



Literatura y más...
El caso es que muy cerca del Instituto se encontraba el Estadio de la Falange (hoy lleva el nombre de Emilio Campra), donde el Almería solía jugar sus partidos de fútbol, en la tercera división, en la que entonces militaba. A veces nos llevaban allí a hacer gimnasia y siempre nos encontrábamos en la pista a un hombre corpulento, en chándal, con un silbato que le colgaba del cuello y un cronómetro en la mano, observando a los atletas, dando órdenes o vigilando el tiempo que empleaban en sus carreras. Este hombre se llamaba Emilio Campra y hoy he vuelto a acordarme de él porque Carlos Arribas, en el diario El País, le dedica un reportaje, donde se cuenta que en 1972 inventó una técnica revolucionaria para el lanzamiento de peso que siguen con éxito destacados atletas de diversos países. En aquellos años, circulaba en la ciudad una cierta leyenda sobre Campra, ya que, además de un destacado atleta de mediofondo, de 800 metros, había llegado a competir en Portugal e Italia, llegando a ser campeón de España de piragüismo y un experto buceador. Después, cuando tuvo que retirarse por una lesión se haría entrenador, en 1952.
Cuando se acercaban los campeonatos escolares, Campra, un hombre serio y algo distante, solía hacer pruebas en el estadio para escoger a aquellos que tenían condiciones y dedicarse a entrenarlos. Se fijaba, sobre todo, en aquellos chicos que estaban mejor dotados para las distintas pruebas atléticas, a los que luego él, tras duros entrenamientos, lograba pulir y hacerlos competir con éxito en los campeonatos escolares. En una ocasión, seguro de mí mismo, me presenté a las pruebas de atletismo, pero tras observarme correr y tomarme algunos tiempos, me llamó, me tomó el pulso, me preguntó si me gustaban otros deportes, le contesté que sí, que sobre todo el baloncesto, y me aconsejó que me dedicara a él. Y así concluyó mi carrera de atleta escolar, antes de ni siquiera haberla comenzado. Uno de mis actuales cuñados, Manolo Veiga, entonces sólo un compañero de clase, acabó convirtiéndose en un joven campeón de atletismo, a nivel regional, a las órdenes de Campra.
Hoy, al leer el reportaje en el periódico, he vuelto a recordar este episodio de mi juventud y, sobre todo, me ha alegrado saber que aquel hombre que tanto creía en el atletismo, y que tanto trabajo callado debió de hacer, sin apenas recompensas, sea hoy, por fin, reconocido, a sus 89 años, como un entrenador revolucionario. Y quiero agradecerle que fuera tan sincero y que no me hiciera abrigar falsas esperanzas sobre algo para lo que no estaba dotado. Espero, también, que esa técnica de lanzar el peso con dos pasos cortos, y no con uno largo, como sigue siendo habitual, acabe siendo conocida como estilo Campra.
* La foto es de Francisco Bonilla y la ha publicado el diario El País. En ella no consigo recordar, ni apenas reconocer, a aquel hombre de 47 años a quien yo conocí y traté, aunque muy poco, en aquellas modestas pistas de atletismo.
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"La conversación de los otros"
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Cada tarde salía a dar un paseo por la ciudad. El inconveniente era que al pasar por el lado de los otros transeúntes, escuchaba sin querer sus conversaciones (la mala costumbre de hablar en voz alta, se decía). De este modo, casi sin darse cuenta, pasaba de un problema a otro: en una calle oía las frases de un asunto laboral, en otra calle le sorprendían las palabras de una discusión amorosa, y en una esquina le ensordecía el pleito violento de unos vecinos. Por ese motivo siempre llegaba a su casa tan fatigado, agobiado por los problemas de los otros.
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* Alberto Tugues (Barcelona, 1947), ha publicado libros de poemas en prosa y cuentos, Guía urbana de perplejos (Arts del Llibre, 1989), El archivo del copista (Arts del Llibre, 1990), Ejercicios breves de eternidad (Cuadernos Bauma, 1995), Distritos postales para ausentes (El Bardo, 1998), Historias breves de este mundo (Random House Mondadori, 2002), Lugar de perdición, El espía del ramo marchito, El caso de una sangre derramada (Emboscall, 2006-7-8), y pronto aparecerá Cancionero de prisión (March Editor). Fue miembro fundador de las revistas de poesía Asimetría, Hora de poesía y Poesía 080 Barcelona, y en la actualidad coordina los Encuentros 080 en la Asociación Colegial de Escritores de Cataluña.
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* La ilustración es de Aninés Macadam.
