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Hay ciudades lejanas de las que uno sólo conoce la zona de tránsito de sus aeropuertos, como a mí me ocurre con Asunción, en Paraguay, y con la capital de Guatemala. Pasé por ellas camino de Buenos Aires y Panamá, respectivamente. Son los no lugares de Marc Augé por excelencia. De ninguna ciudad siente uno tanta nostalgia y tanto deseo de conocerla como de aquellas que hemos estado tan cerca, sin haber visto apenas ninguna de sus gentes, las casas, las plazas y sus árboles. De Asunción, corrían los primeros años noventa, sólo recuerdo brochazos de su minúsculo aeropuerto, donde tuvimos que dirigirnos tras no poder aterrizar en Buenos Aires. Al de Guatemala llegué al comienzo de la tarde, todavía con buena luz, lo que al aterrizar me permitió hacerme una somera idea, aérea, de cómo podría ser la ciudad, compuesta a vista de pájaro, pero de pájaro miope, por casas bajas y unos cuantos, pocos edificios altos que despuntaban. El aeropuerto, aunque pequeño, me dió la imprensión de ser más amplio que aquel de Asunción que yo recordaba. Pero, eso sí, los precios podían competir con los del aeropuerto de Zurich: 15 minutos de internet, 3 dólares, y sólo admitían el pago en billetes. Casi todos los comercios tienen un reclamo humano en la puerta (un latoso, en suma) que te saluda y te invita a entrar, táctica comercial que nunca he comprendido porque en mí, al menos, produce exactamente el efecto contrario del que parece que se proponen, pues huyo de allí como alma que lleva el diablo..., evitando el tostón que se me avecina con explicaciones prolijas y recomendaciones varias.
Hay ciudades lejanas de las que uno sólo conoce la zona de tránsito de sus aeropuertos, como a mí me ocurre con Asunción, en Paraguay, y con la capital de Guatemala. Pasé por ellas camino de Buenos Aires y Panamá, respectivamente. Son los no lugares de Marc Augé por excelencia. De ninguna ciudad siente uno tanta nostalgia y tanto deseo de conocerla como de aquellas que hemos estado tan cerca, sin haber visto apenas ninguna de sus gentes, las casas, las plazas y sus árboles. De Asunción, corrían los primeros años noventa, sólo recuerdo brochazos de su minúsculo aeropuerto, donde tuvimos que dirigirnos tras no poder aterrizar en Buenos Aires. Al de Guatemala llegué al comienzo de la tarde, todavía con buena luz, lo que al aterrizar me permitió hacerme una somera idea, aérea, de cómo podría ser la ciudad, compuesta a vista de pájaro, pero de pájaro miope, por casas bajas y unos cuantos, pocos edificios altos que despuntaban. El aeropuerto, aunque pequeño, me dió la imprensión de ser más amplio que aquel de Asunción que yo recordaba. Pero, eso sí, los precios podían competir con los del aeropuerto de Zurich: 15 minutos de internet, 3 dólares, y sólo admitían el pago en billetes. Casi todos los comercios tienen un reclamo humano en la puerta (un latoso, en suma) que te saluda y te invita a entrar, táctica comercial que nunca he comprendido porque en mí, al menos, produce exactamente el efecto contrario del que parece que se proponen, pues huyo de allí como alma que lleva el diablo..., evitando el tostón que se me avecina con explicaciones prolijas y recomendaciones varias.
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......Han pasado ya veinte años, más o menos, desde que pasé fugazmente por Asunción y mi deseo de conocer la ciudad no se ha cumplido. En fin, espero poder curar esta rara nostalgia y más tarde o más temprano poder visitar tanto Asunción como Guatemala, y de paso Antigua. ¡Me muero de curiosidad!
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* En la foto el actual aeropuerto de Asunción.
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4 comentarios:
Paraguay es un país que me llama mucho la atención. la mayoría de la población es bilingüe, hablan español y guaraní. En la Copa del Mundo hablaban en guaraní para que los españoles no entendieran sus órdenes. Por otro lado tiene una historia terrible por una guerra que dejó al país con menos de un sexto de su población, casi todo mujeres y niños. Creo que es uno de los países más desconocidos de América, junto a Surinam o Belice.
Hermosa idea para un libro, Fernando, a la manera de "Las ciudades invisibles" de Italo Calvino: "Las ciudades de tránsito". Un abrazo.
Manu, de Paraguay, la verdad, se muy poco, fútbol aparte. He leído la obra de Roa Bastos, `Hijo de hombre´ y más, y visto algunos reportajes curiosos sobre las colonias alemanas que se establecieron en el país. Además, Kati, la amable y eficiente señora que se ocupa de la limpieza en mi piso de Barcelona, es mestiza y su lengua es el guaraní, aunque en sus rasgos me parece que prevalecen los indígenas sobre los blancos.
Antonio, me temo que me falta tiempo, y sobre todo talento, para emprender un libro como ese que propones, aunque la idea me parece muy apetecible.
Saludos y gracias por vuestros comentarios.
A veces es mejor la curiosidad que la realidad. Mas rica, mas llena de sospechas magicas. Si vas a planearte algo por Asuncion, trata de incluir algo mas..Iguazu, Mato Grosso, no se...En cuando a Ciudad de Guatemala, es muy insegura, pero tiene un volcan cerca que es muy lindo (no me acuerdo el nombre) y unos mercados de artesanias hermosos..ah bueno, y Antigua! imperdible!
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