sábado, 1 de octubre de 2011

ÁNGEL ZAPATA

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NO HACE RUIDO: SE ASIMILA A LA PUERTA INVOLUNTARIA QUE DÍA Y NOCHE DA SOBRE EL HURACÁN
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Algunos días, un relámpago rodea su cabeza. Cuando esto ocurre, puede ver a través de las paredes y oír conversaciones que tienen lugar a kilómetros de distancia. Después el resplandor se hace más tenue, el relámpago cesa, y este es el momento en que el suelo de su habitación empieza a cubrirse de albaricoques.
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No necesita abrirlos para saber que en cada albaricoque, en vez de hueso, hay un diminuto pájaro en llamas.
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A MENOS QUE HAYA UN PUENTE DONDE NUNCA LO HABRÍAMOS PENSADO
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Una botella de sifón me asegura que somos familia —“primos lejanos”, dice—, y ante mis dudas no cesa de mostrarme lo que ella considera “fotos de antepasados”, y que no son, en realidad, más que ajados recortes de revistas en los que apenas se distinguen dos o tres islas paradisíacas, el perfil de un tranvía, y un sanatorio para tuberculosos, desoladoramente lúgubre.
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—Podría darte innumerables pruebas —me dice—¡innumerables! Pero es igual. ¿Se puede convencer a quien no está dispuesto a convencerse?...
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Es por la tarde —una tarde nublada—, y en la playa de arena finísima donde nos hemos encontrado sopla el Levante. En el cielo, en vez de albatros, planean en un vuelo casi rasante enigmáticas bandadas de peluquines. Todo es plomizo, hostil, todo es la pesadilla de costumbre. Hace ya rato, de hecho, que no avanzamos en la discusión. De modo que al final saco de la chaqueta una mandíbula de mono, se la muestro imperativamente a la botella, y sin perder de vista el enigma de los peluquines, le digo con un tono que intenta ser pausado:
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—Esta mandíbula es mi padre. Los días de lluvia, es mi padre y mi madre a la vez. Separados o juntos, nunca fueron distintos de lo que son ahora. Supongamos que tengas razón. Supongamos que somos primos lejanos. ¿Qué cambia eso?
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Dejo que la botella de sifón medite la pregunta. Mientras medita, reúno para ella el montón de recortes ajados que ha dispersado por la arena el viento de levante. Estoy cansado, sí. Estoy a punto de marcharme. No sé qué me retiene. Pero entonces descubro que todas las bandadas de peluquines están formando un sólo círculo en el cielo; y en el preciso instante en que logran cerrar el anillo, comprendo de una vez y para siempre que este círculo de pelo muerto es el ser, y que si se tratara de pelo vivo, sería la nada.
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INDICIOS DE QUE EL TIEMPO SEGUIRÁ REINANDO, Y A LA VEZ NO
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En algunos teatros —cuando está cerca un cambio de estación—, se celebra un certamen donde los concursantes tienen que pronunciar en un susurro la palabra “destierro”. Pero nadie es capaz. Los jóvenes se traban desde el principio y únicamente logran pronunciar “duna, duda, duelo”… (“¡es imposible!”, dicen extenuados). Los más maduros se ceden el paso unos a otros al pie del escenario, y los pocos que suben se quedan rígidos, pronunciando “impaciencia, impaciencia, impaciencia…”
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Después, cuando el teatro se vacía, cuando las limpiadoras terminan de barrer y un conserje apaga las últimas luces, decenas, cientos de manos fosforescentes aparecen en la sala a oscuras, e imitan para nadie el vuelo de la mariposa esfinge.
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Ángel Zapata (Madrid, 1961) es profesor en la Escuela de escritores de Madrid, autor de diversos ensayos sobre la narrativa breve y de dos libros de relatos: Las buenas intenciones y otros cuentos, recientemente reeditado por Páginas de Espuma y el excepcional La vida ausente (2006). Sus relatos han sido recogidos en antologías como Pequeñas resistencias (2002), de Andrés Neuman, y Siglo XXI. Los nuevos nombres del cuento español actual (Menoscuarto, 2010). Estos microrrelatos son inéditos, pero forman parte de un libro en preparación titulado Materia oscura.
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* Los cuadros son de Eugenio F. Granell y pueden verse ambos en el excelente museo de Santiago de Compostela dedicado al escritor y pintor. El primero se titula "Las galas de Nadja" (1950), y el segundo, que data de 1944, "Jinete del aire".

13 comentarios:

Jesus Esnaola dijo...

Menudo gusto despertarse el domingo con esta entrada. Son maravillosos los tres microrrelatos, Ángel tiene un mundo propio que hipnotiza, un mundo lleno de imágenes desconcertantes, de tramas que narran con sencillez, tramas que no sólo buscan estimular la inteligencia sino que buscan, y encuentran, la imaginación y sobre todo la conmoción.
Si tuviera que quedarme con un adjetivo sería conmovedor.

Queremos libro nuevo, Ángel; muchas gracias, Fernando.

Pepa dijo...

