viernes, 29 de agosto de 2014

Tantos Vallcorbas

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Entre los grandes editores españoles de las últimas décadas, quizás el más atípico haya sido Jaume Vallcorba (Tarragona, 1949-Barcelona, 2014), tanto en lo personal como en lo académico y profesional. No en vano, fue Santiago y firmó VallcorbaPlana (todo junto). Pero despegó más actividades, como un temprano taller de serigrafía, Aiguadevidre. Se dio a conocer como poeta prometedor, aunque al fin y a la postre destacara como ensayista, investigador y editor de clásicos. La verdad es que lo conocí más bien poco, solo en encuentros esporádicos o intercambiando correos, a pesar de que coincidimos en un curso de doctorado que Francisco Rico impartía en su despacho, quien le mostraba afecto a pesar de lo poco que frecuentaba las clases. En la Autónoma de Barcelona se doctoró, fue lector en Burdeos (donde fundó la revista 4taxis que circulaba más entre los artistas que entre las gentes de la literatura) y profesor en diversas universidades catalanas, hasta que en el 2004 dejó la enseñanza para dedicarse solo a la edición. Pero mucho antes de todo eso coqueteó en Barcelona con los movimientos contraculturales.
            
A su sólida formación académica, y su estrecha amistad con Riquer, pues se convirtió en el editor de todos sus libros a partir de los ochenta, se unió una curiosidad siempre insatisfecha y un deseo por editar las grandes obras de la tradición occidental. Producto de todo ello fueron sus estudios sobre los trovadores, la Chanson de Roland, el Noucentisme o las ediciones de las obras de Josep Maria Junoy y J.V. Foix.

           

Volví a coincidir con él porque en 1983 diseñó mi primer libro que editó Antoni Bosch. Puso en la cubierta un cuadro de David Hockney, entonces muy poco conocido entre nosotros. Unos años antes, en 1979, había fundado la editorial Quaderns Crema (el nombre es un homenaje a los colores de los cuadernos que utilizaba Wittgenstein), donde editó tanto a autores consagrados o en vías de serlo (Ausiàs March, D´Ors, Carner, Trabal o Joan Ferraté), como a jóvenes que entonces iniciaban su trayectoria (Quim Monzó, Valentí Puig, Ramon Solsona, Sergi Pàmies, Ferrant Torrent o Empar Moliner), convirtiéndola en una editorial fundamental para la cultura y la literatura catalana. Mi única colaboración editorial con él fue el encargo de un prólogo, me imagino que por sugerencia del escritor, para una obra de Juan Perucho, Un silencio olvidado (Poesía, 1943-1947), publicada en 1995.
            
Después, en 1987, fundó Sirmio para editar obras en castellano, tanto ficción como ensayos y estudios, y allí aparecieron los primeros libros de Javier Cercas, la reedición de Helena o el mar del verano, de Julián Ayesta, la poesía de Fonollosa, además de volúmenes de Riquer y Claudio Guillén, y otros autores que luego rescataría con más éxito en Acantilado. En realidad, entre una y otra se aprecia una absoluta continuidad, y solo se diferencian por el diseño y los cambios de gustos de los lectores.
            

Esa postrera gran aventura empezó en 1999, dando vida a libros clásicos y modernos, de creación y ensayo. Entre los primeros, solo cito unos pocos, nos encontramos con obras de Dante, Rabelais, Montaigne, Goethe o Tolstoi. Pero también a reputados narradores del siglo XX, que él popularizó, sobre todo centroeuropeos, como Stefan Zweig, el de mayor éxito, Josep Roth, Arthur Schnitzler, o el más actual Inre Kertész, cuyos derechos perdió por falta de generosidad. Y donde fracasó Tusquets, en la edición de las obras de Simenon, en cuidadas traducciones, se empeñó Vallcorba, poniendo de nuevo en el mercado aquellas versiones. También apostó por autores más jóvenes, editó la poesía de Roberto Bolaño y la de Andrés Neuman, o la narrativa de Berta Vias Mahou, junto a obras de diversos géneros de los más veteranos Rafael Argullol y Juan Antonio Masoliver Ródenas.
            
Pero si tuviera que escoger mis preferidos en estos últimos años, han sido los libros y traducciones de Rosa Sala Rose (impagable su Diccionario crítico de mitos y símbolos del nazismo y su ed. de las Conversaciones con Goethe, de J.P. Eckermann) y Ramón Andrés, y los ensayos de Mario Praz, Marc Fumaroli, Antoine de Compagnon y, desde luego, los libros de microrrelatos de Alfred Polgar, Heimito von Doderer y Slavomir Mrozek, todos ellos comprados a tocateja, porque entre las muchas virtudes que tuvo como editor no destacaba precisamente la atención a la crítica. En cambio, editaba unos hermosos libros, de pulcro diseño y tipografía, en cuidadas traducciones.
 

           
Tras premiar su labor en Madrid y México, la Generalitat de Cataluña ha tenido que esperar a que tuviera los días contados para reconocer su labor, quizá porque no fue un patriota aspaventoso y fanático, como recordaba en su modélica necrológica Jordi Llovet.  

¿Qué pasará con Acantilado, quién se hará cargo de ella? ¿Existe, acaso, una personalidad semejante a la de su fundador que pueda mantener su atractiva línea editorial?
                         

12 comentarios:

´´ dijo...

¿De Polgar en castellano solo hay lo que publicó Vallcorba? yo lo tengo en la edición de Quaderns Crema.

Fernando Valls dijo...

Que yo sepa, sí, pero creo que Polgar apareció en Acantilado.
Saludos.

´´ dijo...

Si pero antes en Quaderns Crema en los noventa.

Isabel Mercadé dijo...

Si la necrológica de Jordi Llovet era modélica, la tuya no lo es menos. Y me gusta también tu pregunta final, precisamente la que me estoy haciendo estos días...
Un abrazo.

Fernando Valls dijo...

Gracias, Isabel, y también a Francis, pero, por favor, ¿podrías darnos la referencia, el título del libro y la fecha de la ed. en Quaderns Crema? Saludos.

Isabel Mercadé dijo...

Mira, Fernando, he encontrado esto. Parece que se publicó en Quaderns Crema, en catalán, claro: http://www.quadernscrema.com/llibres/la-vida-en-minuscula

´´ dijo...

http://www.quadernscrema.com/llibres/la-vida-en-minuscula

Fernando Valls dijo...

Gracias, Isabel, y Francis. Es un dato interesante que no conocía: `La vida en minúscula´, de Polgar, apareció en 1998 en catalán, en traducción de Manuel Lobo.
Saludos.

Elvira dijo...

Es una pérdida, Fernando; y como tal habrá que asumirla. Siempre nos quedarán tantos buenos libros publicados por él. Recuerdos.

Fernando Valls dijo...

Pero, Elvira, como dice Cyrano de Bergerac con un palíndromo: "A réveler mon nom, mon nom relévera". En suma, traducido a contrapelo: qué Elvira me manda recuerdos.

César Romero dijo...

La edición en Quaderns Crema de Manuel Lobo es en español. Desconozco si hubo otra en catalán, pero esa misma traducción es la que luego reeditó en Acantilado.
Un saludo

Fernando Valls dijo...

Sergi Masferrer, responsable de prensa de la editorial, me comenta que el libro de Polgar se editó simultáneamente en castellano (La Nueva Caja Negra, Quaderns Crema, 1998) y en catalán (Quaderns Crema, 1998). Y ya en Acantilado, en 2005, se reeditó en la colección de Narrativa.
Saludos.