EL DUELO
Me lanzó un cuchillo. Me hirió. Saqué mi espada. Como esgrimistas, combatimos sin más protección que las manos. Siento cómo mi piel se rompe al contacto de su afilado puñal, cómo su sangre y la mía salpica mi rostro. Es un duelo a muerte y el ganador se llevará la satisfacción de tener la razón.
Aquí no importan los sentimientos, ni el dolor. No se puede pedir clemencia, porque ambas tenemos en la mente un objetivo: vencer. No importa el precio, ya habrá tiempo para reflexionar.
Al verme en el suelo con su cuchillo destrozando mis entrañas, miro su rostro y no es de alegría, sino de dolor. ¡No sé qué ganamos al final con herirnos!, aparte de alejarnos para siempre..., alejarnos gracias al frío de la muerte. Siento que retira su puñal y veo su brillo venir con prisa. Con precisión exquisita penetra nuevamente en mi cuerpo. Esto se repite una y otra vez. El dolor cada vez es menos intenso. Ya he dejado de sentirlo. Es curioso como hay personas que saben clavar su cuchillo justo donde no podremos salvarnos, donde nuestra vida se irá.
No sé cómo logré incorporarme. La miro a los ojos y decido marcharme. No quiero que se lleve la satisfacción de verme morir. Camino por las calles con mis órganos desechos, dispuesta a hacerlo hasta que mi corazón se detenga irremediablemente..., siento lágrimas que ruedan por mi rostro..., duele perder y reconozco que de todo esto soy yo quien ha perdido más, porque aparte de mi vida he perdido la última gota de esperanza.
....
* Kathiana Vidal nació en la ciudad de Chitré provincia de Herrera, República de Panamá. Está muy interesada en el teatro y en la escritura, y trabaja como cirujano. Estos microrrelatos son inéditos.
....
2 comentarios:
Yo diría que, menos el condicional, todos los tiempos verbales de indicativo se dan cita sin estorbarse, en una historia en la que destaca la precisión y la asepsia narrativa. Yo diría que, puestos a decodificar un combate a muerte, todo está en su sitio, desde las fracturas irreversibles al cuestionamiento moral, y que el dolor es un ingrediente más, que da color al drama pero que no lo exagera. Parece que hay quienes no tienen bastante con esgrimir un bisturí en horas de trabajo, y se lo llevan a casa y todavía le sacan punta. Mi enhorabuena.
Describe con precisión los sentimientos que se derraman en un duelo, éste parece a muerte, pero extrapolables a cualquiera de los duelos con los que a diario nos batimos, sin pensar antes en lo banal de la recompensa y la importancia de las heridas, propias y ajenas.
Gracias por el relato. Saludos
Publicar un comentario