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"Sin margen para la duda"
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“¿Vos me darías un riñón?”. Se lo había preguntado la semana anterior por enésima vez mientras prendía un cigarrillo recostada en el cabezal de la cama. “¿Un riñón?”, protestó él. “¿Nomás uno?”, bromeó. Y entonces ella lo pateó para echarlo. “Andate”, le ordenó. “¿Por qué? ¿Qué te hice?”, quiso saber él, que además se estaba muriendo de sueño. “Confesarme que no me querés”, lo acusó ella. “Pero sí te quiero, ¿cómo no te voy a querer?” “Si me quisieras, no me negarías un riñón”. Y ahí mismo, harto de acusaciones, se arrancó uno como pudo y le dijo: “Tomá. Y ahora, dejame morir”.
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......."Sin margen para la duda"
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“¿Vos me darías un riñón?”. Se lo había preguntado la semana anterior por enésima vez mientras prendía un cigarrillo recostada en el cabezal de la cama. “¿Un riñón?”, protestó él. “¿Nomás uno?”, bromeó. Y entonces ella lo pateó para echarlo. “Andate”, le ordenó. “¿Por qué? ¿Qué te hice?”, quiso saber él, que además se estaba muriendo de sueño. “Confesarme que no me querés”, lo acusó ella. “Pero sí te quiero, ¿cómo no te voy a querer?” “Si me quisieras, no me negarías un riñón”. Y ahí mismo, harto de acusaciones, se arrancó uno como pudo y le dijo: “Tomá. Y ahora, dejame morir”.
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* Flavia Company (Buenos Aires, 1963) es escritora, periodista y traductora. Es licenciada en Filología Hispánica e imparte clases de escritura en el Ateneo de Barcelona. Entre sus novelas destacan Saurios en el asfalto (1997), Dame placer (1999), Ni tú ni yo ni nadie (Premio Documenta 1997), La mitad sombría (2006) y La isla de la última verdad (2010); y entre sus libros de relatos Viajes subterráneos (1997), Género de punto (2003) y Con la soga al cuello (2009). Mantiene el blog: http://www.fcompany.blogspot.com/. Este microrrelato es inédito.
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* La foto es de Laura Zorrilla.
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12 comentarios:
Se ve venir al final, pero está tan bien narrado que poco importa. Como si hubiera sido testigo, ahí mismo, sentado en una silla junto a la mesilla de noche.
Un abrazo para los dos.
Está claro que no hay ninguna duda. Con un riñón en la mano, con amor o sin él, la claridad es meridiana.
Salud
Francesc Cornadó
Estoy con Jesús.
Yo destaco dos aspectos de este texto. Por una parte, la economía de medios a la hora de situar el escenario (“en el cabezal de la cama” es una referencia tan escueta como efectiva). Y por otra, el rendimiento que Flavia obtiene del verbo “morir”. Porque es evidente que el hombre muere de verdad al final de la historia. Pero antes se moría de sueño. Y a mí me da la impresión que, tras complacer a su pareja, conjuga su última frase convocando un más que merecido descanso. Aunque sea eterno.
Pedro: Tal cual. Un abrazo a todos.
A mí me gustó especialmente la integración de las voces en la narración. Y el final, brutalmente tierno.
Un abrazo.
Sí, el análisis de Pedro es muy acertado. Así lo he visto yo también. Un aburrimiento, una saturación, como decir así ya me dejas en paz, y me duermo al fin y ya no te escucho aunque me muera.
Un saludo
No hay como tomar medidas drásticas ante situaciones irresolubles como esta que presenta Flavia. Está muy bien. Un abrazo
¿Y si fuéramos capaces de perderlo todo por el deseo apremiante de un momento? Ese hombre, en ese momento, estaba dispuesto a todo por dormir.
Prefiero verlo así, de un realismo de cincel y bisturí.
Me encantó.
Hay amores que nos cuestan un riñón, y parte del otro.
Me gusta ese choque de amores exigentes y resignados, esa visceralidad literal que lleva la historia del realismo de cama al género fantástico quirúrgico.
Muy bueno, Flavia.
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