,
el declinar pausado del Engaño.

Arde extraña la vida, como si contemplase
en mi extinción la ajena,
y no puedo apartar los ojos de su fuego.
Canta en el aire un pájaro,
el pájaro invisible de mi infancia,
el que entonces cantaba ya sin vida.

Arde una brasa aún al pie de este rosal
y no quema mi mano.
Cuánto olor en el aire, y el aire se lo lleva.
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* El poema forma parte de su libro La última costa (1995). Su Poesía completa (1960-1997) está publicada en Tusquets, en 1997. Y una buena Antología poética es la prologada por Ángel Rupérez, en la colección Austral de Espasa Calpe, en el 2006.
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