No le ha hecho ninguna gracia a Antonio Muñoz Molina que el periódico El País le haya dedicado la portada de su semanario, obra de Óscar Mariné, a Belén Esteban, y así lo ha comentado en su blog Escrito en un instante. La verdad es que no he visto en mi vida el programa de televisión en que esta señora, con pinta de verdulera requeteoperada, participa; como tampoco sé apenas nada de ella. Pero he leído el reportaje de Jesús Rodríguez en El País Semanal y me parece que no desentona de otros muchos semejantes del periódico: así, de las habituales gracietas del llamado EP3, de las noticias de la sección "Gente", de los artículos visionarios de Vicente Verdú, como tampoco de algunos inocuos reportajes y ciertas críticas arbitrarias de Babelia, suplemento que ha ido de mal en peor hasta tocar fondo, y ello pese a conservar aún algunos buenos articulistas y críticos. Es evidente que el diario se ha vulgarizado, y que se ha convertido en peor periódico del que era, mutación que no se ha producido en otros diarios de semejante entidad de Francia, Suiza, Italia o Alemania. Y para más inri, desaparece CNN+ (como me aclara un anónimo comunicante), uno de los pocos espacios de televisión que tenía dignidad. Parece ser que volvemos al majismo, sólo falta el regreso de Fernando VII, el cierre de las Universidades para dedicarlas a escuelas de toreo y campos de entrenamiento de castellers, ahora que ya son patrimonio de la humanidad.
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Lo que me sorprende de la queja de Muñoz Molina, que comparto en su totalidad, es el momento que ha escogido el autor para formularla, pues esa horterización hace tiempo que venía acentuándose, desde que nombraron al director actual, con su nuevo equipo, el cual mucho me temo que debe de estar conviviendo con una cierta incomodidad con los periodistas de anteriores etapas, que siguen siendo, en mi opinión, los más rigurosos del diario. Así que, o Muñoz Molina no leía con atención el diario en el que escribe, o no le había parecido hasta ahora que la cosa fuera tan grave, al menos hasta que se topó con el aterrizaje en portada de Belén Esteban.
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Lo que me sorprende de la queja de Muñoz Molina, que comparto en su totalidad, es el momento que ha escogido el autor para formularla, pues esa horterización hace tiempo que venía acentuándose, desde que nombraron al director actual, con su nuevo equipo, el cual mucho me temo que debe de estar conviviendo con una cierta incomodidad con los periodistas de anteriores etapas, que siguen siendo, en mi opinión, los más rigurosos del diario. Así que, o Muñoz Molina no leía con atención el diario en el que escribe, o no le había parecido hasta ahora que la cosa fuera tan grave, al menos hasta que se topó con el aterrizaje en portada de Belén Esteban.
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Leo en algún lugar que esta sorprendente aparición se ha debido a la fusión de Telecinco y Cuatro, canal perteneciente al grupo Prisa. No lo sé, claro, pero tampoco lo creo. Sin embargo, alguna mala conciencia debían de tener los responsables de El País Semanal, por la barrabasada que estaban cometiendo, cuando ha aparecido rodeada de entrevistas con el arquitecto Rafael Moneo y el escritor Jorge Semprun. En fin, Moneo, Belén Esteban y Semprún, en el mismo potaje, puesto que todo da ya lo mismo, en aras de un supuesto interés sociológico, con el se justifican semejantes chabacanerías. Pura posmodernidad, en suma. Y como denunciaba Aurelio Arteta en ese mismo periódico hace unas semanas, si bien a propósito de asuntos mucho más graves, estas cosas ocurren porque todos los que compartimos la opinión del autor de El jinete polaco preferimos mirar para otro lado y callar. Así las cosas, hay que agradecerle a Muñoz Molina la valentía mostrada al denunciar públicamente lo que tantos que seguimos teniendo a El País como nuestro periódico, pensábamos.
