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En Los fugitivos (Menoscuarto, 2011), la última y muy recomendable novela que publicó Carlos Pujol unos meses antes de fallecer, cuya acción transcurre en la Roma de 1943, aparece una breve escena que transcurre en el café Aragno. El pintor Amerigo Bartoli, en un cuadro titulado Los amigos en el café (1930) que se conserva en la Galería Nacional de Arte Moderno de Roma, lo pinta como homenaje al local y a los diversos artistas, escritores y periodistas romanos de los años veinte y treinta que lo frecuentaban en la Via del Corso. En 1955, el café pasó a denominarse Alemania. De izquierda a derecha aparecen en el cuadro Emilio Cecchi, Vincenzo Cardarelli, Carlo Socrate, Ardengo Soffici, Antonio Baldini, Pasqualina Spadini, el poeta Giuseppe Ungaretti, Mario Broglio, el camarero Malatesta, Armando Ferri, Quirino Ruggeri, Roberto Longhi, Riccardo Francalancia, Amerigo Bartoli, Aurelio Saffi e Bruno Barilli. También fue cliente asiduo F.T. Marinetti. Solía decirse entonces -lo recuerda Carlos Pujol en su novela- que quien no se había visto en los espejos del Aragno no era nadie, pero inmediatamente se avisaba que casi todos los que se habían visto tampoco. En fin.
En Los fugitivos (Menoscuarto, 2011), la última y muy recomendable novela que publicó Carlos Pujol unos meses antes de fallecer, cuya acción transcurre en la Roma de 1943, aparece una breve escena que transcurre en el café Aragno. El pintor Amerigo Bartoli, en un cuadro titulado Los amigos en el café (1930) que se conserva en la Galería Nacional de Arte Moderno de Roma, lo pinta como homenaje al local y a los diversos artistas, escritores y periodistas romanos de los años veinte y treinta que lo frecuentaban en la Via del Corso. En 1955, el café pasó a denominarse Alemania. De izquierda a derecha aparecen en el cuadro Emilio Cecchi, Vincenzo Cardarelli, Carlo Socrate, Ardengo Soffici, Antonio Baldini, Pasqualina Spadini, el poeta Giuseppe Ungaretti, Mario Broglio, el camarero Malatesta, Armando Ferri, Quirino Ruggeri, Roberto Longhi, Riccardo Francalancia, Amerigo Bartoli, Aurelio Saffi e Bruno Barilli. También fue cliente asiduo F.T. Marinetti. Solía decirse entonces -lo recuerda Carlos Pujol en su novela- que quien no se había visto en los espejos del Aragno no era nadie, pero inmediatamente se avisaba que casi todos los que se habían visto tampoco. En fin.
2 comentarios:
Deliciosa novela, una de las mejores de 2011, sin lugar a dudas.
¿Pueden darle el premio Fundación Lara?
César, creo que ese premio desapareció hace unos años; pero de seguir existiendo tampoco me parecería oportuno que se lo dieran a quien fue siempre empleado de Planeta. Saludos.
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