lunes, 4 de enero de 2010

ELÍAS MORO

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"Manga por hombro"
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Declaro abiertas las hostilidades contra los estúpidos. Y no pienso bajar la guardia.
Tiza
A ese polvillo de tiza caído a los pies de la pizarra, acumulado en el borrador de fieltro o en las yemas de los dedos, es adonde van a parar las faltas de ortografía, las fórmulas fallidas, los nombres equivocados, las mentiras de la historia, las esperanzas del estudiante -cabe decir del hombre en su conjunto-, de salir indemne de la prueba.
La lluvia parece hoy una cortina de gasa moviéndose indecisa entre la tierra y el cielo.
Qué difícil explicar esa sensación que nos recorre por dentro cuando alguien te dice que se ha enamorado de ti. Tanto si sí, como si no.
Ni toda la inteligencia analítica del mundo trabajando al unísono podrá descifrar nunca lo que está pensando una mujer.
Pero en ese empeño se nos va la vida.
Mi beso tiembla en tu boca igual que la mano del niño que toca la nieve por vez primera.
Por una simple cuestión de salud mental, contra algo, sobre algo, ante algo, hay que ser un poco insumiso y escéptico todos los días.
Tuve un amigo cuya mayor aspiración y talento era llevar siempre la contraria. Disfrutaba con ello y, la verdad sea dicha, lo hacía con sólidos argumentos la mayoría de las veces. Un poco cansino, tal vez; pero absolutamente necesario, me parece a mí.
Libélulas
En este verano que acaba he echado mucho de menos la cromática sinfonía de las libélulas, su vuelo perfecto y centelleante, el mudo asombro de su presencia bajo el sol, su cópula en el aire.
Libélulas (2)
Luciérnagas, mariposas, libélulas, ¿dónde estáis?
Paciencia
“Tú estarás muy duro, pero yo no tengo ninguna prisa”, le dijo el perro al hueso. Mucho mejor esta sentencia, me parece a mí, que esa otra tan mentada de sentarse en la puerta esperando para ver pasar el cadáver de tu enemigo.
Mal asunto cuando gran parte de lo que haces es explicar de continuo cosas que deberían ser naturales a gente que ya debería saberlas: el respeto, la lealtad, la honradez…
El tiempo pasa
Ya guardo fotografías donde soy más viejo que las que tengo de mis padres.
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A un lado del camino, cardos; al otro, tallos de hinojo verdecidos. Y las cunetas dejándose seducir por sus aromas bajo la atenta mirada de milanos y abejarucos.
Con la delicadeza y discreción de las flores de vilano -paracaídas suaves meciéndose en el aire-; así me gustaría llegar hasta ti.
Trance
El derviche da vueltas y vueltas con la secreta esperanza de convertirse en peonza.
Me gusta el verbo remolonear, el adjetivo remolón, ese hacerse el sordo ante lo que no nos interesa tirándole los tejos sin recato alguno a la pereza.
Si me pagaran por ello, no me importaría dedicarle mi tiempo por completo.
El día en que de verdad se nos despierte la conciencia, o le administramos de urgencia otra dosis de anestesia, o nos volvemos todos locos de remate.
Los andenes de estación, solitarios por las noches, siempre tienen un aire de película de espías en blanco y negro.
Y no digamos ya si el tren, al entrar de madrugada, suelta unas nubes de vapor entre chirridos de frenazos.
Cuando el tiempo hace bien su trabajo, toda mujer incrementa su belleza.
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* Elías Moro (Madrid, 1959) es autor de los libros de poesía Contrabando (Editora Regional de Extremadura, Mérida, 1987), Casi humanos (bestiario) (Germanía, 2001), Palos de ciego (El Pájaro Solitario, 2002), La tabla del 3 (De la luna libros, 2004) y la antología En piel y huesos (ERE, 2009). En el terreno de la prosa ha publicado el libro de relatos Óbitos súbitos (ERE, 2000) y el libro de textos breves Me acuerdo (De la luna libros, 1999), en colaboración con Daniel Casado. Una edición corregida y aumentada del mismo título, ya en solitario, acaba de aparecer en Calambur, 2009. Asimismo, sus poemas han aparecido en las carpetas Bestiario -con el pintor Luis Ledo-, y Abrazos -con ilustraciones de Petra Portillo- (Escuela de Arte de Mérida, 2006). Tranviario de servicio en la página web, www.delostranvias.blogspot.com. Estos textos son inéditos y forman parte del libro Manga por hombro.
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* La foto es de Jesús García Hinchado.
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6 comentarios:

Rafael Castillejo - rafaelcastillejo.com dijo...

Es una buena forma de empezar el año, leer lo que aquí nos regala mi buen amigo Elías Moro con su habitual buen gusto y sensibilidad.

Se agradece esto, tras la plaga de cargantes power points que casi acaban conmigo estas navidades.

Los viajes que no hice dijo...

Qué bueno ver a Elías por aquí. Además de ser poeta, es un encanto.

Pedro Herrero dijo...

A diferencia de Ashbery, cuyo discurso no puedo seguir, a Elías se le entiende todo. Sin menoscabo de que la poesía no deba ser necesariamente inteligible. A mí me atrae la yuxtaposición, esa fórmula que impone constantes cambios en el hilo del pensamiento. El texto invita a ser leído como un diario personal, llevando hasta la superficie vivencias que se antojan sumergidas en un lugar mucho más profundo. Confieso que he comprado el último libro de Ashbery para darle una enésima oportunidad. El texto de Elias, con permiso, me lo copio para saborearlo unas cuantas veces más.

Anónimo dijo...

Ya nada más empezar te sacude el primer párrafo y cuando terminas quieres volver a leer y, como dice Pedro H., guardarlo para tomar todos los días como unas vitaminas.

Me quedo con esta frase para el día de hoy y los que siguen :

"Por una simple cuestión de salud mental, contra algo, sobre algo, ante algo, hay que ser un poco insumiso y escéptico todos los días."

Un saludo

Rosana A,

Emilia Oliva dijo...

Qué alegría encontrarte también en La Nave de los locos, Elías. Qué dias llevo, tropezando contigo por todos los blogs en los que caigo!

Como pistoletazos de luz, por decirlo en imagen de Antonio Gómez, se suceden estas briznas de textos, sin orden ni concierto aparente.

Emilia Oliva

Salvaje Oeste dijo...

Es un buen escritor este Elías Moro.