jueves, 4 de junio de 2009

Hoy se celebra el homenaje a Zúñiga en la Biblioteca Nacional

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Las verdades verdaderas de Juan Eduardo Zúñiga
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Hay escritores que están ya en la historia literaria, sin hacer ruido, sin haber tenido apenas reconocimiento público, porque sin su obra no podríamos entender el transcurrir y la evolución de las formas narrativas breves en castellano, sobre todo durante las tres últimas décadas. Y ello aunque la obra de Juan Eduardo Zúñiga se remonte a Inútiles totales, cuento barojiano que publicara en 1951, y escribiera como aportación personal a la tertulia de amigos del café de Lisboa, en la Puerta del Sol, a la que también asistían Buero Vallejo, García Pavón, Arturo del Hoyo, Corrales Egea y Vicente Soto. El caso es que Zúñiga forma parte de ese selecto grupo de escritores, cada vez más escaso, que casi en silencio, con la más absoluta discreción, han ido componiendo, a lo largo de seis décadas, entre susurros, una obra literaria que perdurará más allá de nuestro tiempo, como un testimonio fabulístico de la confusa época en que nos tocó vivir.
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Su trabajo como ensayista, traductor, articulista y, sobre todo, su obra como narrador, se extiende desde Largo noviembre de Madrid (1980) hasta su último libro de cuentos, Capital de la gloria (2003), para la que se ha valido de las estéticas del realismo, del romanticismo fantástico y del simbolismo, adecuando siempre su escritura, con su peculiar estilo alusivo, a lo que deseaba contar de la forma más verdadera posible. Entre sus ficciones, aparece también, de hecho, una sutil reflexión sobre el arte de la escritura. Zúñiga, a través de sus relatos, nos ha proporcionado una visión diferente, humanizada, de la guerra civil española y de los primeros años de postguerra. Su épica, más perdurable sin duda, se sustenta en ese heroísmo que supone sobrevivir día tras día, en medio de los difíciles tiempos de la guerra y de la posterior Victoria. Pero también nos ha proporcionado imágenes ya inolvidables de autores como Larra, Flores de plomo (1999), y de grandes escritores rusos, entre ellos Puskin y Turguéniev, a quien -según ha confesado- le debe su vocación de escritor, sus almas y los paisajes de sus obras.
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Zúñiga es un maestro, un hombre querido tanto por sus compañeros de oficio como por sus lectores. Sospecho que incluso es venerado incondicionalmente por los críticos, esos seres sin corazón. Así, quedan dichas algunas de las razones confesables por las nos reunimos en la Biblioteca Nacional; pero también estaremos allí para celebrarlo, para alegrarnos con él, y con Felicidad, de toda una vida cumplida, como escritor y ser humano, entrañable, discreto y sensible, por su búsqueda de la verdad y por la excelencia literaria de sus obras.
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Gracias, Juan Eduardo.
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* Hoy, jueves, a las 7 de la tarde, Homenaje a Juan Eduardo Zúñiga en la Biblioteca Nacional, con la participación de los profesores Gonzalo Sobejano y Santos Sanz Vilanueva, y de los escritores Alfons Cervera, Manuel Rico y Ricardo Menéndez Salmón.
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9 comentarios:

Javier Quiñones dijo...

Entrañables tus palabras sobre Juan Eduardo Zúñiga, Fernando, que comparto en su integridad. Su trilogía de libros de cuentos es de lo más destacado en el género en los últimos cincuenta años. Algunos de los cuentos de "Largo noviembre" o de "Capital de la gloria" son auténticas piezas maestras. Enhorabuena, pues, y me sumo, desde tu blog, a ese homenaje que le hacéis en la Biblioteca Nacional. Y tienes razón, vida cumplida...
Un abrazo, Javier.

Dario dijo...

Mis felicitaciones para Juan Eduardo Zúñiga a quien pido excusas, haciendo honor mi extensa ignorancia literaria, por no haber sabido de su prosa hasta el día de hoy, en esta nave.
Como desagravio voy a hacerme con alguna de la piezas maestras que ha citado el Sr. Javier Quiñones y, con su lectura, brindarle mi saludo.

Javier Quiñpones dijo...

Estimado Darío, por concretar algo más, propongo la lectura de dos cuentos de "Capital de la gloria": "Los mensajes perdidos" y "Ruinas, el trayecto: Guerda Taro". Seguro que no defraudarán, son buenísimos.
Perdona, Fernando, esta intromisión de nuevo en tu blog.
Un abrazo, Javier.

Javier Sánchez Menéndez dijo...

Fernando tienes razón.

Se lo merece con creces.

Un abrazo.

Fernando Valls dijo...

Javier, esta es tu casa y puedes intervenir todas las veces que quieras, y más...

Javier Sánchez Menéndez dijo...

Gracias Fernando. Un placer.

Javier Quiñones dijo...

Estimado Javier (Sánchez), aunque sé que Fernando lo dice por los dos, creo que su entrada, en esta ocasión, se refería a mí. Me ha hecho gracia este cruce de nombres. En cualquier caso, me uno a lo que dice Javier y creo, como dije arriba, que no sólo se lo merece, sino que esa trilogía, que ya se edita junta en edición crítica, quedará, seguro y será leída muchos años después de que su autor y nosotros ya no estemos por estos lares.
Un abrazo, Javier.

Fernando Valls dijo...

En efecto, en esta ocasión me refería a Quiñones, pero lo decía por los dos javieres. Gracias a ambos.

Dario dijo...

Oido Sr. Javier Quiñones, me haré con ellos gustósamente.