martes, 2 de noviembre de 2010

En Cartagena de Indias, 1

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Lloviznea a las 7 de la mañana en Cartagena de Indias, lo que no impide que ya haya gente bañándose en la playa, los observo desde la amplia ventana de mi hotel, en el piso 21. Las palmeras siguen en su sitio, sin apenas moverse, y los toldos aparecen dispuestos para recibir al resto de los bañistas y en los chiringuitos ya se nota movimiento. Estamos en octubre, el mes más húmedo y caluroso del año. A esta hora, el calor caribeño no resulta todavía sofocante, pero en cuanto vayan pasando las horas no nos libraremos de temperaturas de invernadero. Incauto de mí, llego a la ciudad con unas camisas finas, pero de manga larga, con lo que, para no achicharrarme y sudar la gota gorda, no tengo más remedio que tirarme a la calle y comprarme inmediatamente una guayabera y una gorrita, lleva cosida la bandera colombiana, que me proteja del sol. El hotel, situado en Bocagrande, la Miami Beach de Cartagena, es para turistas amantes de la playa, aunque no son gran cosa, de aquellos en que los clientes van todo el día en pantalón corto y chancletas, los caballeros con camisetas apretadas que les marcan los pectorales, los han cultivado con ahínco en el gimnasio durante el resto del año, mientras que entre las señoras y señoritas, sin distinción de edad, condición y cuerpo, predomina el modelo botero, muy apretadas, con lo que antes se llamaba el culo en pompa y haciendo alarde de generosos y torneados pechos, quizá por aquello de que sin tetas no hay paraíso.
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Toda está zona está plagada de hoteles, tiendas y restaurantes, desde que en 1943 se construyó aquí el Hotel Caribe, y toda la vida gira alrededor de la playa y de la farra nocturna. Quizá lo más llamativo y pintoresco sean las chivas, una especie de autobuses pintados de infinitos colores, que por las noches recorren la ciudad convertidos en fiestas ambulantes, parando aquí y allá para que los ocupantes sigan bebiendo y bailando en una auténtica fiesta móvil que llena de salsa las calles del lugar. A pesar del sol, la arena y la música caribeña, ésta es la zona menos interesante de la ciudad, sólo grata para dormir, si el hotel es confortable, con amplias habitaciones y desayunos generosos, como habitualmente suelen serlo en esta zona. Nos vamos, por tanto, al casco antiguo.
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* Las fotos son de Gemma Pellicer.
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6 comentarios:

Elvira dijo...

No existe "lloviznear", man.

Fernando Valls dijo...

Me imagino, anonima Elvira, que quieres decir que no lo recoge el Diccionario de la Academia. He leído en algún sitio que acabar los infinitos en `-ear´ es un rasgo del habla extremeña. Yo no soy extremeño sino andaluz, de Almería, y allí mi madre, que era maestra de escuela, cuando llovía poquito y con desgana solía decir que estaba "llovizneando". De ella debí aprenderlo y lo he seguido utilizando porque me parece un verbo preciso y hermoso. ¿Te parece razón suficiente, anónima Elvira?

Miguel A. Zapata dijo...

Pobre Ramón, si le hubieran puesto estos puntos tristes sobre sus íes libérrimas (él, que tenía frases rotundas y geniales como "el sistema nervioso engarabitado" para referirse a los árboles en otoño). Fernando, en Graná he oído también ese "lloviznear" delicado y sugerente, todo un bello abanico de matices contra la sosería de la lluvia, del llover.

RFT dijo...

Doña María Moliner recoge el verbo LLOVIZNAR, cuyo presente es LLOVIZNA. Lo define como:
lloviznar intr. Caer llovizna. Chispear. Llover.
También recoge el adjetivo LLOVIZNOSO/A:
lloviznoso, -a adj. Aplicado al tiempo o a un lugar, de lloviznas frecuentes.
En este blog:
http://lacomunidad.elpais.com/perfiles/2007/9/19/campillos-aproximacion-su-intrahistoria-44-
el autor que es de Campillos (Málaga), hablando del hablar de Cúllar-Baza señala el uso de LLOVIZNEAR por LLOVIZNAR y otros varios.
Yo creo que vale perfectamente LLOVIZNEAR, como vale perfectamente ACERCANZA.
Feliz estancia.

RAMÓN FERNÁNDEZ TELENTI

Andrea Doria dijo...

Un gran saludo! feliz de encontrar un post de mi "tierra" cuànto color verdad?

Fernando Valls dijo...

Pues, sí, Andrea, a Cartagena de Indias podríamos llamarla la ciudad de los colores. Voy dedicarle, en breve, más entradas. Saludos.