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Era una mujer rubia, de unos cuarenta años, probablemente alemana. Se llamaba Gertrudis. Lo que decía era esto:
–A mí me han comido siete veces los dragones, pero siempre me tuvieron que vomitar.
–¡Ah! –dijo el periodista cortésmente, cerrando su libreta de apuntes–. ¿Y por qué, señora?
El estudiante de medicina que acompañaba al periodista sonrió al oír la palabra señora.
–Porque soy una diosa –dijo la señora Gertrudis.
–Una diosa –dijo el periodista.
–Sí. Fíjese –confió la señora Gertrudis señalando con el brazo a su alrededor, en un movimiento muy delicado–. Por mí caen todas las hojas del otoño. Miren cómo caen.
El periodista miró. El patio del manicomio estaba lleno de árboles, y de los árboles caían millares de hojas secas. Detrás de los muros había otros árboles y de ellos también caían las hojas, en una silenciosa, interminable, inundación. El periodista vio que caían por todas partes al mismo tiempo, acaso en todo el mundo, y se preguntó cómo iba a hacer para dar esa noticia.
Dijo:
–Por favor, señora, baje el brazo.
La señora Gertrudis, con pena, bajó el brazo. El aire se volvió otra vez limpio y puro, y el periodista se alegró de no tener que pasar una noticia tan extraña.
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* Rodolfo J. Walsh (Choele-Choel, Río Negro, Argentina, 1927) fue escritor, traductor, dramaturgo y periodista. Nació en el seno de una familia de la clase media rural y de ascendencia irlandesa. Parte de su infancia transcurrirá en internados, hasta que, a comienzos de los cuarenta, se traslada a Buenos Aires. Entre 1945 y 1947 participa en la Alianza Libertadora Argentina, de carácter nacionalista y anti-imperialista. «A los dieciocho años no estaba en condiciones de interpretar lo que vivía. Para mí era un año de trompadas en la calle, de corridas». En 1950, su relato "Las tres noches de Isaías Bloom" recibe una mención en el Primer Premio de Cuentos Policiales que organizan la revista Vea y lea y la editorial Emecé. A partir de 1951 se dedica al periodismo pero continúa escribiendo relatos. De la investigación de Walsh sobre los fusilamientos en el basural de José León Suárez la noche del 9 de junio de 1956 resultará Operación masacre, verdadero hito del género testimonial. «Operación Masacre cambió mi vida. Haciéndola, descubrí, además de mis perplejidades íntimas, que existía un amenazante mundo exterior». En 1958 es reclamado por Jorge Massetti para poner en marcha la agencia de noticias Prensa Latina en Cuba. De su experiencia cubana, el episodio más recordado es aquel en que Walsh, aficionado a la criptografía, logra descifrar un mensaje oculto en unos teletipos y descubre los planes de la invasión de Bahía de Cochinos. Pese a su cada vez mayor compromiso político, que lo llevaba a cuestionar constantemente el sentido de su escritura de ficción, Walsh se va confirmando como un maestro de la narrativa en castellano con sus libros de relatos Variaciones en rojo (Premio Municipal de Literatura de Buenos Aires, 1953), Los oficios terrestres (1965), Un kilo de oro (1967) y Un oscuro día de justicia (1973). En el libro de 1965 se recoge un relato casi mítico, "Esa mujer", que fue elegido, en una encuesta entre cincuenta escritores, el mejor cuento argentino del siglo XX. También publicó en revistas relatos fantásticos y policiales, entre los que destacan los protagonizados por el comisario Laurenzi. Intelectual comprometido con sus ideas, en los años setenta inició su militancia en la organización Montoneros, con cuya dirección mantuvo discrepancias cuando la organización pasó a la clandestinidad. Un año después del golpe militar de Videla, el día 25 de marzo de 1977, cayó en una emboscada en la ciudad de Buenos Aires. Su cuerpo nunca apareció. Antes había echado al correo la memorable `Carta abierta de un escritor a la Junta Militar´. Al final de su vida, después de unos años sin publicarlos, había retomado la escritura de relatos. Cuando allanaron su casa entre sus papeles había bocetos de algunos de ellos y uno ya terminado, "Juan se iba por el río". Así lo recuerda su mujer, la periodista Lilia Ferreyra: «Es su último cuento, el que escribió desglosando el material de la novela que ya había decidido no escribir. Es la historia del argentino derrotado del siglo XIX; del último argentino antes de las grandes inmigraciones. Del hombre del pueblo que había sido llevado de guerra en guerra, de tropa en tropa; que sobrevive a su tiempo y ya viejo, recorre la memoria de su vida y de la época en que vivió». El cuento, abrigado en la memoria de quien fuera su compañera, comenzaba así: «Juan Antonio lo llamó su madre. Duda era su apellido. Su mejor amigo, Ansina, y su mujer, Teresa». Nunca apareció.
