domingo, 8 de agosto de 2010

Homenaje a Juan Filloy, y 3

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La producción novelística de Filloy constituye la veta más conocida de su escritura, pero no fue el único territorio en el que dejó huellas: su copiosa obra también incluye numerosos cuentos, nouvelles, artículos, ensayos, baladas, elegías, sonetos, “monodiálogos”, una obra de teatro, miles de palíndromos y hasta un tratado de palindromía. No faltan libros atípicos, reacios a encasillamientos genéricos convencionales, como Periplo (1931) y Aquende. Sinfonía autóctona (1935), en los que ensayó originales estrategias compositivas y a lo que conviene tener en cuenta para completar estos apuntes sobre los caminos transitados por Filloy en la década de los treinta.
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Periplo, opera prima de Filloy, es la reconstrucción literaria de un viaje en barco por Europa y Oriente Medio realizado en 1930. Con él inaugura una desprejuiciada poética a la que guardaría fidelidad a lo largo de su dilatado quehacer escriturario, signada por la amalgama de rasgos adscriptos a estéticas diversas. Desde entonces en su escritura cohabitan el gusto clásico por la simetría y la proporción, la suntuosidad parnasiana, el espíritu antisolemne y transgresivo de cuño vanguardista, el afán por registrar con precisión de notario el abigarrado espectro de lo real. El singular perfil de su escritura también resulta tributario de su afición por la precisión terminológica y por el derroche de datos eruditos, como así también de su voluntad por explorar en toda su dimensión la riqueza léxica de nuestro idioma. Faltaría agregar que en Periplo ya se manifiesta con nitidez su condición de sagaz ironista, puesta al servicio de la denuncia de los males que a su juicio afectaban al hombre y a la sociedad de su tiempo: la inautenticidad, el mercantilismo, la ausencia de ideales, la pérdida del espíritu de aventura, la tendencia del hombre moderno hacia la masificación, el imperio de la injusticia, la corrupción de los gobernantes, las imperfecciones de los sistemas de gobierno.........

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Otro de los atípicos libros filloyanos es Aquende. Sinfonía autóctona, escrito en una prosa de exacerbada musicalidad y definido por el propio Filloy como una “geografía espiritual de la Argentina”. Se trata de una obra bifronte, en la que alternan dos miradas fuertemente contrastivas: de una parte, una visión encarecedora del paisaje y de quienes realizaron aportaciones dignas de reconocimiento; de otra, una visión con matices pesadillescos, crudo registro de un itinerario ficcional por ciertos tramos sombríos y controvertidos de nuestra historia. Al igual que el libro inaugural, Aquende se presenta pluralmente segmentado en una constelación de composiciones de variada configuración, relativamente autónomas, cuyo sentido se completa a la luz de la macroestructura que integran.
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Desde el presente horizonte de lectura, muchas de las piezas reunidas en ambos volúmenes pueden considerarse como antecedentes de la actual minificción. Concebidas sin la conciencia de género que asiste a los actuales cultores, las brevedades filloyanas exhiben sin embargo muchos de los rasgos singularizadores de la escritura minificcional de nuestros días: concisión; hibridez, gusto por el final sorpresivo, la reflexión paradojal y los juegos de lenguaje; tendencia hacia la reescritura; recurso a la ironía y el humor; visión escéptica y desencantada de la existencia. Resultan especialmente destacables muchas de las breves composiciones que integran las secciones de Periplo rotuladas “Film documental” –donde abundan piezas deudoras de la greguería en alternancia con otras próximas al aforismo- y “Raid en Tierra Santa” –sección en la que es posible relevar auténticos microrrelatos de impecable resolución, en los que suelen hallarse entramadas insólitas reflexiones rebosantes de ironía. Al igual que las actuales microficciones, muchos de estos concentrados textos filloyanos entrañan un gesto transgresivo orientado a subvertir valores y creencias arraigados en nuestra cultura o a demoler visiones estereotipadas de la realidad.
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Muchos años más tarde Filloy volvería a dejar muestras de su afición por el relato breve en Gentuza (1991), donde presenta una galería de pintorescos personajes de variada extracción social, estigmatizados por la malevolencia, la desidia, la deshonestidad, entre muchas otras lacras denunciadas con ácido humor.
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A continuación, algunos breves textos filloyanos de configuración y registro variados, extraídos de Periplo (Impr. Ferrari Hnos., Buenos Aires, 1931; y Cuenco de Plata, 2007). Citamos por la primera edición.
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FILM
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Absolutamente impasible, llevando el corazón como un diario bajo el brazo, he llegado al valle de Josafat. Es un valle de morondanga, exiguo, inapto por completo a la misión que le asigna la Escritura. El regisseur bíblico ha calculado mal el escenario del juicio final. Habrá una aglomeración tan importante de almas, que la estrecha garganta del valle sufrirá la constricción angustiosa de un ataque de asma. Y la escena no podrá ser filmada… (p. 98)
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MIMOSIDAD
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Jesús se dejaba hacer. Le gustaba el halago. Vedlo en casa del fariseo. La pecadora riega sus pies de lágrimas. (No la interrumpe). Los seca con sus cabellos. (No la interrumpe). Los colma de besos. (No la interrumpe). Los unge de esencia de nardos. (No la interrumpe).
Es verdad que sacó siete demonios del cuerpo de Magdalena; pero eso no es una compensación… Él acepta siempre el mimo del fiel y la gentileza del “gentil”.
Es coqueto por todas partes. Vedlo tras la crucificción, dando trabajo a las tres Marías. Le consta que ha resucitado y aprovecha las caricias que impregnan su cuerpo con más de cien libras de un compuesto de mirra y de áloes…
Sócrates, al contrario, es el hombre fuerte y galante. ¿Para qué molestar a las damas? Suspende el manso filosofar sobre la muerte para ir a darse un baño…
-Prefiero beber el veneno después de haberlo hecho –declara. Así evitaré a las mujeres tener que lavar mi cadáver… (pp. 104-105)
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Flirt. La vio en el deck, la hablo en la proa, la acompañó en el té, la soportó en la danza, la fastidió en el bar, la dejó en la popa… (p. 173)
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-Aquí –exclama prosopopéyicamente el dragomán- estuvo emplazada la antigua ciudad fenicia de Tiro.
-Sí, tenemos referencia; de acá son los caballos de “tiro” y los “tiros” de escopeta… (pp. 57-58)
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Las autoras de este trabajo, publicado en tres entradas, son las profesoras argentinas Graciela Tomassini y Stella Maris Colombo.
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1 comentario:

Anónimo dijo...

Me ha gustado mucho el humor fino e irónico que aparece en esos microtextos de Juan Filloy, desde luego hilaba muy fino.

Un saludo

Rosana A.