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"Un encuentro memorable", por Ángel Basanta
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Soy lector asiduo de este blog desde su nacimiento a finales de diciembre del 2007. Por aquellos días estaba en Berlín con su creador, de lo cual queda constancia en una de sus primeras entradas. Varias veces he pensado en escribir algo, sobre todo cuando Fernando Valls me dedicó una entrada con motivo de mi elección como Presidente de la Asociación Española de Críticos Literarios (AECL), en febrero de 2010. No lo hice por un innato –tal vez exagerado- sentido del pudor. Lo hago ahora para contar mi recuerdo de un encuentro memorable: la cena homenaje convocada por el Ayuntamiento de Barcelona, la Asociación de Escritores en Lengua Catalana y la AECL, en honor de los miembros históricos del jurado del ya cincuentenario Premio de la Crítica, el único que se concede simultáneamente a las literaturas escritas en las cuatro lenguas de España y que este año se falló en la Ciudad Condal.
......"Un encuentro memorable", por Ángel Basanta
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Soy lector asiduo de este blog desde su nacimiento a finales de diciembre del 2007. Por aquellos días estaba en Berlín con su creador, de lo cual queda constancia en una de sus primeras entradas. Varias veces he pensado en escribir algo, sobre todo cuando Fernando Valls me dedicó una entrada con motivo de mi elección como Presidente de la Asociación Española de Críticos Literarios (AECL), en febrero de 2010. No lo hice por un innato –tal vez exagerado- sentido del pudor. Lo hago ahora para contar mi recuerdo de un encuentro memorable: la cena homenaje convocada por el Ayuntamiento de Barcelona, la Asociación de Escritores en Lengua Catalana y la AECL, en honor de los miembros históricos del jurado del ya cincuentenario Premio de la Crítica, el único que se concede simultáneamente a las literaturas escritas en las cuatro lenguas de España y que este año se falló en la Ciudad Condal.
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El acto se celebró en el restaurante del Museo Histórico de Cataluña, en el Palau de Mar, en la terraza y el salón acristalado desde donde se podía disfrutar de una magnífica vista panorámica de la ciudad y el mar, más embellecidos aun por la claridad de una noche mágica. Asistieron representantes de instituciones culturales de Barcelona, los miembros del actual jurado del Premio de la Crítica y los históricos del mismo: Josep Maria Castellet, Julio Manegat, Basilio Losada, Joaquín Marco, Antonio Blanch, Jaume Pont, Robert Saladrigas y Joan Josep Isern. Allí coincidimos representantes de varias generaciones, desde Manegat, único superviviente del trío fundador del prestigioso premio, y Castellet, el único vetado por el franquismo en alguna convocatoria, hasta los más jóvenes del último jurado: Araceli Iravedra, Pilar Castro y Enrique Turpin, pasando por Carlos Galán, depositario de la mejor tradición de la AECL en la actual junta directiva y el buen hacer de Àlex Broch, auténtico muñidor del acontecimiento, con la impagable colaboración de Lluïsa Julià.
Cuando en los turnos de palabra les correspondió hablar a los homenajeados, Manegat recordó el lugar donde había nacido el premio en 1956, la cafetería Capri, en la calle Comtal, y lanzó la idea de poner una placa conmemorativa, lo cual fue recogido con la mejor actitud por Carles Martí, Primer Teniente de Alcalde de la ciudad, y Jordi Martí, Delegado de Cultura; y Basilio Losada encandiló a todos con su maravilloso arte de narrador oral que nos hizo evocar la figura de otro gallego, Carlos Casares, cuyo recuerdo anidó en la memoria de los presentes. En las diferentes mesas se habló de todo, de nuestro ayer y de lo actual. Se formularon proyectos que pronto serán realidades, como la citada placa conmemorativa y la presentación en Barcelona del libro que Fernando Valls está escribiendo sobre la historia del Premio de la Crítica, que nació en Barcelona y que desde hace años va transitando por diferentes ciudades en sus sucesivas convocatorias.
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El acto se celebró en el restaurante del Museo Histórico de Cataluña, en el Palau de Mar, en la terraza y el salón acristalado desde donde se podía disfrutar de una magnífica vista panorámica de la ciudad y el mar, más embellecidos aun por la claridad de una noche mágica. Asistieron representantes de instituciones culturales de Barcelona, los miembros del actual jurado del Premio de la Crítica y los históricos del mismo: Josep Maria Castellet, Julio Manegat, Basilio Losada, Joaquín Marco, Antonio Blanch, Jaume Pont, Robert Saladrigas y Joan Josep Isern. Allí coincidimos representantes de varias generaciones, desde Manegat, único superviviente del trío fundador del prestigioso premio, y Castellet, el único vetado por el franquismo en alguna convocatoria, hasta los más jóvenes del último jurado: Araceli Iravedra, Pilar Castro y Enrique Turpin, pasando por Carlos Galán, depositario de la mejor tradición de la AECL en la actual junta directiva y el buen hacer de Àlex Broch, auténtico muñidor del acontecimiento, con la impagable colaboración de Lluïsa Julià.
