jueves, 1 de mayo de 2008

Las letras del rock español

¿Es Bob Dylan un poeta, y Tom Waits; lo es acaso Joaquín Sabina? La respuesta afirmativa se viene repitiendo con insistencia en los últimos tiempos. Sin ánimo de llevar la contraria, a mí la verdad es que no me lo parece; al menos, si entendemos por poesía, como entiendo yo, lo que escriben Jaime Gil de Biedma, José Ángel Valente o Wislawa Szymborska. Aunque la poesía pueda ser de muy distintas clases, funciona por otros procedimientos y mecanismos, persiguiendo efectos diferentes.
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En medio de estas disquisiciones, no inútiles del todo, me llega la sugestiva recopilación de Silvia Grijalba, en cuyo prólogo se describe el conjunto como una "antología de poetas del rock español". Y todo ello, a pesar de que el título y el subtítulo del volumen se ajustan más a la estricta realidad: Palabras de rock. Antología de letristas españoles, publicado por la Fundación José Manuel Lara, de Sevilla, en la colección Vandalia, dedicada a la poesía.
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No acabo de entender, quizá porque apenas nada sé de rock, de ahí que vaya a intentar moverme con cautela dentro de este casi ignoto territorio, el motivo por el que, mientras la literatura está a punto de desaparecer, tal y como la hemos entendido hasta ahora -según diversos agoreros, desde Vicente Verdú a los mutantes de diverso pelaje-, todos quieran apropiarse del concepto de literatura, desde los autores de tebeos (a los que tampoco la palabra comics les resulta ya suficiente) hasta los letristas de rock.
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El caso es que, entre las letras de esta antología, incluidas las de un autor tan estimable como Luis Alberto de Cuenca (sin el énfasis, las muecas y la música de Gurruchaga y Loquillo se quedan casi en nada, si es que hablamos de poesía), apenas hallamos restos de lírica alguna, ni tiene por qué haberla. Estas letras sólo están escritas para ser cantadas, o dichas, siempre acompañadas por la música correspondiente, no para ser leídas. Por tanto, sin la melodía ("la letra con música entra", afirma Alfredo Taján en el epílogo) ni la puesta en escena, en caso de que prescindiéramos de la atmósfera peculiar que se genera en un concierto, me parece que estos textos literariamente valen más bien poco. De la misma forma que los guiones de las películas, con escasísimas excepciones, no tienen peso literario, se pongan algunos como se pongan. En ambos ejemplos, su función es otra, y su sentido pleno lo alcanzan al complementarse con el conjunto del espectáculo del que son un elemento más, importante y significativo, pero a fin de cuentas una pieza más de esa obra de arte total, póngamonos pomposos recordando los sueños de Wagner, que puede llegar a ser un concierto.

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Silvia Grijalba, en una de las interesantes presentaciones que dedica a cada uno de estos autores, afirma que "la letra de canción es un género en sí mismo", y que "las canciones de Radio Futura y Juan Perro son alta literatura". Pero a mí me parece que si la letra de canción es un género, no es de la estirpe de lo literario, porque en ese territorio no tienen nada que ganar, y sí mucho que perder. ¿A qué se refiere con canciones, a la letra y música interpretadas, a la conjunción de letra y melodía? ¿Son, acaso, alta literatura? ¡Qué manía con meter por medio a la literatura, como si ello proporcionara a las letras un cierto pedigrí cultural! Me temo que, en todo caso, serían gran música, ¿no os parece? Sea como fuere, considero un gran acierto la publicación de este libro, pues nos sirve de contraste y nos invita a pensar acerca de las diversas semejanzas y diferencias existentes entre la literatura y los otros géneros vecinos. Acaso su mayor acierto estribe en conseguir despertarnos la curiosidad y las ganas de volver a escuchar muchas de las canciones que la autora elogia.
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No me resisto a concluir sin recordar alguna estrofa -poco inspirada, pero singular- de Astrud, los creadores del electro pop del absurdo, de "Nuestros poetas", que reza:
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"Qué malos son, qué malos son,
qué malos son nuestros poetas.
[...]
Quevedo el putero y Góngora el lameculos,
Garcilaso el usurero y Rosalía la ludópata,
el maricón de Lorca y Bécquer,
que era un poco mariquita también.
..............
Ferrater el desgraciado,
Gimferrer el pervertido,
los hermanos Machado,
el drogadicto y el maltratador.
San Juan de la Cruz
y Santa Teresa de Jesús".
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11 comentarios:

Javier Puche dijo...