Leo en algún lugar que esta sorprendente aparición se ha debido a la fusión de Telecinco y Cuatro, canal perteneciente al grupo Prisa. No lo sé, claro, pero tampoco lo creo. Sin embargo, alguna mala conciencia debían de tener los responsables de El País Semanal, por la barrabasada que estaban cometiendo, cuando ha aparecido rodeada de entrevistas con el arquitecto Rafael Moneo y el escritor Jorge Semprun. En fin, Moneo, Belén Esteban y Semprún, en el mismo potaje, puesto que todo da ya lo mismo, en aras de un supuesto interés sociológico, con el se justifican semejantes chabacanerías. Pura posmodernidad, en suma. Y como denunciaba Aurelio Arteta en ese mismo periódico hace unas semanas, si bien a propósito de asuntos mucho más graves, estas cosas ocurren porque todos los que compartimos la opinión del autor de El jinete polaco preferimos mirar para otro lado y callar. Así las cosas, hay que agradecerle a Muñoz Molina la valentía mostrada al denunciar públicamente lo que tantos que seguimos teniendo a El País como nuestro periódico, pensábamos.
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15 comentarios:
Pues me sumo a la protesta. Desde luego, que El País se convierta en adalid de esa España de charanga y pandereta me parece deleznable. En cuanto al Babelia, bueno, todavía vale la pena comprar el periódico los sábados para leer a Rodríguez Rivero.
Saludos.
Está claro que desde hace algunos años EP se ha horterizado, como tú dices, y yo diría (también escuchando a la SER y el tono de los informativos de mediodía de Canal +) que se ha derechizado. El problema se acentuó desde la salida al aire de La Sexta y la aparición del diario El Público. Respecto de Babelia,te diré que hace muchísimo tiempo empezó a caérseme de las manos.
Todo lo que dice MM me parece sensato, pero no entiendo el porqué lo suelta ahora ¿Estará preparando su aterrizaje en Público?
Esteban vende. Y el pais semanal lleva mucho tiempo siendo un anuncio.
Querido Fernando:
Voy a discrepar: de ti, de Muñoz Molina y de los que hasta ahora han intervenido en la discusión.
1) Es posible que dedicar la portada del EPS a Belén Esteban sea síntoma de muchas cosas, entre otras de la alianza de medios de comunicación que se ha cargado a Iñaki Gabilondo, Antonio San José y José María Izquierdo. Pero es que esta mujer, nos agrade o no, es una de las claves para intentar comprender qué está pasando con nuestra malhadada cultura (y la televisión, querámoslo o nos disguste, es cultura). Cuando Christian Salmon escribió «Kate Moss Machine» abrió una vía nada desdeñable para interpretar este tipo de fenómenos, vía que Miguel Roig acaba de aplicar a Belén Esteban en «La fábrica de porcelana», un libro notable sobre eso que Jesús Rodríguez, en su reportaje del EPS, llama «hiperrealidad». Todo esto, huelga decirlo, no viene de ahora. Ya Baudrillard, en los 80, con su habitual inteligencia y su irritante frivolidad, se asomó a estos abismos con resultados desiguales y, en buena medida, dañinos para nuestra salud lectora. (Verbigracia: su influjo en el «divino» Vicente Verdú, ese insoportable guardián de las esencias posmodernas). A mí el reportaje ni me ha ofendido ni me ha disgustado. Creo que muestra bien a las claras lo que de juguete roto hay en esta mujer (y los juguetes rotos femeninos, de Marilyn Monroe a Carmen Ordóñez, pasando por Cristina Onassis, son excelentes reveladores de un tiempo y de un clima, sea el de Hollywood, la España de los toreros o el Gran Capital) y, sobre todo, las intervenciones de Paolo Vasile, el consejero de Telecinco, que puntúan el texto de Rodríguez y el discurso de Esteban, muestran, en toda su crudeza, lo que esta mujer representa.
2) Respecto a Muñoz Molina, su postura, en este caso, me parece edificante pero sin sustancia. Quizá nuestro académico deba aceptar que, le guste o no, existe vida más allá de las exposiciones de pintura americana, el pensamiento de Tony Judt y las novelas escritas por cónyuges.
