domingo, 20 de diciembre de 2009

LUIS GARCÍA JAMBRINA, 1

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HISTORIAS NAVIDEÑAS DE MI INFANCIA
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"El hijo del carpintero"
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Mi padre es carpintero, y yo, de pequeño, solía hacerle algún recado durante las vacaciones. Cuando tenía siete u ocho años, me mandó el día 24 de diciembre al convento de las Marinas de Zamora, para recoger unos dulces que nos iban a regalar, por un trabajo que mi padre no les había cobrado. Después de abrirme la puerta, la monja-portera me preguntó:
–¿Y quién es este niño tan guapo?
–Soy el hijo de Teo –respondí yo muy serio, pues mi padre se llama Teodoro.
–¿El hijo de quién? –inquirió la monja con curiosidad.
–El hijo del carpintero –aclaré yo.
La monja entonces se echó a reír y comenzó a llamar a sus hermanas:
–¿Habéis oído? –gritó–. Dice que es el hijo de Teo, el carpintero, ¿no es graciosa la criatura?
–¡De modo que eres tú! –exclamaron algunas monjas, fingiéndose sorprendidas–. No te esperábamos tan pronto. Precisamente, ahora estábamos preparándonos para celebrar tu nacimiento.
–Pero ¡qué grande estás ya! –comentaban otras, mientras no paraban de hacerme arrumacos.
El caso es que, durante un buen rato, todo fueron bromas y risas en el convento. Sólo unos años después, supe que Teo en griego quería decir Dios, lo cual tiene su gracia cuando, encima, uno es hijo del carpintero.
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"Sonrisas y lágrimas"
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Cuando yo tenía diez años, fuimos a pasar las Navidades a casa de unos tíos que vivían en Asturias. En total, seríamos catorce personas en casa. En la noche de Reyes, una vez que todos se fueron a dormir, mi primo y yo nos levantamos con mucho sigilo y comenzamos a cambiar los nombres de los paquetes de regalo e incluso el contenido de algunos envoltorios. Al día siguiente, cuando los abrimos, se creó tal desbarajuste y griterío que mis tíos tuvieron que requisar los regalos para volver a repartirlos luego como es debido. Lo malo es que a todo el mundo le gustaban más los del principio que los que de verdad les correspondían, y la cosa acabó en broncas y llantos.
Mi primo y yo, claro está, ese año nos quedamos sin Reyes. Pero, reírnos, nos reímos un buen rato.
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* En la foto de Julia Vicente, aparece Luis García Jambrina, a la izq., con el escritor Fernando Marías, durante la Semana Negra de Gijón del 2009.
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2 comentarios:

Citopensis dijo...

El primero de ellos no me gusta demasiado; explicar lo que no hace falta explicar me parece que le resta sorpresa/sentido al texto.

Ni siquiera en navidad.

(Aunque puedo estar completamente equivocado...)

MANUEL IGLESIAS dijo...

En Venusyjanobriga se le tiene ganas al paisano. LLevamos su segundo apellido en la cabecera. ¿Un relato de navidad? Me ha parecido un recuerdo de esos que se tienen y que el tiempo dulcifica. Las Monjas de Cabañales eran "agarras, retorcidas y sobonas" .Seguro que despacharon a Luisito con una bolsa de magdalenas.