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"Sonrisas"
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El joven se acerca al desconocido y lo encara. Primero lo intimida mostrándole las cuatro calaveras tatuadas en los nudillos de su mano derecha y las tachuelas de la nariz. Después lo amenaza. Tú, saco de mierda, vuelve a reírte y te parto los morros. Como el aludido sigue sonriendo sin dejar de chupetear su helado de chocolate, procede a intervenir saltándole los botones dorados de su camisa blanca, además de un par de dientes. Ejecutada la sentencia, regresa a su casa y se tumba en la cama. Al cabo se acuerda de la acusación de su exnovia. Sólo sabes reírte como los cobardes, cambia, pollito. Y por amor había cambiado. Por amor se tatuó las calaveras, quemó sus libros de Herman Hesse y el póster de Gandhi y ensayó la frase ante el espejo durante semanas, tú, saco de mierda… No puede evitar llamarla. Tenías que haberlo visto, tía, sangraba como un cerdo. Tu pollito ha crecido, te quiero.
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En ese instante otro joven también se acurruca en su cama. Mira al techo sin entender, como casi siempre. Por eso a sus veintiséis años, salvo su madre, todos lo siguen llamando El Subnormal. Ahora, por ejemplo, tampoco entiende por qué no está en el almacén en su primer día de trabajo. Lo ves, hijo, como puedes, le animó su madre al firmar el milagroso contrato. Claro que podía y lo iba a demostrar. Unos días antes había quemado sus libros de Julio Verne, sus soldaditos de plomo, su póster de Superman y luego ensayó la frase ante el espejo, embutido en esa camisa blanca de botones dorados que tanto quiere: soy normal, soy normal… Hoy, muy nervioso, ha salido hacia su cita laboral con una hora de antelación y ella le ha permitido endulzar la espera con un helado, pero no te manches. De ahí que al verla entrar en su cuarto, intente ocultar entre las sábanas los lamparones de chocolate y sangre. Por Dios, hijo, ¿qué has hecho? Nada, mamá, sólo sonreír a la gente, como tú me dices.........
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* Francisco Corrales es licenciado en Filología Hispánica y profesor de enseñanza secundaria. Ha preparado para la editorial Castalia varias ediciones didácticas de dramaturgos españoles del siglo XX. Su obra Hagan juego ha recibido el Premio Internacional de Novela Corta "Salvador García Aguilar". En la actualidad colabora en la revista literaria Hilos de araña.
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* El dibujo es de Enzo Cucchi....
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* Fermín López Costero (Cacabelos, León, 1962) ha publicado cuentos, Pequeño catálogo de historias breves (2003); poesía, Memorial de las piedras (2009), con el que obtuvo el Premio «Joaquín Benito de Lucas»; y un volumen de microrrelatos, La soledad del farero y otras historias fulgurantes (Leteo, 2009). En el 2006 apareció su Catálogo bibliográfico de Antonio Pereira. Y ese mismo año fue comisario de la exposición bibliográfica «Antonio Pereira y su obra», organizada en Ponferrada (León). Estos microrrelatos son inéditos.
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* Víctor Canicio (Barcelona, 1937) vive entre España y Alemania, donde ha trabajado como profesor y traductor, de obras de Heinrich Böll y Peter Handke, entre otros. Es autor también de varios libros sobre la emigración, como Vida de un emigrante español (Gedisa, Barcelona, 1979), de diversas novelas, así como de numerosas adaptaciones de clásicos alemanes (Goethe, Hauptmann, Heine, Lasker-Schüler, Musil) para Deutsche Welle TV.
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* Ricardo Sumalavia (Lima, 1968) ofrece talleres de narrativa desde 1990. Vivió en Corea del Sur y actualmente reside en Burdeos donde hace cuatro años creó El Taller Virtual La Cueva. Ha publicado los libros de cuentos Habitaciones (1993), Retratos familiares (2001) y Enciclopedia mínima (2004). Sus cuentos han sido recogidos en diversas antologías de España e Hispanoamérica. Su primera novela, Que la tierra te sea leve, apareció en Bruguera. El microrrelato es inédito.
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"Belchite 2002"
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¿Recuerdas aquel día?
La última visita al pueblo viejo.
Allí danzaban todos los fantasmas
que no pudimos ver, y lo visible
estaba lleno de huesudas manos
que agarraban con fuerza nuestros rostros.
Mirábamos la iglesia, el esqueleto
de un ángel que murió cuando existían.
Con mimbres de noviembre se ha tejido
el pueblo muerto.
Con deseo y con rabia,
con odio minucioso y laberíntico
se edificó esta destrucción paciente
que ahora respira así junto a mi boca.
Todo es cierto y es nuestro y, sin embargo,
no estuvimos allí; sobrevivimos
en la supervivencia de otros hombres.