Totalmente de acuerdo con tu atinado discurso, Fernando. Considerar las letras de canciones como alta literatura resulta hiperbólico (en el mejor de los casos) o hasta ridículo (en el peor). Como bien dices, la letra de una canción va intrínsecamente unida a la música, y casi nunca resiste por sí sola un análisis literario exahustivo.
Aunque, por otra parte, comprendo bien que Silvia Grijalba destaque las letras de Radio Futura y Juan Perro, pues constituyen a mi juicio un caso excepcional. Santiago Auserón, responsable de dichas letras, posee una formación literaria y filosófica de primer orden, así como un notable talento literario que ha decidido poner al servicio de la música popular. Por tal motivo, muchas de sus letras salen airosas de una lectura en silencio, desprovistas del soporte musical, y acaso podrían funcionar como poemas independientes. Ahora bien, debo añadir que con música mejoran y, sobre todo, que fueron concebidas para ser cantadas y no meramente recitadas. De hecho, estoy seguro de que el propio Auserón suscribiría tu discurso línea por línea, incluyéndose en el saco. Y seguramente se indignaría de esta defensa por mi parte de su capacidad poética. Para terminar (y disculpa la extensión de este comentario), permíteme recomendarte su disco "Cantares de vela", del cual forma parte este fragmento:

"Dicen que la realidad
Es desdicha y sinsabor
Para qué apurar el vaso
De tan amargo licor".

Un afectuoso saludo

Anónimo dijo...

Fernando, algunas letras de Bob Dylan pueden considerarse poéticas pero no son poesía. La poesía necesita de un cierto silencio mientras que Dylan y otros (muy pocos)no pueden prescindir de la música para completar el sentido de sus palabras.
En la poesía lo emocional y lo intelectual se equilibran. En la canción solamente destacan las emociones.
Así es en la actualidad.

Anónimo dijo...

Pero Fernando, entonces las jarchas mozárabes y la lírica popular en comparación con Valente, ¿tampoco son poesía? La pregunta, por supuesto, te la planteo al margen de comparto tu opinión y considero que la mayoría de los letristas de música popular, incluidos los españoles, no sean ni poesía, ni siquiera letristas, ni copleros a lo Quiroga...

Anónimo dijo...

Apreciado Fernando:
Se escribe Bob, no Bod.
Y en otro lado has escrito after-pop, en vez de afterpop.
A ver si cuidamos la castiza lengua española.pt

ANTONIO SERRANO CUETO dijo...

También de acuerdo. En esto, como en todo, hay mucho de mercado. A las editoriales les interesa mucho que cantautores consagrados como Sabina pongan su nombre en la cubierta de un libro. Para mí Sabina es un excelente autor de letras urbanas y desgarradas, maestro en las enumeraciones y artífice de algunas imágenes poéticas, pero ya está. Alguna vez he leído sus versos en papel y me han parecido insustanciales. Lo que le ocurre a Sabina, no lo olvidemos, es que es muy amigo de reconocidos poetas, y eso ha contribuido a "enaltecer" su "poesía". Ahora bien, hay otra cara de la moneda en esto de la música y los versos que merecería también un comentario: la poesía cantada que practican autores como Amancio Prada o Rosa León. Ahí la poesía también pierde parte de su esencia. Un simple ejemplo: en los sonetos del amor oscuro de Lorca se difumina el límite preciso de sus versos, algo fundamental en este tipo de composiciones, y me temo que pasan más por buena letra de canción, que por lo que son: sublime poesía.

Mery dijo...

Totalmente de acuerdo; no equivoquemos letras de canciones con poesía, por mucha calidad que tengan. Casi la totalidad de ellas no aguantarían su lectura a secas, sin la música que las arropa.
Me sumo a lo dicho por parte de Herman y Antonio.

