viernes, 21 de marzo de 2014

Antologías de microrrelatos, 1: `Alebrije de palabras´

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El título de Alebrije de palabras. Escritores mexicanos en breve (Universidad Autónoma de Puebla, Puebla, México, 2013) encubre, en realidad, una antología del microrrelato mexicano actual, pues microrrelatos son casi todas sus piezas. Es obra de José Manuel Ortiz Soto y Fernando Sánchez Clelo. Tanto el título, pero sobre todo el subtítulo, juegan en contra de la antología. El título, porque me parece que fuera de México, no se sabra qué es un alebrije. Según el DRAE se trata de una "figura de barro pintada de colores vivos, que representa un animal imaginario". En cambio, en el prólogo de Lauro Zavala, se dice que las figuras son de cartón y propias de la sierra de Oaxaca. Y con respecto al subtítulo, porque no responde al contenido, puesto que "en breve" no aclara ni la dimensión de lo breve, ni tampoco si se trata de textos en verso o prosa.
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Son 107 autores (79 hombres y 28 mujeres), el más joven de 20 años y el mayor con 80, de los que se nos da una sola pieza. Pero de las 202 páginas que tiene el libro, 46 están ocupadas por la sintética biografía de los autores, lo que no parece muy sensato. Sobre todo, si en la mayoría de los casos no sirve para que sepamos qué libros de microrrelatos han publicado hasta la fecha, o dónde han incluido estas piezas narrativas brevísimas. Así, por ejemplo, en la información sobre José de la Colina, que pronto cumplirá 80 años, y habrá que celebrarlo, no se dice que sus micros aparecen recogidos principalmente en dos de sus libros: Tren de historias (1998) y Portarrelatos (2007).
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Lo importante, sin embargo, es que aparecen textos de todos los autores fundamentales, vivos, que han cultivado el género en México: Raúl Renán, José de la Colina, Agustín Monsreal, René Avilés Favila, Federico Patán, Martha Cerda, Felipe Garrido o Guillermo Samperio. Así como los más jóvenes Mónica Lavín, Alberto Chimal, Jaime Muñoz Vargas y Marcial Fernández. También me alegra encontrar textos de Adolfo Castañón y Javier Perucho, aunque conozca más su obra como estudiosos y antólogos. Y echo de menos, por ejemplo, a Margo Glantz, de cuya obra narrativa mínima hay muestras en este mismo blog.   
Pero lo mejor de una antología es siempre los autores que te descubre, incitándote a ir al resto de su obra, como ocurre en esta ocasión.  
Doy, más abajo, un microrrelato de Alberto Chimal, que me ha gustado, como muestra creo que representativa del conjunto de la antología.         
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ALBERTO CHIMAL
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En los cabarets de la ciudad de los robots, los clientes beben aceite enriquecido, se conectan a redes eléctricas de voltajes exóticos y escuchan a los músicos y cantantes. Hay desde androides con formación operística hasta arañas rupestres que tocan cuatro guitarras a la vez. Y los repertorios también son muy variados: piezas de Kraftwerk y otros clásicos se alternan con las de cantautores actuales.
Pero el más curioso de todos estos artistas es Benito Punzón, quien cada noche aparece en el escenario, impecablemente vestido, y no utiliza ningún instrumento, ni siquiera su altavoz integrado. En cambio, zumba como planta eléctrica, martilla como antigua caja registradora, incluso imita el rascar de la piedra en las minas profundas: todos esos sonidos que para los robots son signos del pasado más remoto, de antes de la existencia del primer cerebro electrónico. La mayoría nunca los ha escuchado en otra parte pero todos se conmueven: alguno tiembla, otro arroja chispas que son como lágrimas.
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* En la foto, el escritor mexicano Alberto Chimal.
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3 comentarios:

carmen peire dijo...

Me gustó el título, quizás porque al leerlo me fui a México. Por cierto, alebrije es una palabra de ida y vuelta, o sea, no nacida en México sino en España, más en concreto, caló, que se asentó allí en la hacienda de un español que, al parecer, dejó que los indígenas en su hacienda usaran una madera verde y blanda para moldearla y hacer animales fantásticos y retorcidos. Eso, al menos, leí allí y recogí en el blog de Cholula. Ay, cómo añoro México. Bienvenida sea la antología, que incluye además un relato de José de la Colina (que también podrías poner en el blog)

Andrea Vinci dijo...

Los alebrijes de hoy son de papel maché pintados de colores.
Hay concurso de alebrijes monumentales.
les dejo una muestra:

http://emigrantealcuadrado.blogspot.mx/2011/11/alebrijes-monumentales.html

Fernando Valls dijo...

Lo bueno es que ya nunca olvidaremos lo que es un alebrije. Gracias.