Cuando en los turnos de palabra les correspondió hablar a los homenajeados, Manegat recordó el lugar donde había nacido el premio en 1956, la cafetería Capri, en la calle Comtal, y lanzó la idea de poner una placa conmemorativa, lo cual fue recogido con la mejor actitud por Carles Martí, Primer Teniente de Alcalde de la ciudad, y Jordi Martí, Delegado de Cultura; y Basilio Losada encandiló a todos con su maravilloso arte de narrador oral que nos hizo evocar la figura de otro gallego, Carlos Casares, cuyo recuerdo anidó en la memoria de los presentes. En las diferentes mesas se habló de todo, de nuestro ayer y de lo actual. Se formularon proyectos que pronto serán realidades, como la citada placa conmemorativa y la presentación en Barcelona del libro que Fernando Valls está escribiendo sobre la historia del Premio de la Crítica, que nació en Barcelona y que desde hace años va transitando por diferentes ciudades en sus sucesivas convocatorias.
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Lo histórico del acto está en que difícilmente se podrá repetir un encuentro semejante, por la edad de los miembros más antiguos del jurado y porque ninguna ciudad reúne a tantos históricos entre sus vecinos como Barcelona. Por ello fue un encuentro memorable. Por las emociones allí sentidas y por la hermosura del lugar quizá los allí presentes debimos comportarnos como don Quijote cuando pisó aquella tierra: “Llegaron a su playa la víspera de San Juan en la noche […]; quedóse don Quijote esperando el día, así, a caballo, como estaba” (II, 61). Porque Barcelona ha encarnado con éxito, una vez más, los cumplidos elogios que Cervantes le prodiga por medio de su inmortal caballero en la célebre cita que concluye así: "...y correspondencia grata de firmes amistades, y, en sitio y en belleza, única” (II, 72).
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Lo histórico del acto está en que difícilmente se podrá repetir un encuentro semejante, por la edad de los miembros más antiguos del jurado y porque ninguna ciudad reúne a tantos históricos entre sus vecinos como Barcelona. Por ello fue un encuentro memorable. Por las emociones allí sentidas y por la hermosura del lugar quizá los allí presentes debimos comportarnos como don Quijote cuando pisó aquella tierra: “Llegaron a su playa la víspera de San Juan en la noche […]; quedóse don Quijote esperando el día, así, a caballo, como estaba” (II, 61). Porque Barcelona ha encarnado con éxito, una vez más, los cumplidos elogios que Cervantes le prodiga por medio de su inmortal caballero en la célebre cita que concluye así: "...y correspondencia grata de firmes amistades, y, en sitio y en belleza, única” (II, 72).
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* En la primera foto aparecen, de izq. a dcha., Antonio Blanch, Joaquín Marco, Basilio Losada, Robert Saladrigas, Lluïsa Julià, Josep Maria Castellet, Julio Manegat, Àlex Broch, Jaume Pont y Joan Josep Isern; y en la segunda, Manegat y Basilio Losada.
...... * Las fotos son cortesía de Carme Esteve.
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3 comentarios:
Hay quien no se toma muy en serio la labor de los críticos y hace con ella lo que quiere.
Un ejemplo. Jorge Carrión ha destacado en su blog esta cita de Milo J. Krmpotic, en Qué leer, sobre su novela "Los muertos":
"Una obra de obsesiones catódicas, ciertamente gozosa en sus implicaciones intelectuales".
La frase original completa es ésta:
"Una obra de obsesiones catódicas, ciertamente gozosa en sus implicaciones intelectuales pero a la que cabe revelarle una objeción que en realidad son dos: su frialdad, ya a la hora de atrapar al lector con la narración, ya en la aproximación a las posibilidades del padecimiento que describíamos al inicio de estas líneas. Cuando el dolor no duele, el placer tiende también a extinguirse. Y a tanto cerebro le hubiera venido bien un poco más de alma".
Todo el mundo escoge y recorta las citas, es algo habitual y comprensible.
Pero creo que si ese tijeretazo acaba convirtiendo una opinión negativa en una referencia entusiasta, comienza a ser peligroso. El escritor puede y debe manipular la realidad de obras para adentro.
Había escrito un respetuoso comentario sobre esto en el blog de Jorge Carrión, pero lo ha censurado. Así están las cosas.
Un saludo.
Saludos, Fernando, y reencuentro ahora sin Barcelona pero con la pasión en la sangre de la palabra y en lo breve la inmensidad del abismo.
Dos cosas. Una: me gustaría enviarte mi libro Nin che conto ( para coñecer e gozar a micronarrativa, obsequio y tributo de la gota de agua al mar; hazme llegar una dirección a donde dirigirle el vuelo ( xmeyre@yahoo.es ). Dos: mi bitácora, Ferradura en tránsito ( http://xmeyre.blogaliza.org) o lo que cada día pasa por la cabeza de un crítico literario en Galicia.
Xosé, te contesto por el correo privado.
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