Nocturna dijo...

Ay, Fernando!

¿Qué es esto?
Verdaderamente, la edición de ese libro tiene su buena dosis de gracia. Con la canción que transcribiste está todo dicho.

Adoro la música pero, como manifiesta Herman, las letras de rock "leídas sin música" pierden demasiado si son sometidas a un análisis literario.

Me encanta el rock y hasta el momento no puedo nombrar ni siquiera un solo autor, cuyas letras sean "poéticas".

Me despido con un verso de un tema de SUMO, un grupo de rock argentino:
"Mejor no hablar de ciertas cosas".

Bien podríamos decir:
"Mejor no editar ciertas cosas".

¡Saludos!


P/D:
Estoy en época de exámenes, por eso ahora te visito los fines de semana.

:)

Anónimo dijo...

Totalmente de acuerdo con tu discurso, admirado Fernando. Las canciones no son poesía ni literatura, faltaría más. Me interesa especialmente uno de tus comentarios secundario, cuando aludes a esos mutantes que quieren acabar con la literatura. Como yo no los he leído pero tú seguro que sí (me consta que nunca hablas de libros o escritores si no los has leído previamente), me encantaría que comentases alguno de esos libros nefastos.
Gracias y un abrazo, sigue así.

Fernando Valls dijo...

J, las jarchas y la lírica tradicional me parece poesía de la mejor especie.
Gracias, Herman, Antonio, Mery y Nocturna, por vuestros comentarios.
Tengo por norma no contestar las intervenciones anónimas (no me gusta hablar con sombras), aunque los publico si son respetuosos, y agradezco también su participación.

aguazero dijo...

No esta nada mal escuchar voces desplegadas y lucidas que sin estridencias desnudan los malos entendidos, tan rentables y tan aburridos.
En general, de acuerdo sobre la estupida consideracion como poetas de algunos estrategas de lo cotidiano, de su rentabilisimo anecdotario de lugares comunes y no tan comunes, transitados por muchos pero no precisamente habitado por ellos.
Tengo en la cabeza mientras escribo a uno en particular, que citado en ciertas listas, camuflan su oportunismo y su amargada fama: JOAQUIN SABINA.
Si desde un primer momento mostro un perfil de desenfadado callejero trobador, siempre vi en él un coñazo oportunista, y un vergonzante superviviete, y si califico asi lo que siendo atributo de su persona es, en la medida en que sus "poemas" usan una materia prima tan entrañable para los muertos, una duda sobre la verdad que tan espectacularmente comercializa.
Y para que nombrar su relaccion parasitaria con Angel Gonzalez, y la simbiosis con Serra hasta las mas inmisiricordes de las turradas, en aras del gran negocio?
Bueno, un poco de desenfadado despotricar no hace daño, y mas cuando se usan las palabras romas y no las afiladas que exigirian otros
queridos protagonistas, los poetas, que en tantas ocasiones se muuestran como los mas acerrimos enemigos de la POESIA.

Anónimo dijo...

Mi nombre es Ernesto del Valle, pero no estoy registrado. Acabo de terminar de leer este libro y me doy cuenta de que precisamente defiende lo que comentáis. En el prólogo se explica claramente que las letras de canciones no tienen porqué ser poesía y, de hecho, no lo son (lo cual no es ni peor ni mejor, es otro tipo de literatura que, eso sí, la autora defiende como de una calidad extraordinaria en casos como el de Dylan o Tom Waits, algo que comparto totalmente).
Y la selección y algún comentario en el prólogo induce a pensar con absoluta claridad que precisamente de lo que huye es de tópicos como el de considerar a Sabina un gran letrista o lo que es peor, un gran poeta.
Me parece un libro extraordinario y pienso que las letras de algunas canciones son mucho mejor que bastantes poesías, que algunas novelas y que un montón de obras de teatro. También hay letras, claro, pésimas, imposibles de comparar con grandes obras de la literatura. Pero, como afirma la autora, no es una cuestión de género sino de talento de cada artista.