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GUANO
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GUANO
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Ven, toma mi mano, eres bienvenida. Espero no haberte asustado. Casi nunca sienten mis pasos; me acerco sigilosa por la espalda hasta posar mi mano sobre el hombro, como hice hoy contigo. No, no lo hago con malas intenciones, simplemente es mi manera de llegar desde hace varios siglos. Ven, acompáñame; no te haré daño.
Caminemos juntas por el limbo que separa el espacio entre el ayer y el hoy, este brevísimo tiempo en que saltamos sin darnos cuenta con cada paso del segundero, con cada respiro. Siente esa luz…, su calor y a la vez su frescura; la paz que impregna en tus poros al contacto con tu piel. Respira. Absorbe por tus fosas nasales el haz de luz hasta que infle a plenitud tus pulmones. Siente cómo tus arterias permiten que la sangre se llene de luz y, de esa manera, inicie el recorrido hasta tu corazón donde purifica, arranca y desinfecta todo lo que en él es tóxico. Lo toma, enreda y disuelve en cada latido. Luego sale con la siguiente contracción para recorrer cada arteria, cada capilar y visitar una a una todas las células de tu cuerpo. Toca a la puerta, la dama abre como una amante apasionada y confundida. Entra la luz y, sin pedir permiso, recorre la habitación. Sutura heridas, remienda las telas precarias y saca la basura podrida. Así continua casa a casa, célula a célula purificando tu cuerpo hasta llegar a tus pulmones nuevamente y salir…, liberarse ya no tan brillante. Envuelta en una nube de humo negro y viciado, pestilente…, insoportable. Cargando toda la basura que te negaste a botar por años, carga inútil de recuerdos y sentimientos innecesarios.
No, no intentes seguirla, ya se ha marchado. No eches de menos lo que te estorba. Deja de aferrarte a las cadenas ahora sin candados. Respira, olvida, inicia…, resurge. Deja atrás lo que antes veías necesario. Atrévete a llenar esos espacios, ser feliz no es tan malo.
Ven…, acompáñame, sigamos por este pasillo infinito que pronto para ti habrá terminado. Sé que has disfrutado de mi compañía aunque mañana creas que todo lo has soñado. Ven, caminemos por unos minutos que te parecerán años. Ahora, frente a la puerta, debemos despedirnos. Tú debes regresar a tu cuerpo que ahora descansa, y yo debo continuar con mi trabajo…; pero, por favor, al despertar en el mundo de los humanos deja de mirar atrás y de buscar, entre escombros, de lo que hoy te he despojado…, deja de buscar en los cajones la basura que has guardado y empieza vivir, sin llevar a cuestas tanto guano.
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* El cuadro es de Enzo Cucchi.
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* El cuadro es de Enzo Cucchi.
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