Me ha llamado la atención una carta al director, publicada en el dominical de La Vanguardia, en la que una lectora de Gerona recomendaba la lectura de la Imitación de Cristo, a propósito de un artículo de Soledad Puértolas, titulado "Los demás", en el que la narradora se hacía ciertas preguntas. A los más o menos jóvenes, este título apenas les dirá nada, pero a los que ya no lo somos tanto, por decirlo de una manera caritativa, nos hace recordar una lectura habitual en los hogares del pasado.
...
......
Pero, ¿qué era el Kempis? El devocionario cristiano del beato Tomás de Kempis (1380-1471), llamado en realidad Imitación de Cristo (1418), dedicado a la formación de los monjes, ha acabado siendo más conocido por el apellido de su autor que por su título. Se publicó de forma anónima, por lo que durante mucho tiempo se discutió su autoría. Lo más probable es que lo que nos haya llegado sean los apuntes que utilizaba el autor para enseñar a sus pupilos del convento del Monte de Santa Inés, cerca de Zwolle (Holanda). Parece ser que, después de la Biblia, es el libro católico más editado. Lo que se llama hoy, pomposamente, un superventas de larga duración. Me parece que hasta mediados de los años sesenta, del siglo pasado, este tratado de moral solía estar en casi todos los hogares españoles, y se leía como un libro de respuestas a algunas de esas preguntas que solemos hacernos. La memoria me dice que lo leí en una edición de Aguilar, de la célebre colección Crisol, en traducción de Fray Luis de Granada. Tras consultar Iberlibro me entero de que la primera ed., en esta serie, salió en 1944, y que se reeditó con frecuencia en las dos décadas siguientes. O sea, que la memoria no parece ser infiel.
¿Qué etiqueta ponerle a una entrada así? ¿Clásicos contemporáneos, best sellers? ¿O más crudamente, Clásicos anacrónicos? La citada carta en el diario y un par de alusiones en la novela de José María Merino, El heredero, me ha hecho optar por la benevolencia. De todas formas, hay que decir que en esta obra los dos personajes que leen el Kempis, Pilar Alonso y la Señorita, son dos rancias católicas y personajes muy negativos en la historia que se cuenta.
P.S. Mi amiga y vecina en Berlín, María Jesús Beltrán, profesora de español en la Freie, posee una edición de 1923 (Hijos de Gregorio del Amo, Madrid, en traducción del padre jesuita Juan Eusebio Nieremberg), heredada de su padre. Además, me llama la atención sobre la presencia del Kempis en la obra de José Jiménez Lozano, como no podía ser menos. Por ejemplo, en "Objetos perdidos", uno de los microrrelatos de El cogedor de acianos, en el que una viejecilla se acerca a una ofina de objetos perdidos en busca de un Kempis que ha extraviado, pero como el joven que atiende la ventanilla no sabe lo que es, le proporciona la siguiente explicación: "no era un libro de misa (...) sino para leer, y que se lo había regalado su madre hacía muchos años, y era de su abuela, y estaba encuadernado en pastas de piel roja, pero era un libro pequeñito".
.......
15 comentarios:
Si has optado por la benevolencia es porque lo leíste bien, y ahora estás bien benevolizado.
A mis manos no llegó, pero he oído hablar del Kempis. Aunque debo confesar que mi subconsciente juega con las teclas, y lo primero que me ha venido a la cabeza ha sido el kepi y un bolígrafo que tenía mi padre, con la cabeza de de Gaulle en un extremo.
No tomaré este post como una recomendación de lectura, ni siquiera para las grandes preguntas de la vida... pese a tu benevolencia :)
Saludos!
La verdad es que no creo que entonces lo leyera bien. Ahora, me ha picado la curiosidad y si lo tuviera a mano, que no lo tengo, le echaría un vistazo. No buscando respuestas a preguntas, sino para intentar comprender por qué el libro tuvo tanto éxito. De lo que no me cabe duda es que tiene que seguir siendo mucho más interesante que el noventa por ciento de las novelas que hoy se publican, por no hablar de la prosa del traductor, autor de uno de los grandes clásicos de siempre, el `Libro de oración y meditación´, tan recomendado por el maestro Alberto Blecua.
Fernando, si haces ese análisis del libro me apunto a la reflexión posterior... te estaré esperando!
Pues sí: en la infancia el Kempis.
Y algo escuché.
Peor suerte tuvieron conmigo los que más tarde pretendieron hacerme leer "El camino".
(¡qué tiempos!)
Me imagino, María Jesús, que te refieres a `Camino´, de Escrivá de Balaguer, y no la excelente novela de Delibes, `El camino´. Pero, de todas formas, del Kempis a `Camino´ hay la misma distancia que entre un cuadro de Picasso y un Botero.
Si no me engaña a mí la mía (la memoria) en el "Diario Íntimo" Unamuno citaba constantemente "La Imitación" de Kempis, así es comoo yo tuve conocimiento de esa obra. Pero lo que más me fascinó fue aquella historia (de la que prefiero no comprobar su veracidad):el descubrimiento de que a Kempis se le había enterrado vivo (por error), y ante la imposibilidad de asegurar que en el martirio de semejante agonía no hubiese blasfemado, se le dejó en beato. Por eso, el guía de más de un santo no podrá ser nunca santo.
No sé quién me contó aquella historia, pero el "Diario Íntimo" de Unamuno es estupendo.
A ver si hay alguien que tenga a mano el `Diario íntimo´, de Unamuno, y además tenga ganas de explicarnos la presencia allí del Kempis.
Bueno, no recuerdo la lectura para poder explicarla, pero sí que Unamuno estaba lleno de contradicciones a lo largo de los pensamientos que aparecen en el 'Diario Íntimo'. el caso es que he encontrado con este párrafo que me ayuda a no creer que me he inventado todo:
"A la vez que el pueblo lo leyeron los intelectuales. Cito sólo tres ejemplos. Unamuno lo leyó fielmente, en edición latina (Turín 1885) y vasca (Bayona 1769). En su Diario íntimo, las citas son permanentes: «Así iba pensando hoy al salir de misa, y al llegar me ha tocado leer el capítulo III del Libro III de la Imitación y aquella hermosa oración implorando la gracia de la devoción» (...)".
Lo he sacado de aquí:http://www.conocereisdeverdad.org/website/index.php?id=5139
Uffff...
Debo confesarlo: es un golpe a la intelectualidad de un católico.
Libro de cabecera.
Fue y ha sido una gran sacudida a mi pretención del saber.
Por si sirve como etiqueta, no sé dónde he leído que a este tipo de libros clásicos también se les puede llamar 'long-sellers'
Hace unos años colaboré en una investigación sobre editores y libreros en la barcelona del siglo XVIII. Al hacer el vaciado de inventarios post-mortem de la época en el Archivo de Protocolos de la ciudad condal se vio que el Kempis era, de largo, el libro más presente en los hogares barceloneses.
M. Núñez
gracias
Està historia, tambien mis la contaba mi madre, que leí el llamado Kempis.
Publicar un comentario