Por las páginas de Milhojas de sentido (La isla de Siltolá, Sevilla, 2014) aparecen Curzio
Malaparte, aquel que legó su villa de Capri a los estudiantes chinos, y ese
escritor secreto que fue Ramiro Pinilla; Patrick Modiano (“una de mis
debilidades”) y Andrés Trapiello, defensor de una tercera España más tolerante
y civilizada; Torrente Ballester, a quien los laínes llamaban Torrente
Vayaustedasaber, y su admirado –por Goñi- Henry James; Carmen Laforet,
Ignacio Aldecoa (“el cuentista español más importante de la segunda mitad del
siglo XX”) y el gran Carlos Pujol, junto a Max Aub (“siempre me gusta, venga o
no a cuento, citar a Max Aub”), el maestro Juan Eduardo Zúñiga, Miguel
Sánchez-Ostiz y desde luego Pío Baroja, enemigo de los huevos fritos y de la
jota, y muchos más escritores. Los lectores habituales del suplemento cultural
de El País conocen bien las reseñas de Javier Goñi, uno de sus colaboradores más veteranos.
Escribe en sus páginas desde 1992 y yo diría que está entre los más
apreciados por los lectores, que es a quienes se dirigen siempre los mejores críticos,
aquellos discretos y generosos que tienen un criterio fundamentado.
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Este libro, sin embargo, no es de
crítica literaria, sino de crónicas o artículos, teñidos muchos de ellos por la
propia vida del autor, sobre la que nos deja entrever datos que desconocíamos y
que nos sirven para entender mejor su trayectoria intelectual. Fueron publicados
entre el 2009 y el 2013 en un blog llamado El
pizarrín que ha encontrado acomodo en www.divertinajes.com,
página coordinada por la periodista Eva Orúe. Y desde allí, gracias a los
buenos oficios de Javier Sánchez Menéndez, han pasado a la colección de libros Álogos, compuesta por textos que tienen
su origen en la red, ya con veinticinco sugestivos títulos en su haber.
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Por fortuna, Javier Goñi no es profesor, ni
siquiera –diría yo- un crítico al uso, pero sí me atrevo a afirmar que tiene
algo de friki de la literatura, tanto
de los viejos libros inencontrables como de las novedades, aunque ni lleva el
pelo a mechas, ni anda todavía en monopatín… Goñi, decía, es un apasionado de
la lectura, de aquellos escritores que prefiere y viene recomendándonos
desde hace ya muchos años.
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Lo que el autor logra en sus
crónicas, al barajar varios autores, es vincularlos con su propia biografía,
relatando anécdotas mientras recuerda a editores, colecciones singulares y
traductores, o bien señala librerías, la relación del fútbol con la literatura,
e incluso cómo, dónde y por qué adquirió alguno de los libros que más aprecia,
en una especie de milhojas de sentido,
como anuncia la greguería de Ramón. No podía faltar su experiencia, narrada con
humor, de jurado en numerosos premios literarios, o de los paseos y adquisiciones,
los ejemplares dedicados, en sus visitas a la Feria del libro de Madrid.
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Si alguien se atreve a escribir una
historia de la lectura de las últimas décadas, encontrará en estas páginas un
filón de datos, anécdotas y juicios ponderados, pues no en vano Goñi se
enorgullece de los libros que ha leído, pero sobre todo de los muchos que lo
han acompañado a lo largo de su existencia.
1 comentario:
Esos artículos, que leí conforme aparecían, son magníficos; espero que se hayan editado con las ilustraciones que los acompañaban. Disfruté mucho con ellos, Fernando, eran de lectura fija. De Javier, maxaubiano fervoroso, recuerdo nuestro encuentro en Madrid al hilo de "Enero sin nombre" o algún encuentro en Segorbe, siempre al calor de Max. Un muy buen crítico, honesto y certero en sus juicios, que siempre son templados, lejos de la estridencia y la provocación, y también de las modas. Me alegro por este libro.
Un abrazo, Javier.
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