INTERCAMBIO DE FLUJOS
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Por más experiencia y pericia que mostrase en el manejo del remo, el gondolero era incapaz de bogar contra la corriente pujante del Sena. A una distancia de apenas cincuenta metros del Pont des Arts, el veneciano tomaba conciencia de que flotaba sobre un animal imprevisible, de lomo ondulado y fuerza descomunal. Entre el asombro y la inquietud, los cuatro pasajeros le exigían explicaciones, dudando de su capacidad resolutiva ante tan incierta situación. Arriba, en el puente, se agolpaban los curiosos con cámaras fotográficas que abrían sus laberintos digitales para captar la insólita navegación. Aturdido, sudoroso y cansado, pensaba ahora en su laguna apacible y sumisa, derramada en canales seguros y surcada por puentes pequeños. Justo en ese instante, en el Gran Canal de Venecia decenas de pasajeros de un batobus parisino lanzaban voces interrogantes, entre el asombro y la inquietud, contra el cielo acristalado de la nave. Capturado en las pantallas digitales, el piloto se preguntaba, aturdido, sudoroso y cansado, si el gálibo del puente de Rialto tendría la altura suficiente.
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* Este microrrelato es inédito. El cuadro es de Guillermo Pérez Villalta.
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* Este microrrelato es inédito. El cuadro es de Guillermo Pérez Villalta.
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3 comentarios:
Bravo, Antonio, siempre consigues hacerme sonreír con tu prosa tan cuidada y ese exquisito sentido del humor. Gracias, Fernando. Besos a ambos
Poética descripción del miedo que surge de la desubicación, sea cual sea la causa de la misma. No importan las razones que a veces nos trasladan de escenario, y que suelen ser absurdas o incluso intrascendentes. No estamos donde deberíamos estar y ello nos condena a sentir un pánico ciego, casi sin posibilidades redentoras. Ese aturdimiento de tus personajes creo haberlo visto yo en caras anónimas que cruzan un semáforo urbano como si vadearan el cauce de un río en plena selva amazónica. Suelen ser gestos que apetece congelar en el presente, porque es inútil averiguar las causas que los provocan. Tampoco parecen tener futuro.
Siempre es un placer leerte, Antonio.
Muchas gracias, Fernando, por publicar en tu nave este micro de naves. Y gracias a los amigos Araceli y Pedro, siempre tan generosos con sus comentarios. Feliz Navidad a los tres.
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