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Hace unas semanas, Joan de Sagarra, en su artículo dominical de La Vanguardia, su sección "La terraza" es lo primero que leo del diario, contaba la historia del célebre eslogan: El Barça es més que un club. Siempre escrito en catalán, claro. El caso es que el inventor fue Javier Coma, publicista y reconocido experto en la historia de los tebeos y de la novela policíaca. Javier Coma mantiene tertulia con Marsé, Vila-Matas y Sagarra en el Sandor. Por lo visto, el eslogan se lo encargó la FIFA a la agencia Sagi, donde trabajaba Coma, con motivo de la celebración el 31 de octubre de 1973 del Día Mundial del fútbol, que se conmemoraba en el Camp Nou con un partido entre las selecciones de Europa y América.
Los que somos del Barça, de toda la vida, y no por patriotismo catalán precisamente, sino por el gusto de ver otra manera de hacer fútbol, nos sentimos incómodos cuando es utilizado para hacer política, tal como ocurrió en la época de Joan Laporta, a quien espero que Satanás haya acogido en su seno, pues utilizó el club para su propio beneficio: político, escaso, y parece ser -si hacemos caso a lo que dice la prensa local- que económico. En los resultados deportivos la época del susodicho fue buena, pero en todo lo demás el Barça fue -ahora de verdad- más que un club: un puticlub, como afirma el dicho -disculpadme- ya algo sobado.
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Lo curioso y sorprendente, lo cuenta Joan de Sagarra, que cita como fuente el libro de Armand Balsebre (Víctor Sagi. Historia de la publicidad, Ediciones Invisibles, Barcelona, 2011), aunque imagino que debe habérselo confirmado el propio Javier Coma, es que el eslogan se creó -en realidad- en castellano: "El Barça es más que un club", y aun cuando estuviera previsto que el entonces presidente Agustín Montal lo utilizara en su campaña de reelección, no lo hizo. De igual modo, tampoco se trataba de un dicho original, pues ya lo había usado un presidente anterior, Narcís (entonces Narciso) de Carreras. Según Coma, el eslogan tenía un contenido antifranquista, pero no era desde luego ni catalanista ni mucho independentista. Y, por cierto, Javier Coma fue director de la segunda etapa de la célebre colección de narrativa policiaca en catalán, La cua de palla (La cola de paja), aquella de espectaculares cubiertas amarilllas (diseño de Jordi Fornás que acaba de fallecer hace unos días). Esa colección apareció en Edicions 62 y Josep Maria Castellet, lo cuenta también Sagarra en un artículo posterior, obligó entonces a Coma a catalanizar su nombre y convertirse en Xavier Coma. A mí, no puedo evitarlo, me siguen sorprendiendo estas pequeñas historias de intolerancia y manipulación. Las historias, como me gusta llamarlas, de los Garcías que perdieron el acento y de los Baudilio que se convirtieron en Boi, como nuestro tristemente célebre conseller de Sanidad. Del reinado de Fernando VII se recuerda siempre que cerró la universidad y abrió una escuela de tauromaquia. De los actuales gobernantes catalanes quedará en nuestra memoria que recortaron los gastos de educación y sanidad y levantaron un monumento a la sardana de ¿medio millón de euros?
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* En la foto, Javier Coma.
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6 comentarios:
Yo tenia entendido que la frase era de Carreras, la translación de frase a eslogan se traduce en Royalties, en ese caso hay que citar a Siniestro Total.
"si me pagan los royalties no me importan los penaltis
que nos señale en contra este árbitro cabrón"
El negocio del fútbol es un gran estercolero,la cosa más sucia y más impune que existe, pero el juego me gusta mucho, voy habitualmente al fútbol, pero de gorra ni un Euro a esa gente.
Yo creía que había tenido que ver algo el añorado Vázquez Montalbán.
Pues sí Fernando, a mí también me cuesta entender ese afán por esgrimir un escudo de un club de fútbol como una icono nacionalista. Creo que es más fácil y beneficioso para la salud, sentarse y disfrutar del espectáculo deportivo - fantástico y exquisito - de estos últimos años. También me pareció lamentable que tras el comunicado de Eta, desde las filas nacionalistas se dijera que ahora era el momento de hablar de la independencia de pueblo catalán. Y ni siquiera un recuerdo en sus declaraciones para las víctimas. Y mientras tanto, recortes y más recortes. Un desvarío.
Abrazos.
En el País Vasco pasa lo mismo, la utilización política de los equipos de fútbol es repugnante. Incluso la Selección Vasca no juega desde hace un tiempo por un problema de denominación. En la Real, equipo de mis amores, hubo un tiempo en que podía jugar un tío de Gales, por decir, pero se consideraba extranjero a uno de Almería. El Athletic despierta admiración por llevar a cabo una política (no se me olvida especificar deportiva), una política consistente en que sólo puedan jugar vascos, no he dicho canteranos, he dicho vascos. Y hay imbéciles como José Ramón De la Morena que alaban esa política de exclusión de españoles y, por ende, extranjeros, hasta que coinciden Athletic y Barça en la final de la copa del Rey y se le erizan los cabellos cuando oye a las aficiones de ambos clubes abuchear al Rey y al himno nacional. Que a mí me la traen al fresco, himno y rey, pero seamos consecuentes. La política, tal vez sea su esencia, corrompe cuanto toca y es una pena que destroce un deporte tan hermoso como puede ser el fútbol, tan hermoso como es hoy el fútbol que el Barça nos regala.
Buff, se me fue la olla. Perdona, Fernando, por el abuso.
Las banderas y los escudos siempre han sido una manera de diferenciar a los mercenarios, de un bando y de otro, no?. La utopía de que detrás de un escudo, de una bandera o de una marca, no hay intereses económicos es propio de nuestra generación. Y detrás de lo económico algunos se inventan una patria, claro.
El otro día, al preguntarle a una chica si era del Madrid o del Barça, respondió lo siguiente: "Del Madrid, por supuesto. Yo es que soy muy española".
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