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Lo mejor que puede hacerse en Roma durante un día de sol invernal es pasear por el Gianicolo; tomar el Viale de la Trinità del Monti y el del Belvedere, con sus extraordinarias vistas de la ciudad; o visitar el cementerio protestante, oficialmente llamado Cimitero acattolico, pero más conocido como cementerio de los ingleses o de los poetas. Este camposanto está situado en el Testaccio, barrio en el que hoy se concentran los emigrantes eslavos. En la Via di Caio Cestio, muy cerca de la Porta San Paolo, y apoyado, literalmente, en la Pirámide de Cayo Cestio, construida en el año 30 a. C. como la caprichosa tumba del magistrado romano, se encuentra el camposanto.
J. Keats
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Hoy, tanto la pirámide como el cementerio aparecen incorporados a la sección de la muralla Aureliana que rodea las tumbas. En este peculiar recinto, en cuya puerta de entrada se lee RESVRRECTVRIS, se entierra a los habitantes de la ciudad que no son católicos, pero tampoco italianos, a no ser que tengan parentesco con algún no católico extranjero. El espacio que ocupa es pequeño, pero debe ser uno de los cementerios más hermosos del mundo, pues rebosa de flores y plantas, de bancos para descansar entre las tumbas, donde innumerables gatos retozan calentándose al sol, hasta que advierten una presencia extraña y huyen, y resulta más parecido a los del norte de Europa, que a los típicos cementerios mediterráneos.
Otra de sus singularidades estriba en que se trata de un recinto privado que se mantiene mediante cuotas y donaciones. La tumba más antigua data de 1738 y la ocupa un estudiante de la Universidad de Oxford llamado Langton, de quien apenas nada se sabe. Las más famosas, y supongo que las más visitadas, deben ser las de los poetas ingleses John Keats (1795–1821) y P. B. Shelley (1792–1822). Keats murió en Roma de tuberculosis, tras una breve estancia en la ciudad. El epitafio, que no lo menciona por su nombre, se debe a sus amigos Joseph Severn, pintor y cónsul en Roma, y Charles Brown: “This grave contains all that was mortal, of a YOUNG ENGLISH POET, Who on his Death Bed, in the Bitterness of his Heart, at the Malicious Power of his Enemies, Desired these Words to be engraven on his Tomb Stone: Here lies One Whose Name was writ in Water” (“Esta tumba contiene todo cuanto fue mortal de un JOVEN POETA INGLÉS, quien en su lecho de muerte, en la amargura de su corazón, en el poder malicioso de sus enemigos, deseó que grabaran estas palabras en su sepultura: ‘Aquí yace aquel cuyo nombre fue escrito en el agua’ ”). Shelley, por su parte, se ahogó en la Riviera italiana y fue incinerado cerca de Viareggio, pero sus cenizas reposan en este lugar....
Otra de sus singularidades estriba en que se trata de un recinto privado que se mantiene mediante cuotas y donaciones. La tumba más antigua data de 1738 y la ocupa un estudiante de la Universidad de Oxford llamado Langton, de quien apenas nada se sabe. Las más famosas, y supongo que las más visitadas, deben ser las de los poetas ingleses John Keats (1795–1821) y P. B. Shelley (1792–1822). Keats murió en Roma de tuberculosis, tras una breve estancia en la ciudad. El epitafio, que no lo menciona por su nombre, se debe a sus amigos Joseph Severn, pintor y cónsul en Roma, y Charles Brown: “This grave contains all that was mortal, of a YOUNG ENGLISH POET, Who on his Death Bed, in the Bitterness of his Heart, at the Malicious Power of his Enemies, Desired these Words to be engraven on his Tomb Stone: Here lies One Whose Name was writ in Water” (“Esta tumba contiene todo cuanto fue mortal de un JOVEN POETA INGLÉS, quien en su lecho de muerte, en la amargura de su corazón, en el poder malicioso de sus enemigos, deseó que grabaran estas palabras en su sepultura: ‘Aquí yace aquel cuyo nombre fue escrito en el agua’ ”). Shelley, por su parte, se ahogó en la Riviera italiana y fue incinerado cerca de Viareggio, pero sus cenizas reposan en este lugar....