3) Para concluir, y ya que hablamos de EPS. Compré la revista el pasado domingo no por la portada de Belén Esteban, sino por el reportaje sobre Jorge Semprún. Resultado: el encuentro de Juan Cruz con una de las figuras más importantes de la cultura española durante el siglo veinte me resultó infinitamente más decepcionante que el retrato pop, afterpop o superpop de la nefanda diva. A lo mejor deberíamos reflexionar sobre eso.
Un abrazo y feliz noche para ti y para Gemma,
Ricardo MS
Hace años ya que el EP lo tiraba sin sacarlo del plastiquito: tanta modernidad guaysista me enfermaba y ni siquiera miraba si el potage contenía algo bueno. Antes de que sacaran a Belén Esteban (a la que hasta hace poco llamaba, por desconocimiento, Belén Estébanez).
Mantuve la compra del periódico de los sábados, porque tenía desde el número 1, encuadernados a la antigua, y me dije voy a llegar al número 1.000 y lo dejo (con esa ilusión infantil de terminar pegando el último cromo en el álbum). He tirado los últimos que tenía (para unos dos tomos) y he dejado de comprarlo. Y lo digo aquí porque la crítica (o mejor, la cítrica) a la antología del cuento español del amo de la casa y de Gemma Pellicer me pareció no solo una rastrerada (que por alguna antología de una editorial de la casa acabaría enseñando la fea cabezota), sino una muestra del nivel más ínfimo.
La Belén puede ser la aceituna grasiente del brebaje, pero la pócima lleva destilándose mucho tiempo; aunque con gente muy guapa y encantadora.
Como dirian los personajes de Forges: ¡País!
Saludo
Nán, lo de Belén Estébanez me parece un acierto; y aunque al costumbrista romántico me imagino que no le haría ninguna gracia, sabría mejor que los responsables de El País cuál es el lugar que debe ocuoar esta señora. Saludos.
Buenas, por si a alguien le interesa, lo que va a desaparecer no es Canal +, es CNN+. Lo primero es una televisión de pago que contiene multitud de canales. Cuantos más pagas, más canales ves. Lo segundo es un canal de noticias las 24 horas que se emite, aún, en abierto. Allí es dónde, por ejemplo, podíamos ver al mejor entrevistador de las televisiones españolas, Antonio San José. Y, también, donde Iñaki Gabilondo seguía aparentando ser un periodista libre de pecado y de filias políticas. Lo que Canal+ y CNN+ tienen en común es que pertenecen a Prisa, editora de El País. Tras el cierre de CNN+ dentro de unos días, ya sólo quedará un canal español de noticias, que es el de TVE. Saludos
Querido Ricardo:
Me alegra tu discrepancia porque me obliga a explicarme mejor. No creo que fenómenos como el de Belén Esteban expliquen lo que le ocurre a nuestra cultura, quizá por tener yo una idea algo más restrictiva sobre la misma, que deja fuera programas de televisión como este al que nos estamos refiriendo. Lo que me parece preocupante, más allá de la anécdota del protagonismo de BE (que, desde luego, no tiene los méritos de Marilyn Monroe; aunque sí los de Carmina Ordóñez), o el que se le concedió en su momento a Ruiz Zafón o Lucía Etxebarría, por no descender a los personajes de la prensa del corazón, es la deriva del periódico hacia posiciones cada vez más superficiales, complacientes y acríticas con el majismo, en secciones como la de Tendencias, Gente, Cultura, el EP3 y EPS. Y claro que hay vida, vida real y cotidiana, más allá de las exposiciones de pintura americana y del pensamiento de Tony Judt, pero no creo que sea éste el tipo de cultura que yo prefiera encontrar en mi periódico, y precisamente por eso lo sigo prefiriendo al resto.
Me parece que nuestra posición al respecto (y te incluyo en el plural porque estoy seguro de que nos costaría poco ponernos de acuerdo), no debería consistir en comprender y explicar esas presencias, a la manera en que viene haciéndolo Verdú, porque esa actitud me parece que tiene algo de dejación, sino en cuestionarlas y en criticarlas, sobre todo porque ese mismo espacio podrían y deberían ocuparlo otros reportajes y autores más a tono con la historia y la trayectoria del periódico, a los que se les presta cada vez menor atención. Abrazos.