Preciosos relatos. Lástima que los que se ocupan de la sacretaría y atención al público en la Escuela de Escritores, David y Daniel sean unos maleducados y traten a las personas, al menos a mí, de tal manera que hacen imposible el poder hacer el Master con el Señor Zapata.

Un saludo,

Pepa Puncel

AGUS dijo...

Las tres piezas me parecen de una originalidad extrema. Impacta la manera de conjugar elementos fantásticos, oníricos, surrealistas y cotidianos en un mismo plano narrativo, dotando a la historia de relieve y a la realidad de múltiples dimensiones poliédricas. Fascinantes.

Un placer leer a Ángel. Gracias Fernando por traerlo.

Abrazos.

Gemma dijo...

"No hace ruido..." me ha parecido una metáfora muy poderosa del acto creativo, con ese estallido de la tormenta a modo de revelación que termina dando fruto.
"A menos que haya un puente..." es una pieza 100% Zapata, pues en ella concentra, a través de ese surrealismo poético que tan bien define su estilo, una reflexión acerada en torno a la gratuidad de las relaciones de parentesco; siendo la revelación final una imagen lacerante sobre la naturaleza absurda e insatisfactoria del ser.
En "Indicios de que el tiempo seguirá reinando...", si tomamos la palabra "destierro" como metáfora de "vida" vemos que Zapata reflexiona acerca de la inexperiencia de los jóvenes, y de la impaciencia de los adultos, quedando así la vida por fuerza desterrada... En la figuración final la irrupción en escena de todas esas manos que aletean de deseo y falta de vida resulta de nuevo una imagen vivísima de la insatisfacción que nos define y aprisiona.
Como siempre, una maravilla sus textos.
Abrazos

Angeles dijo...

Agarré los relatos con todas mis fuerzas, hundiéndole las uñas hasta el fondo, pero se me deshicieron entre los dedos y llenaron el suelo de pedacitos de cristal. He pasado toda la mañana tratando de componer los pedazos. Me es imposible. Porque dentro de algunos hay un murciélago que añora la forma de la cueva, y dentro de otros una enorme flor, sin pétalos ni sépalos ni tallo ni estilo ni antera ni filamentos. Y, en concreto, hay uno muy jodido que me dice: soy tu madre, no seas carnicera.

Anónimo dijo...

Hola Fernando (Inés Mendoza):
Magnífica entrada, con bellísimos cuadros para acompañar unos relatos como poco brillantes (y aunque resulte raro que yo lo diga, pero la verdad es la verdad).
Una vez más, Fernando, comprobamos que eres un pionero, un amante del saber.
Me gusta mucho el comentario de Gemma, que arroja una luz sobre estos textos, y como Jesús, yo también experimenté conmoción, sobre todo con "Indicios de que el tiempo seguirá reinando...". con tu permiso, Fernando, lo enlazo en mi facebook.
Abrazos para tí
Inés Mendoza

Javier Puche dijo...

Queda uno trémulo al leer estas piezas que parecen venir del más allá. La admiración, la emoción, me devoran con lentitud.

Manuespada dijo...

Unos textos conmocionantes, mas allá de la emoción, esta la conmoción. Como un cuadro en el que las imágenes te noquean.

Rosana Alonso dijo...

Estoy de acuerdo con lo dicho sobre la conmoción que provocan los textos de Zapata,y creo que esa es la intención, la buena intención.
Mis favoritos No hace ruido... e Indicios...


Saludo cordial

Anónimo dijo...

Ángel escribe cada vez más en el filo de un precipicio, con una templanza mientras mira hacia el abismo que ya quisiéramos más de uno. Lo envidio. Me quito el sombrero, la hernia y el hipo. Necesitamos más piezas nuevas de la cacería de Ángel para intuir medianamente por dónde demonios seguirán los caminos recién abiertos del cuento.
Hipólito gepunto.

Aranzazu de Isusi dijo...

Este libro de Ángel pinta muy bien.Era difícil superarse pero se ve que lo va a conseguir.
Me han gustado los tres relatos.
Son conmovedores, plagados de las imágenes más potentes y de adjetivos magistrales.Surrealistas, críticos. Tienen la belleza desolada de las manos fosforescentes que quedan impresas durante largo rato en la imaginación del lector y del pájaro en llamas que anida en los albaricoques.
¡Enhorabuena!

Anónimo dijo...

Muchas gracias a Fernando por su hospitalidad (y por las bellísimas imágenes de Granell), y a tod@s vosotr@s -desde luego- por esos comentarios tan afectuosos y tan alentadores (no es urbanidad: me son extremadamente útiles, y me animan, ya os digo, a proseguir en una línea de escritura en la que es inevitable avanzar casi a ciegas).
Un abrazo bien fuerte.

Ángel Zapata

Isabel dijo...

Me gusta especialmente esta entrada, no sólo porque admiro a Angel Zapata; desde hace años consulto un libro suyo: "La práctica del relato", sino también porque no conocía estos originales micros que me cuentan más cosas debajo de las palabras.

Y por último, porque he podido disfrutar de las opinión de Gemma, de la que siempre aprendo.

Gracias y besos a los dos.