RENUNCIO A MORIR
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Era el otoño y la hoja de aquel árbol
temblaba. También yo, también nosotros
teníamos un temblor nuevo, una nueva
y enfebrecida tarde. Como el mar
que rompe hacia las rocas y las vence
así eras tú, estudiante. Conocía
tu soledad, tu cuerpo, desde antes
de ver tu cuerpo y ver tu soledad.
"¿Estudias mucho?" "Estudio poco". "¿Vives
poco?" "No, vivo mucho". Parecía
que tus palabras me arrastraban, era
todo tan nuestro de verdad, tan bello
de verdad, tan sencillo. Me acordaba
de aquel niño lejano que aún creía
en Dios, en sus milagros. (Madre, madre,
un día vendrá Dios hasta los pobres
y hará justicia.) Mientras, era el campo,
fijamente mirábamos el campo
verde, universitario, lentamente
se humedecía la yerba. Era de oro
la hoja del árbol y temblaba, era
no sé de qué tu coraz6n y abría
sus puertas a la yerba verde y húmeda.
Náufragos del jardín, resucitábamos,
llegábamos a amarnos, me perdía,
me salvaba, dudé, toqué las llagas
de aquel paisaje con los dedos como
se toca un árbol, una flor, un cuerpo:
para creer. Olía a vida. Se
respiraba la vida. De repente
alguien, el viento, nos dejó sin libros,
nos hizo dioses. Y quedamos solos,
frente a frente, mirando aquellos campos
solitarios, y libres, y vencidos,
a nuestros pies. Podía renunciarse
a morir ante aquel milagro. "Pero
¿me escuchas, me comprendes, vas conmigo?"
Era el otoño y la hoja de aquel árbol,
que era de oro de verdad, temblaba.
......
......
* Carlos Sahagún (1938-2015) fue catedrático de Instituto de Lengua y Literatura Española, lector de español en la Universidad de Exeter (Inglaterra) y poeta de la generación del mediosiglo. Entre sus libros figuran Profecías del agua (1958), con el que obtuvo el Premio Adonais; Como si hubiera muerto un niño (1060), Premio Boscán; Estar contigo (1973), Premio Juan Ramón Jiménez; y Primer y último oficio (1979), con el que consiguió el Premio Nacional de Poesía.
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