Que las masas adoren a este tipo de personajes: Belén Esteban, Lady Gaga, etc. es la prueba fehaciente de que el fin del mundo está muy muy cerca.
Cuando el domingo vi a “la nueva heroína de la telerrealidad” en la portada, ya antes de rasgar el plástico para abrir las páginas de EPS –y a pesar de la coartada del retrato pop con el que se desmarcan de la típica imagen que ofrece otro tipo de revistas—, no pude evitar pensar algo así como: ¿tú también, Bruto, hijo mío? No me paré después a leer el reportaje porque la figura de esta señora no despierta en mí ningún interés, sino más bien rechazo y hartazgo; pero entendí que la revista, que al fin y al cabo acoge reportajes de temas muy diversos, sí lo hiciera: es un fenómeno televisivo que nos resulta muy difícil de explicarnos a muchos y desde ese punto de vista supongo que puede dar de sí para que algunos lo hagan el objeto de su estudio o interés. O que, como se ha dicho, se intenten dar las claves para comprender lo que (aunque nos pese) también es nuestra cultura. Lo que me parece incongruente no es que se le dediquen unas cuantas páginas en un reportaje, sino que se le brinde nada menos que la portada, y eso por pura coherencia con la propia publicación. Habría encontrado mucho más acorde con el tipo de revista que es EPS que hubiera estado en ese número, por ejemplo, Jorge Semprún.
Por otra parte creo que no deberíamos cargar las tintas contra Belén Esteban (quien por cierto no es un juguete roto; de que lo será antes o después no nos cabe la menor duda, pero hoy por hoy está todavía muy entera) sino más bien contra quienes seguirán explotando el fenómeno mientras les siga siendo rentable. Y a ese grupo es al que ahora, al menos en apariencia, se ha sumado también EPS.
En realidad, no deberíamos de cometer el error de comentar este asunto en términos de cultura. No es cultura, es dinero. O sólo es cultura en la medida que el dinero ha pasado a ser lo principal de nuestra cultura. Lo de BE no es muy distinto de lo que pasa con algunas revistas y suplementos de literatura, que sólo reseñan libros de aquellas editoriales que pagan una publicidad. En QuéLeer, no coincide la publicidad y la reseña en la misma página por puro milagro. Hoy en día no hay medio que envíe a un fotógrafo a algún sitio a menos que haya dinero de por medio. Me lo decía el otro día un amigo fotógrafo de uno de los periódicos de tirada nacional: te envían a Roma a fotografiar a alguien o cubrir algún evento y sabes que no es porque la persona lo merezca o porque el evento importe a los lectores; al final siempre te encuentras con lo mismo: es dinero. Un directivo coincidió en una cena con alguien y llegó a un acuerdo para cubrir determinados eventos o decir determinadas cosas de esto o lo otro. ¿Es eso periodismo? No es lo que le interesa a los lectores saber. Es publicidad en reportajes, entrevistas, etc. Pero hace mucho que el tinglado funciona así. Ese mismo fotógrafo me decía que, al mismo tiempo que el periódico está echando gente a la calle, el garaje de la redacción es un desfile de coches de alta gama. Jaguars, Mercedes… “¿Periodistas con esos coches, de qué?”, me dice. Gente a la calle, se han dado cuenta de que el periódico sale igual, y los beneficios no han dejado de crecer. Claro, alguno me dirá que en mis palabras puede haber algo de demagogia. Sin embargo, Prisa + Telecinco = Belén “Estébanez” en la portada de El País Semanal. Por qué no deberían de hacerlo si lo hacen con las reseñas de los libros?, ¿si aquí hace un montón de tiempo que no se da puntada sin hilo? El reportaje es una exposición de todo lo que ya sabemos de Belén Esteban por activa y por pasiva (porque en este país es francamente difícil no tener una idea de la vida y milagros de Belén); es decir, el reportaje es, en realidad, una publi. Y por qué, ¿porque ahora Prisa tiene intereses puestos en ella, como los tiene en Millás o en Rosa Montero? Y que no se cantee mucho Antonio Muñoz Molina.
