sábado, 18 de febrero de 2012

PAZ MONSERRAT REVILLO, y 2

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El futuro del pasado
La señora Capuleto y la Sra Montesco se encontraron en el mercado de la Piazza delle Erbe -al fin y al cabo Verona no era más que un pueblo- quince días después de la desgraciada confusión que llevó al suicidio sucesivo de sus impulsivos hijos.
Ahora que el destino les había vetado ser las consuegras más enemistadas de la historia de la literatura universal, se miraron fijamente a los ojos buscando una salida. En lugar del odio y la tristeza previstos, no pudieron evitar imaginarse la felicidad de hacerse apacibles visitas para tomar pandoro con café y, aun más adelante en ese imposible futuro, cuidar juntas de sus bellísimos y apasionados nietecitos.
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6 comentarios:

Araceli Esteves dijo...

Un relato muy conseguido. Me gustan las historias que descolocan a los personajes, que nos descolocan a los lectores.Aventurarse al qué pasaría si, me parece, en este caso, de lo más tierno.

AGUS dijo...

Quién sabe, como insinúa Paz, si la vida de los personajes va más allá del fatídico punto final. Y si ellos siguen a la suya, ajenos a nosotros. O viceversa.

Enhorabuena Paz, gracias Fernando.

Abrazos.

Propílogo dijo...

Más allá de la recreación del clásico, me atrae la situación de la nostalgia de lo que no va a suceder. El deseo común de que hubiera perdurado su historia de odio con final feliz.
Saludos
Gabriel

Gemma dijo...

Paz, el blog de Araceli se llama El pasado que me espera, título muy en consonancia con el de tu micro. Me ha parecido una hermosa casualidad.

Cambian las circunstancias y, de súbito, cambian los sentimientos y sentires, como si de un todo se tratara. Hay que ver lo volubles que somos...
Saludos cordiales

Paz Monserrat Revillo dijo...

¡Gracias por los comentarios!
Me daré un paseo por el blog de Araceli
Ayer estaba leyendo unos ensayos de Marguerite Yourcenar y de repente decía: "De todos los remordimientos del hombre , tal vez el más cruel sea el de lo no realizado". Muy a propósito con lo que comentais.Aunque siempre hay una salida: tirar del hilo de la ficción para darle otra oportunidad a lo que no pudo ser ¿no?
Paz

Jesús dijo...

¡Dios, estaba embarazada! Entonces sufrió un mareo. Pobre Romeo, quizás bebió del veneno nada más saber de su paternidad. Me alegro por los abuelos, aunque no me los imagino lanzándose a las mismas correrías...