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* Olga Bernad (Zaragoza, 1969) es licenciada en Filología Hispánica, especialidad de literatura, por la Universidad de Zaragoza. Ha publicado el libro de poemas Caricias perplejas (Siltolá, 2009) y la novela Andábata (Paréntesis, 2010). Colabora en el Heraldo de Aragón y mantiene en la red el blog Caricias perplejas. Estos poemas forman parte del libro Nostalgia armada que acaba de aparecer en colección Vela de Gavia de Ediciones de la Isla de Siltolá. http://cariciasperplejas.blogspot.com/, http://losotrosolgabernad.blogspot.com/
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"Uno que se explica"
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Tuvimos tantas cosas que hacer, entre el trabajo, cursillos, cenas con amigos, las extraescolares de los niños, organizar las vacaciones de invierno, las de verano, las reuniones con el asesor matrimonial, la planificación de nuestras relaciones sexuales, que al final no nos quedó ni un minuto libre para eso del amor, tan bonito.
Pero como le dije a ella, tampoco pudimos ir a ver el MOMA de Nueva York y no por eso me pidió el divorcio.
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"Entre intelectuales"
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Él pasaba a mi lado y se tiró una pomposidad, y ya sé yo que lo hizo a propósito. Pues yo le solté una petulancia que lo dejé tieso. Bueno, pues acto seguido va el tío y se deja escapar una fatuidad, así como quien no quiere la cosa. Y entonces ya le tuve que expeler una rimbombancia que ahí ya se quedó aplastadito. Que no soy yo de esos que va por ahí arrojando ampulosidades, pero claro, si me faltan al respeto…
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* Miguel Ibáñez (Puente Viesgo, Cantabria, 1960) vive en Santander y trabaja como profesor de Lengua y Literatura en el IES Valle de Piélagos, de Renedo. En 1993 obtuvo el Premio de Poesía José Hierro con el libro Doce canciones para pasar el tiempo (1994). Ha publicado, además, Historias de dos ciudades (Devenir, 2004), Paisaje fluvial (2005) y el libro de relatos El lobo veloz (2006). Ha ganado diversos concursos y su obra está recogida en distintas antologías.
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* El cuadro es de Yves Klein.
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3. La fértil tradición mexicana comienza en una fecha temprana, con Julio Torri (Ensayos y poemas, 1917), pero tiene sus eslabones principales en Juan José Arreola (Confabulario, 1952), y Augusto Monterroso (Obras completas (y otros cuentos), 1959; y La Oveja negra y demás fábulas, 1969). Otros nombres también importantes serían los de Edmundo Valadés (Sólo los sueños y los deseos son inmortales, Palomita, 1986), fundador de la prestigiosa revista El cuento. Revista de imaginación (1939 y 1964-1999), que tanto hizo por la difusión inicial del género, y René Avilés Fabila. Con todo, para hacerse una idea de conjunto sobre lo que ha sido y es el microrrelato mexicano deben leerse las antologías de Lauro Zavala (Minificción mexicana, 2003) y Javier Perucho (El cuento jíbaro, 2006).
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4. No menos rica resulta la tradición argentina, que cuenta entre sus autores más destacados con Macedonio Fernández, Jorge Luis Borges, Adolfo Bioy Casares, Julio Cortázar, quienes lo cultivarían esporádicamente, si bien dejándonos piezas de grandísima calidad. O Enrique Anderson Imbert y Marco Denevi, cuyo libro Falsificaciones (1966) sigue siendo uno de los grandes clásicos del género. El volumen de Laura Pollastri, El límite de la palabra. Antología del microrrelato argentino contemporáneo (2007), nos proporciona, en este sentido, un panorama de los autores más recientes.
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5. Disponemos también de antologías de microrrelatos por países, como son las de Henry González (La minificción en Colombia, 2002), Enrique Jaramillo Levi (La minificción en Panamá, 2003) y Violeta Rojo (La minificción en Venezuela, 2004), todas ellas publicadas en Bogotá, por la Universidad Pedagógica Nacional, y la de Víctor Manuel Ramos (La minificción en Honduras, 2007). Hay otras peruanas, como la de Giovanna Minardi (Breves, brevísimos. Antología de la minificción peruana, 2006 ), guatemaltecas, nicaragüenses….
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* Juan Senís Fernández (Oviedo, 1975) es doctor en Filología Hispánica y licenciado en Historia del Arte. En la actualidad es profesor en el I.E.S. San José y en la Facultad de Educación de Cuenca, donde reside. Ha publicado el ensayo Mujeres escritoras y mitos artísticos en la España contemporánea (Carmen Martín Gaite, Espido Freire, Lucía Etxebarria y Sylvia Plath) (Pliegos, 2009) y el libro infantil Astrizia y los asteroides (UCLM, 2005), así como diversos artículos y trabajos sobre literatura en revistas especializadas y publicaciones colectivas.
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