martes, 3 de abril de 2012

FRANCISCO SILVERA

......
Una pluma en el aliento de Dios
......
El origen del mundo, parte V
Hildegard Von Bingen
 ......
            Aquella mañana Adán, el primer hombre, sin experiencia todavía miró hacia los montes y no supo por dónde habría de venir la luz. Lentamente la negrura del cielo fue haciéndose azul, celeste después y el amanecer comenzaba. Sonaban los arroyos, cantaban gallos en la lejanía y un rumor de pájaros parecía defender la vida. Adán, inocente y ansioso de todo, miraba maravillado las delicias de aquella huerta inagotable y el agua era su felicidad.
Fue brotando el día, como la yema del botón sabio de una rama, y el aire pareció enfriarse tiernamente. Eva, la mujer primera, despertó de su sueño y sonrió a Adán. El mundo era prístino. El hombre quedóse mirando los montes, Eva anduvo aquí y allá. Al cabo de un rato ella apareció alegre.
-¿Quieres un bocado?
-¿Qué es?
-Aquel árbol de allá.
-Nos dijeron que de ése no...
-Había un animal comiendo y no le pasaba nada; yo he probado, mira...
......
......
Y Adán vio en ella algo distinto; miró sus pechos puntiagudos, su vientre plano y flexible, sus muslos, y todo le pareció tan hermoso y ofrecido por Dios como la amanecida que acababa de contemplar. Eva, ingenua como él, dejó allí la fruta y volvió a caminar; el mundo invitaba.
Adán no supo qué habría de ser la maldad y comió la pulpa sucosa que le habían negado. Miró el cielo, sintió un tremor, un escalofrío que antes jamás había padecido y quiso pensar que era la frialdad del amanecer. Pero algo se había torcido; el inicio del día le produjo angustia, la armonía y la perfección que habían sido su sentir ya no estaban; el aire le incomodaba. La melancolía se le coaguló en la sangre como, cuando se apaga una lámpara, queda el pabilo quemándose, humeando y dando mal olor. Lo que antes era cristal, ahora hiel; al quebrantar Adán la Ley se le apagó el brillo de la inocencia y era como si sus ojos, que antes contemplaban el cielo, se hubieran cegado y sus bilis negras se hubieran trocado, soberbias, en nostalgia.
Vio a Eva alejarse —el rostro descompuesto— más allá del bardal que nunca antes habían apreciado. Fue tras ella. Dios vio la pena de Adán y temió que, teniendo ahora la inteligencia para sentir la vida, encontraran el otro árbol para hacerse dioses... Les dejó marchar.
El hombre alcanzó a la mujer, que lloraba. Entonces él, que en aquellos días primeros se había sentido como la imagen del padre mayor, percibió el mundo como una hoja flotando en la respiración divina, y a sí mismo como una pluma, apenas, en el aire o el alma del mundo.
......
......
Francisco Silvera (Huelva, 1969) es ensayista y narrador. Ha publicado Las apoteosis (2000), Libro de las taxidermias (2002), Libro de los humores (2005) y Libro del ensoñamiento, además del ensayo Copérnico y Juan Ramón Jiménez: crisis de un paradigma (2008). Este texto es inédito.
......
* El cuadro, "Adán y Eva", es de Lucas Cranach, el Viejo.
......

2 comentarios:

Gregorio dijo...

Paco, vas superándote.

Exquisito.

Grego

Isabel Mercadé dijo...

No conocía a este autor. Me ha gustado mucho.
Saludos, Fernando.