miércoles, 7 de abril de 2010

Los villanos de Luisa Valenzuela

......
27 NOVIOS Y UN MANZANO
......
De Leopoldo Lugones a Ana María Shua, el microrrelato argentino ha sido cultivado por autores tan significativos como Macedonio Fernández, Borges, Bioy Casares, Cortázar, Denevi, Anderson Imbert, o los actuales David Lagmanovich, Raúl Brasca y Eugenio Mandrini. Luisa Valenzuela constituye un imprescindible eslabón dentro de esta fértil tradición, como puede verse en Juego de villanos (Thule, Barcelona), la antología preparada con excelente criterio por Francisca Noguerol.
.....
....
La pieza más breve, titulada “El sabor de una medialuna...”, consta sólo de dos palabras, mientras que la más extensa supera apenas las dos páginas (“Juguemos al fornicón”); las más antiguas datan de 1967, cuando la autora las denominaba miniminis, pero las más recientes son del 2008 y permanecían inéditas. Más de cuarenta años, por tanto, de narrativa brevísima, en cuidada síntesis. Aunque, en puridad, haya que llegar a 1976, con la aparición de las narraciones repentistas, escritas al ritmo de una por día, de repente, que componen Aquí pasan cosas raras, durante los años de López Rega, para encontrar una cantidad sustantiva de microrrelatos. Así las cosas, no será hasta el libro Brevs (2004) cuando la autora reconozca tener plena conciencia de transitar una dimensión narrativa distinta. Si a estos volúmenes les añadimos el Libro que no muerde (1980) y las 34 piezas nuevas, completaremos el conjunto de 85, en el cual no faltan los microrrelatos más clásicos de Luisa Valenzuela; los más antologados, además de los ya citados, como “El abecedario”, “Visión de reojo” o “Confesión esdrújula”. A los que me gustaría añadir ahora el resto de mis preferidos: “La cosa” (se vale de un informe aséptico para describir un ligue que acaba en polvo), “Días cuando no pasa nada” (otro ligue que concluye con humor), “4 Principes 4” o “Castillo de alondras” (en donde se expone la seducción del tramposo), por no proponer una lista interminable.
.......
.....
En las muchas historias que aquí se cuentan, la de los 27 novios y un manzano (“La chica que se convirtió en sidra”), y más, se baraja a conveniencia el realismo y lo fantástico, la metáfora y la alegoría, casi siempre al servicio del humor y la crítica, para contar ese juego de villanos que suele ser la existencia, o los curiosos avatares de las parejas. De todas formas, a menudo acaba imponiéndose el lenguaje, quizás el gran protagonista de muchos de estos textos. O mejor dicho, la conciencia del lenguaje, de sus infinitas posibilidades, en la tradición oulipiana (como ocurre en “Palabras parcas” o “El bebé del éter”), presente también en otros cultivadores del género. Así, inventa palabras (“fornicón”, el verbo “funicular”), retuerce frases hechas, expresiones y juegos de palabras, o se vale de la dialogía, del malentendido, para exprimirle a la lengua otros sentidos posibles. De forma semejante, utiliza la metamorfosis, la sorpresa final, lo grotesco o inaudito, para mostrarnos otras facetas insólitas de la realidad.
.....
La antología concluye con una suculenta guinda: la reflexión de la autora sobre el género, que ella prefiere denominar microrrelato y concebir como una narración concisa que se arma recortando, sin perder la esencia y purificando el lenguaje. En “Mesa redonda”, la pieza con que cierra el libro, se compara el oficio del poeta (“Yo escribo para llegar al corazón de mis lectores”), con el de “la cuentista”, que aspira a lo mismo: “Llegar a su corazón, para comérmelo”. Pues eso y no otra cosa son los textos narrativos brevísimos de Luisa Valenzuela: narrativa caníbal en donde vida y literatura se trasmutan en un juego de villanos.
.......
* En la foto, una jovencísima Luisa Valenzuela aparece con Borges. Esta reseña se ha publicado en la revista Mercurio, 120, abril del 2010.
.......

1 comentario:

Primitivo Algaba dijo...

No he leído nunca microrrelatos, pensaba que no merecían dedicarles un rato, pero con lo que dices tal vez me acerque a ellos de otra manera.Sólo te digo que he leído tu texto con mucho interés. He añadido tu blog a mis favoritos para seguir leyéndote. Un abrazo.