C. E. Gadda
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Pero no sólo de poetas ingleses se alimenta la leyenda de este hermoso lugar. Aquí se encuentra también la sepultura del narrador italiano Carlo Emilio Gadda (1893–1973), autor de El zafarrancho aquel de via Merulana (1957), novela traducida al castellano por Juan Ramón Masoliver, que fue muchos años corresponsal de La Vanguardia y es autor de una célebre, pero hace mucho tiempo inencontrable, Guía de Roma; la del poeta italiano Dario Bellezza, muerto en 1996; la de Gregory Corso (1930–2001), poeta de la generación beat estadounidense, muerto en Minnesota, y en cuyo epitafio se lee: "Espíritu/ Es vida/ Fluye a través de mí/ Interminablemente/ Como un río/ Sin miedo/ A llegar a ser/ El mar”; y la Juan Rodolfo Wilcock (1919-1978), poeta, crítico y traductor argentino, autor de La sinagoga de los iconoclastas, quien vivió las dos últimas décadas de su vida en Italia.
A los que nos educamos en la cultura del materialismo histórico y leímos en la juventud con devoción a Antonio Gramsci (1891–1937), líder del Partido Comunista Italiano y quizás el más original y heterodoxo de los pensadores marxistas, no puede sino emocionarnos su presencia en este cementerio, el respeto y la devoción con que los visitantes se acercan a su tumba. No demasiado lejos se encuentra la de Antonio Labriola (1843-1904), filósofo y teórico del marxismo, quien tanto influyó en el pensamiento de Gramsci. Capítulo aparte merece Axel Munthe (1857–1949), médico y escritor sueco, por quien tanta devoción sintieron Álvaro Cunqueiro y Juan Perucho, autor de La historia de San Michele (1929), su casa en Capri, cuya familia más cercana, descansa casi al completo en este camposanto. Durante un tiempo, Munthe ocupó las habitaciones en las que murió Keats, en la Plaza de España, al comienzo de la escalinata, a la derecha, donde hoy está la Casa Museo de Keats y Shelley. Otra tumba no menos visitada es la del pintor ruso Karl Briullóv (1799-1852), cuya obra se encuentra a caballo entre el Neoclasicismo y el Romanticismo. En este mismo cementerio descansan también dos hijos de ilustres personajes alemanes: el de Goethe, cuyo monumento se adorna con un medallón del escultor Thorvaldsen, y el de Wilhelm von Humboldt, el célebre diplomático y lingüista alemán, quien le ha dado nombre a una de las universidades berlinesas.. 
W.W. Story
........."Roma: en la pirámide de Cestio,
cerca de las tumbas de Keats y Shelley"........¿Quién fue, pues, este Cestio,
y quién es para mí?Entre mil remembranzas y vagos pensamientos,
uno solo me trae........No recuerdo ni el eco
de nada que él hiciera.
Para mí es sólo un hombre que murió y fue enterrado
y dejó una pirámide.......cuyo fin se expresó
no en su plan primigenio,
sino cuando andando el tiempo dos compatriotas míos
junto allí reposaron.........Vivo, Cestio quizá
dio muerte, amenazó.
No lo sé. Sólo sé esto: en silencio y ya muerto,
hace algo más noble,........guiar al peregrino
con un dedo de mármol
junto al umbroso muro y calles centenarias
donde estos bardos yacen.........Di que vivió y murió
por que su nombre en piedra
con el tiempo señalara dos inmortales sombras.
Le bastará esa fama.........THOMAS HARDY(Traducción de Antonio Rivero Taravillo, quien le dedicó una excelente crónica en el diario El País, recogida ahora en su libro Macedonia de rutas, Paréntesis, Sevilla, 2010).........*Las fotos son de Gemma Pellicer.............
cerca de las tumbas de Keats y Shelley"........¿Quién fue, pues, este Cestio,
y quién es para mí?Entre mil remembranzas y vagos pensamientos,
uno solo me trae........No recuerdo ni el eco
de nada que él hiciera.
Para mí es sólo un hombre que murió y fue enterrado
y dejó una pirámide.......cuyo fin se expresó
no en su plan primigenio,
sino cuando andando el tiempo dos compatriotas míos
junto allí reposaron.........Vivo, Cestio quizá
dio muerte, amenazó.
No lo sé. Sólo sé esto: en silencio y ya muerto,
hace algo más noble,........guiar al peregrino
con un dedo de mármol
junto al umbroso muro y calles centenarias
donde estos bardos yacen.........Di que vivió y murió
por que su nombre en piedra
con el tiempo señalara dos inmortales sombras.
Le bastará esa fama.........THOMAS HARDY(Traducción de Antonio Rivero Taravillo, quien le dedicó una excelente crónica en el diario El País, recogida ahora en su libro Macedonia de rutas, Paréntesis, Sevilla, 2010).........*Las fotos son de Gemma Pellicer.............