saludos
Nicolás Melini
Guste o no guste, esta chica es un fenómeno mediático, ý no es extraño que El País dedique una portada a un fenómeno mediático, sea bonito o feo ese fenómeno, de la misma manera que le pueden dedicar una portada a Hitler o a Gandhi. El País no hace un reportaje "del corazón", sino que se preguntan el por qué de este fenómeno. No por ignorar a esta chica en la prensa escrita seria va a dejar de existir. Está ahí. La prueba del interés que genera Belén Esteban es este post, que al fin y al cabo, Fernando, al igual que El País, se lo dedicas a Belén Esteban, o a El País que habla de Belén Esteban. Todo lo relacionado con ella interesa para bien o para mal. Habría que preguntarse por qué. Yo creo que simplemente es porque ha dejado de ser persona para convertirse en un personaje, y al igual que en los culebrones radiofónicos de los años 60, a la audiencia le interesa el siguiente capítulo de su vida. Lo que enfada a los sectores intelectuales es que es malhablada e inculta, pero ese es el personaje. Lo de Belén Esteban es mero entretenimiento, sin más, no es cultura, ¿cómo va a ser cultura?. Tampoco hay que enfadarse. Un puede leerse el reportaje de Semprún y el de Belén Esteban sin entrar en contradicciones de ningún tipo de la misma manera que puedes leer un cómic de Tintín por la mañana y por la tarde el Ulises de Joyce. A Umbral le encantaban los programas de cotilleo y Quim Monzó hizo campaña por el chiquilicuatre. Yo suelo poner el Canal Historia, y eso que trabajo en Telecinco, aunque no suelo decirlo porque a veces hay gente a la que le parece contraindicado con el tema de ser escritor "serio". No he entrevistado a Semprún, pero recuerdo un día en el que tuve que entrevistar a Zapatero y ese mismo día a Belén Esteban, y creo que no me pasó nada (pero no tengo Jaguar ni Mercedes, vaya). Un abrazo.
Creo, Manu, que esa lógica, "es un fenómeno mediático, sociológico", "me debo a mi público", "me he presentado al Planeta para ampliar el número de lectores", resulta perversa, porque con ella podemos justificarlo todo.
Si yo fuera periodista, me mandaran entrevistar a BE y no tuviera más remedio que hacerlo, lo llevaría a cabo de la manera más digna posible; pero estamos hablando como lectores y espectadores críticos, y para ello lo primero es no aceptar una lógica que no debe ser la nuestra. Gracias a todos por vuestros comentarios y feliz Nochebuena.
¿Por qué ahora (te preguntas, Fernando), si esto lleva pasando tanto tiempo? ¿Por qué ha esperado a que salga en portada Belén Esteban, cuando podría haberlo dicho antes por un montón de cosas. Yo creo que Antonio Muñoz Molina, hasta ahora, podía observar cómo el periódico El País, más o menos, caía y decaía en su excelencia, publicaba cosas con torpeza o permitía un mal ejercicio de la profesión. Siempre y cuando él mantuviera la excelencia… Pero sólo ahora se ha visto a sí mismo comparado con Belén Esteban. Belén Esteban ha pasado a formar parte del grupo, y, como el grupo ha hecho siempre con aquellos escritores, directores de cine, etc., en los que tiene puestos sus intereses, le ha dedicado su espacio publicitario, le ha hecho un reportaje publi en toda regla, portada incluida. Antonio Muñoz Molina = Belén Esteban. Insultante. Es un gran paso, de carga simbólica, prestar la portada de El País Semanal a lo más zafio de la tele y la realidad. Ni él lo puede aguantar, ni nosotros deberíamos dejarlo pasar sin señalarlo, como bien estamos haciendo.
Nicolás Melini
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