Este microrrelato está recogido en sus Cuentos completos que acaba de publicar la editorial Veintisiete letras, de Madrid. Apareció, por primera vez, en Gregorio, suplemento de humor de Leoplán, 707, 5 de febrero de 1964.
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7 comentarios:
Hola Fernando:
Sí, una interesante noticia la publicación de estos cuentos en España.
El verano pasado estuve en Argentina y en mis paseos en busca de libros por la calle Corrientes de Buenos Aires compré dos de relatos de Walsh: Los oficios terrestres y Un kilo de oro.
Tiene algunos relatos estupendos, me pareció una obra maestra el titulado “Irlandeses persiguiendo un gato” entre otros.
Era sorprendente que estos libros, hasta ahora, no se pudieran encontrar en España.
En mi blog les hice una reseña, por si te apetece leerla dejo aquí la referencia:
http://desdelaciudadsincines.blogspot.com/search/label/Rodolfo%20Walsh
saludos
Precioso micro.
El triángulo de personajes no es precisamente equilátero. El respeto que el periodista mantiene hacia la mujer no se halla a la misma distancia que la sonrisa del estudiante de medicina. Pero el narrador sitúa su voz en un punto de equilibrio que invita a apreciar la magia de la historia, que acaba siendo redonda.
Me gusta mucho esa aparente normalidad encerrando tanta magia.
Saludos
Hola Fernando:
Primero agradecer que a 33 años del asesinato y desaparición de Rodolfo Walsh se lo pueda recordar desde su escritura y no desde las más o menos apañadas necrológicas que he leído últimamente.
Soy de la generación que leíamos "operación Masacre" y después "¿Quién Mató a Rosendo?" y volvíamos a leer "Operación Masacre". A veces, alguien nos decía que además de todo aquello Walsh también escribía ficción. Sí, lo sabíamos, pero nos interesaba menos. Quizá porque la realidad era tan violenta como tozudos nosotros, la "otra" obra de Walsh se nos escapaba.
Recuerdo haber leído con entusiasmo "Los oficios terrestres" y, por supuesto,haber releído varias veces ese cuentazo que es "Esa mujer". Pero si hay un cuento que he recordado siempre es "Los Nutrieros". Lo leí allá por 1974 en una fotocopia de un Leoplan del 51.
Siempre me gustó saber que con Walsh compartía el mismo río -el Río Negro- su ciudad, Lamarque -Isla grande de Choele Choele-, está "apenas" a unos 200 kilómetros aguas abajo de mi ciudad, General Roca (en el cuentakilómetros patagónico es casi una tontería de distancia)
salut,
hugo
Me ha encantado. Es de esos relatos que te obligan a releer. Además, está el tema de las hojas que caen, que no sé por qué, pero me acabo de dar cuenta de que me gusta particularmente. Imagino un libro de cuentos sobre hojas que caen y ya estoy como loca comprándomelo. Me gusta el final, cómo lo que enrarece el aire para el periodista es el brazo levantado de aquella mujer, una diosa por lo tanto si es capaz de semejante prodigio. Genial. Me apunto el libro.
¡Un buen micro! Mi única duda es el papel del estudiante de medicina: ¿cuál es la función de ese personaje? ¿Qué pinta ahí? Buscaré el libro. ¡Gracias por darlo a conocer!
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