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Dostoyevsky fue uno de los primeros escritores que leí de adolescente, pues sus obras completas, en la edición de Aguilar, estaban en mi casa. El caso es que entonces devoré todos sus libros, uno tras otro, por orden, aunque me imagino que debí de entenderlos regular... Me impresionó mucho, sobre todo, Memoria de la casa de los muertos. Toparme en San Petersburgo con el barrio donde transcurren algunas de sus principales novelas ha supuesto también un reencuentro con aquel primer lector que fui. En una entrada anterior vimos la tumba del escritor en el cementerio Tijvin, por lo que ahora vamos a detenernos en su Casa Museo. Está emplazado en la última vivienda que tuvo el escritor, entre 1878 y 1881, antes de morir con apenas 60 años de un enfisema, dada su afición al tabaco. Desde la ventana de su despacho podía ver la Iglesia de Nuestra Señora de Vladimir, pues le gustaba que se divisara el campanario. Se trata de un piso modesto, ya que hasta la primera fecha citada sus obras no empezaron a tener éxito; luego sería traducido a otras lenguas y nombrado miembro de la Academia de Ciencias. En esta vivienda escribió Los hermanos Karamazov. En el museo se conservan algunos objetos personales, como su sombrero y una caja de tabaco. Durante el régimen soviético sufrió modificaciones tras ser convertido en un piso comunitario. Pero en 1960, teniendo en cuenta la descripción de su esposa y amigos, fue reconstruido y se abrió al público en 1971, con motivo del 150 aniversario de su muerte.
La acción de sus novelas se sitúa con frecuencia en los alrededores del canal Griboiedova, en el barrio de Sennaya, donde se hallaba el Mercado del heno, quizá porque en esa zona las calles son sinuosas e insalubres, frente al trazado casi rectilíneo del resto de la ciudad. En el XIX, aunque fuera un barrio pobre, convivían en él diversas clases sociales. Así, por ejemplo, la planta baja de los edificios solía ocuparla el propietario, un comerciante acomodado, encima habitaban sus criados; en la segunda planta podía residir un coronel retirado, la viuda de un militar, un comerciante o bien un usurero; y en la buhardilla un estudiante pobre. Esta mezcla, con sus choques y violencia correspondiente aparece en sus novelas. En esta zona transcurre la acción de Crimen y castigo (1866) y aquí vivía Ralkolnikov, y no lejos, en el muelle, la usurera asesinada. Además, cerca encontramos la vivienda en que habitó entre 1864 y 1867, y donde escribió Noches blancas, cuya acción transcurre en las orillas del canal.
Pero, mucho antes, estuvo sentenciado a muerte por el zar Nicolás I, y detenido en la fortaleza de Pedro y Pablo, hasta que le fue conmutada la pena, tras un simulacro de fusilamiento, por el destierro a Siberia, condenado a trabajos forzados. Alejandro II le conmutó la pena y regresó a San Petersburgo, donde escribiría Memoria de la casa de los muertos (1861). Podría decirse, por tanto, que San Petersburgo es, como de ningún otro escritor, la ciudad de Dostoyevsky: en ella vivió 28 años, llegando a instalarse en unas veinte casas distintas.
.....* Las fotos son de GP.
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