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Ayer,
26 de junio, se celebraba en todo el mundo el día del orgullo gay, el congreso
de los Estados Unidos aprobaba el matrimonio homosexual y el doctor Dieter
Ingenschay impartía su última lección en la Universidad Humboldt, en una sala
llena de profesores, antiguos alumnos, familiares (incluida su nieta Lola) y
amigos, quienes al final de su jugosa pero sintética intervención, ilustrada
con imágenes y documentos, le tributaron una larga y sentida ovación (nada de
golpes con los nudillos en la mesa, sino palmas) solo comparable a las que
recibe Anna Netrebko o Jonas Kaufmann en los teatros de ópera de la ciudad.
Primero,
la decana de la Facultad de Filosofía recordó los méritos del profesor, su singular
personalidad, arrancando la risa y aquiescencia de los presentes a partes iguales,
y luego el doctor Ingenschay desplegó su sabiduría y habilidades para abordar
la nueva novela histórica hispanoamericana en las ficciones que se habían
ocupado de Alexander von Humboldt, el sabio ilustrado. Título: “El Humboldt cotidiano.
Escenas berlinesas, novelas latinoamericanas”. Como no podía ser menos en su caso, se
trató de una lección heterodoxa en la que se comentaron diversos episodios relativos
a novelas recientes en los cuales se mostraba la homosexualidad del científico
y viajero que da nombre a la universidad que nos acogía, y sobre la que suelen pasar de puntillas los políticos y estudiosos bienpensantes.
Mientras
oía ensimismado al profesor Ingensachay, el Lang Lang de los estudios culturales, veía subir por los ventanales de la sala los
globos de colores, formando un arco iris, de la fiesta que se celebraba en los
alrededores de la universidad. El profesor Ottmar Ette, buen amigo del
homenajeado y de muchos de los que asistieron al acto, andaba de viaje por el
mundo, mientras que los presentes brindamos con una copa de Rioja y una Bretzel,
como no podía ser menos en un día tan plagado de acontecimientos memorables.
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