domingo, 17 de noviembre de 2013

Los olvidados en la revista Quimera

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El informe central del número de noviembre de la revista Quimera, coordinado por Iván Humanes, está dedicado a los escritores olvidados. Se supone que a los injustamente olvidados, aunque en este caso no todos lo estén, y desde luego no en la misma forma. No lo están, creo, Chaves Nogales, ni tampoco Miguel Espinosa, aunque a este último, todo un clásico, con su Escuela de mandarines, no se le lea todo lo que merece. Antonio Fernández Molina es un poeta y narrador que apreciamos cada vez más y su obra no ha dejado de estar presente en las editoriales. Sí está olvidada, justamente olvidada como escritora creo, Carmen de Burgos, aun cuando resulte un personaje singular y atractivo. Concepción Núñez Rey, que conoce muy bien su obra, se muestra demasiado complaciente a la hora de valorarla. Tampoco creo que tengan demasiados lectores, ni cuenten con un papel significativo en las historias de la literatura, Emilio Carrere, Hoyos y Vinent o Pedro Garfías. A Julián Ríos, autor de Larva, recibida con alborozo y olvidada con la misma tenacidad, uno de nuestros más sugestivos narradores y ensayistas experimentales, ha debido de perjudicarle el gusto conservador del lector español, pero también el haber sido apoyado por autores y críticos de muy escasa credibilidad. Y del José Gayga poeta, máscara del excelente novelista que fue José Antonio Gabriel y Galán, apenas nada sabíamos.
Para mí, sin embargo, el momento más emocionante del número es la entrevista que le hace Carmen Peire a José de la Colina, escritor mexicano nacido en Santander, de quien Cuadernos del Vigía dará en el 2014 una antología de microrrelatos. Como siempre, el número se completa con inéditos: Alejandro Pedragosa (un cuento), Isabel González (microrrelatos) y Eduardo Moga (poemas); con un diálogo mantenido con el director de teatro mexicano, Hugo Guzmán, y con los artículos de opinión y la sección de crítica literaria habituales. La ilustración de la cubierta, una vez más, es sobresaliente.
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* Las ilustraciones de la cubierta y del dossier son de Miquel Rof.
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4 comentarios:

carmen peire dijo...

Gracias, Fernando, por lo que me toca. Solo con haber transmitido algo de la emoción que José de la Colina me hizo sentir a mí cuando le entrevisté, me doy por contenta. Un abrazo y gracias de nuevo.

Anónimo dijo...

En relación a Julián Rios y su Larva, siempre me ha parecido un mamotreto ilegible, pero cuando en 2007 apareció un conjunto de relatos a modo de novela, titulado Cortejo de sombras, cuya escritura venía de finales de los sesenta, lo leí y me gustó muchísimo. No sé si es que con el experimentalismo acabó errando el tiro. En fin, supongo que habrá olvidos más injustos que otros. Un saludo.
A. Báez

Isabel Martínez Barquero dijo...

Gracias por esa mención a Miguel Espinosa, Fernando. También creo que no se lee lo que se merece a este magnífico autor de mente lúcida. Su "Escuela de mandarines" está hoy más viva que nunca y perdurará a través del tiempo, pues siempre hay una Feliz Gobernación en nuestras vidas.
Un abrazo agradecido por citar a quien siempre he considerado mi maestro y a quien tuve la suerte de conocer y tratar en persona.

Miguel A. Zapata dijo...

Estupendo el enfoque del artículo de Quimera, y muy atinadas las puntualizaciones tuyas, Fernando.
Con respecto a Fernández Molina, es incomprensible el desatino editorial y la dispersión de sus obras. Supongo que en este caso también influyó cierta desidia del autor al respecto de una posteridad de su trabajo que quizá tampoco buscó nunca (que publicase algunas maravillas del microrrelato en Libros del Innombrable, sello exquisito pero ignoto, lo certifica; es de agradecer a Menoscuarto y a ti, Fernando, la recuperación de lo mejor de su material en "Las huellas del equilibrista").
Con respecto a Julián Ríos, sus "Somreros para Alicia" y "Nuevos sombreros para Alicia" sí que estuvieron bien editadas (Seix Barral) pero mal leídas; la calidad de su estilo fantástico-metafísico-surreal en textos de extensión variable es excelsa.
Yo añadiría también a esta selección de olvidados la obra de un poeta, apartado del canon de la modernidad por falangistón y señorito (descreído demasiado tarde y represaliado por el ejército republicano), como fue José María Hinojosa, codirector de Litoral junto a Prados y autor de "La flor de Californía", precursora e introductora del surrealismo en España.
He disfrutado mucho del artículo (enhorabuena a sus autores y a Quimera) y de estas líneas tuyas que lo complementan.
Abrazos.