viernes, 29 de julio de 2011

Un día en Leipzig, y 2


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Escena del Fausto, de Goethe
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Al fondo, escena del Fausto, en el interior del Auersbachs Keller
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Café Riquet
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Bar del Museo de Bellas Artes
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Museo de Bellas Artes
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Monumento a Felix Mendelssohn-Bartholdi
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La ciudad en obras, con un cartel de Wagner
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El Museo de Bellas Artes, creado en 1837, ocupa un edificio nuevo, muy espacioso, en el que convive el arte clásico y el moderno. Es uno de esos museos de dimensiones humanas que uno puede recorrer tranquilamente en un par de horas y decir que ha disfrutado de sus pinturas, grabados, dibujos y esculturas. Mis preferidas, intentando no dar un lista prolija de obras, son las de Lower Rheinish (“El mago del amor”), Lucas Cranach el Viejo (“El baño de la ninfa en la fuente”), Hans Baldung (“Las siete edades de la mujer”), los tres Friedrich, las obras de Max Klinger (hay que ver en la ciudad la ostentosa casa renacentista familiar que mandó construir su padre), la quinta versión de “La isla de la muerte”, de Arnold Böcklin (he visto las de Berlín, Zurich y el MET de Nueva York), la “Salomé II”, de Lovis Corinth y los cuadros de Neo Rauch. De pintores españoles sólo recuerdo haber visto la “Anunciación”, de El Greco.      
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Pero si uno callejea, de acá para allá, sin rumbo fijo, como debe hacerse en todas las ciudades, y en Leipzig casi todo lo que merece la pena ser visitado está cerca, va encontrándose con espléndidos edificios barrocos y de Jugendstil, ante los que hay que detenerse, observar los detalles de sus fachadas y conocer su historia. ¿Y dónde comer? Si os contentáis con un lugar con historia, amplio, y con buena comida a un precio razonable, os aconsejo el Auerbachs Keller, situado en las galerías Mädler, donde Mefistófeles y Fausto se divierten con los estudiantes, como debieron de hacer los jóvenes Goethe y Wagner. Es una típica cervecería de comida alemana, situada en un sótano, cuyas paredes están decoradas con escenas de la leyenda de Fausto. En la entrada, antes de empezar a bajar las escaleras hay un par de grupos escultóricos, de Molitor, con escenas de la obra de Goethe. Muy cerca está la casa Riquet, fundada a mediados del XVIII, en cuya terraza puede tomarse un café y un trozo de tarta, como suelen hacer los nativos. En este exótico edificio, construido a comienzos del XX, se despachaban productos de Oriente.
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No tuve tiempo de ver, en cambio, la casa de Schiller, donde empezó el Don Carlos (“Pasaron los hermosos días de Aranjuez…”) y compuso el llamado “Himno a la alegría”, que cierra la novena sinfonía de Beethoven, ni el monumento que conmemora la derrota de Napoleón, en 1813, cerca de la ciudad, cuando el ejército se replegaba tras la campaña en Rusia, en lo que se llamó la Batalla de las Naciones que acabó con los delirios del emperador, tras cien mil muertos y heridos. Si el viaje a Leipzig se hace en coche y con tiempo suficiente, la cercana Dessau, ciudad de la Bauhaus, merece una parada. Pero, en fin, yo prefiero dedicarle otro viaje sólo a ella. Y si lleváis en el coche música de Bach (por ejemplo, las seis sonatas para violín y piano, en la versión de Jaime Laredo y Glenn Gould) mejor que mejor.         
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* Las fotos son de GP, excepto la última, que es de Luis Matilla.
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3 comentarios:

Unknown dijo...

Felicidades Fernando, leo en el último Cultural del periódico el Mundo, que La Nave de los locos, figura como la primera de las Mejores bitácoras literarias españolas, enhorabuena, porque os lo merecéis Gemma y tú, al pie del cañón entre Berlin y Barcelona durante esta prospera vida de La Nave....si no os ha llegado el Cultural, te lo envío a la dirección que me indiques.Enhorabuena también por el texto y las fotografías sobre Leipzig que maravilloso parece todo.Abrazos.Julia Otxoa

Rafael-José Díaz dijo...

Querido Fernando: cuánta nostalgia me traen tus fotos y tus paseos por Leipzig, ciudad donde viví dos años. Gracias por compartirlos. Por cierto, el pie de la primera fotografía se traduciría "Estudiantes hechizados por Mefistófeles". Un fuerte abrazo.

Fernando Valls dijo...

Muchas gracias, Julia y Rafael-José, y abrazos.