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`En pro del contra´: esa era la ‘penúltima
voluntad’, del poeta nicaragüense Carlos Martínez Rivas; ese fue su empeño en
la vida y la poesía. Un lema similar sería también justo para las
posvanguardias poéticas de América latina. Su historia, como la de la mayoría
de las historias del continente, tiene que ser revisada. No es este un mal
momento para intentarlo, ahora que se cumplen cien años del nacimiento de
Nicanor Parra y Octavio Paz. El material que hoy ofrecemos es fruto del
esforzado y acucioso trabajo de las profesoras Geneviève Fabry, de la
Universidad de Lovaina (La Nueva) y María de los Ángeles Pérez López, de la
Universidad de Salamanca, a quienes agradecemos el gesto de confianza hacia Guaraguao.
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No se trata de una recopilación más de artículos
universitarios. Porque esta vez ni el glamour ni las tendencias han guiado a
los investigadores. Ya se sabe que el lector de Cortázar quizá no sea el de
Arguedas, el de Bioy Casares no es el de Ribeyro, y no estamos seguros de que
el seguidor de Bolaño lea o relea a Rulfo o Reinaldo Arenas. Porque somos
conscientes de que quien insiste en Pizarnik acaso no sepa de su compatriota
Juan Manuel Inchauspe; que no es igual hablar del Gelman que gelmanea que de
los testimonios de Hoy y Valer la pena o de los poemas de Juana
Bignozzi; que no es lo mismo escribir sobre Parra que acerca de Eielson. ¿El
Ernesto Cardenal de los epigramas y la ‘Oración por Marilyn Monroe’ es el de
los Versos del Pluriverso? Tal vez, no. Hasta hace poco, el que conocía
a Paz ignoraba a los infrarrealistas. Y, en fin, aún hoy se olvida a Cuadra,
Dávila Andrade, Martínez Rivas o Alfonso Kijadurías, etc. ¿Quién lee, quién
leerá, y cuándo, a Cuahutémoc Méndez, a quien Bolaño no incluyó en Muchachos
desnudos y por supuesto no eligió como personaje de Los detectives
salvajes?
Quién recordará al joven infrarrealista de
Michoacán que en su libro Peso neto escribió:
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CORRESPONDENCIA
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En tu casa, Octavio,
de palio apócrifo recibes
para lucir obras de los grandes pintores
contemporáneos,
tapices persas, esculturas de la antigua Grecia
y cerámicas prehispánicas.
Empastadas en piel y con lomos dorados,
las mejores voces del mundo en tus libreros
duermen el sueño de los justos,
mientras tu criada sirve a tus invitados
té de la India en porcelanas chinas.
No se puede negar el buen gusto
de tanta riqueza humana, allí reunida en gran
barrullo,
pero de paz no hay nada,
salvo los versos con que lo manchas todo.
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Como se ve, queda mucha tela por cortar... Es con
una muy fundada esperanza que invitamos a las profesoras Fabry y Pérez López a
imaginar un nuevo volumen dedicado a los marginados de las posvanguardias
poéticas de América latina. Estamos seguros de que su honestidad y rigor harían
un número que mucho agradecerían los lectores y los estudiosos de la historia
literaria. Para meter más leña al fuego incluimos un artículo de uno de los más
solventes comentaristas de poesía del continente y notable poeta él mismo:
Eduardo Milán; y un diálogo sin desperdicios entre otros dos brillantes
poetas-intérpretes: Edgardo Dobry y Raúl Zurita. Y como guinda, poemas ocultos
del gran Martínez Rivas, a guisa de Recuperación.
¡Salud!
Mario
Campaña
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