
Irazoki

Literatura y más...
Irazoki
* El autorretrato es del pintor norteamericano A.J. Sargent.
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“Enamorado”
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El otro día fui a la fuente donde nos besamos por primera vez. Seguía cayendo el agua. Naturalmente, tú no estabas. Y pensé que podías haber sido otra, o no haber existido nunca. De todas formas, sólo nos queda el recuerdo. Puede que, entre nosotros, nunca haya pasado nada. Es posible que todo se deba tan sólo a nuestra imaginación. Es decir, a la mía. Puesto que estoy solo, y de tu vida, desde entonces, no tengo constancia. ¿Has muerto o sigues viva? O quizás eres una simple y estúpida obsesión que exacerba mi melancolía. Una tonta elucubración literaria. Sin embargo, quiere la memoria, falsa o verdadera, jugarme una mala pasada. Hacía frío. Pero ninguno de los dos quería ir a otra parte, mientras caía el agua. Sabíamos, eso me parece, que cuando echáramos a andar, y volviéramos a nuestra casa, el tiempo aceleraría su curso, cumpliendo el sórdido cometido que le corresponde y acabaría separándonos definitivamente. Por eso seguimos abrazados, aferrados el uno al otro, sorbiendo el instante único en nuestros labios, desesperadamente. Así es como recreo nuestro hipotético encuentro en mi mente. Donde quiera que estés, mujer o fantasma, ven en mi ayuda. Tu ausencia no ha dejado de seguirme, como la sombra de mi sombra, y ha ensombrecido mi vida para siempre.
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El Premio Setenil, convocado por la Concejalía de Cultura del Ayuntamiento de Molina de Segura, tiene una dotación de 12.000 euros para el ganador, e incluye también la inserción de anuncios con el fallo en los principales diarios nacionales y regionales, así como la edición de una separata con uno o varios relatos del ganador.
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El escritor galardonado, Óscar Esquivias (Burgos, 1972), es licenciado en Filosofía y Letras por la Universidad de Burgos, ha colaborado con sus poemas, artículos y relatos en revistas y antologías de España e Hispanoamérica. Codirigió la revista literaria El mono de la tinta (1994-1998) y fundó y dirigió Calamar, revista de creación, desde 1999 a 2002. Conocido principalmente como novelista, ha publicado, entre otras, las novelas El suelo bendito (Algaida, 2000. Premio Ateneo Joven de Sevilla), Jerjes conquista el mar (Visor, 2001. Premio Arte Joven de la Comunidad de Madrid), La ciudad de plata (una evocación literaria de su ciudad natal) e Inquietud en el Paraíso (Ediciones del Viento, 2005. Premio de la Crítica de Castilla y León), que abre una trilogía dedicada a la Comedia, de Dante, completada con La ciudad del Gran Rey (Ediciones del Viento, 2006) y Viene la noche (Ediciones del Viento, 2007). Ha cultivado también la literatura infantil y juvenil: Huye de mí, rubio (Edelvives, 2004), Mi hermano Etienne (Edelvives, 2007) y Etienne el traidor: el signo de los valientes (Edelvives, 2008). Ha residido en Roma, becado por el Ministerio de Asuntos Exteriores. En la actualidad trabaja en un ensayo sobre Berlioz.....
El libro ganador, La marca de Creta, es una selección realizada por el propio autor de cuentos aparecidos en distintas publicaciones y revistas literarias durante la última década. Habitados por personajes singulares en entornos cotidianos, estos dieciséis cuentos demuestran la enorme variedad de intereses y registros de Esquivias y su capacidad para sugerir en pocas páginas la inagotable riqueza de la vida.
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Los ganadores de las anteriores ediciones del Setenil, un premio de creciente implantación en el panorama literario nacional, han sido Alberto Méndez por Los girasoles ciegos, Juan Pedro Aparicio por La vida en blanco, Cristina Fernández Cubas por Parientes pobres del diablo y Sergi Pàmies por Si te comes un limón sin hacer muecas.
Hace unas semanas, pasé en Berlín un agradable rato de charla con Fernando Aramburu, con comida y paseo incluído. En un momento dado, le pedí que me recomendara algún autor nuevo que le hubiera interesado, de ésos que no son obvios, y creo que no le molestará si desvelo aquí el nombre que me propuso: Óscar Esquivias. ¡Buen olfato, Fernando! Unos días después estuve en Murcia y aproveché para aprovisionarme de libros, pero en la librería mejor surtida de la ciudad no tenían ninguno suyo. Habrá que seguir intentándolo, seguir buscando esos libros tan bien avalados.
¡FELICIDADES AL GANADOR!
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Irina
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Irina, Kulygin, Olga, Tschebutykin, Natalia, Mascha, Tusenbach y Soljonyj
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Dramaturgo (Jens Hillje) y director modernizan la historia (Mascha parece la reencarnación de Bimba Bosé), la traen al presente, que ahora transcurre en un espacio despojado, especialmente afortunado en el cuarto acto, con lo que cambian las relaciones entre los personajes, sobre todo las sentimentales, haciéndolas más explícitas. Con ello, la historia que se cuenta pierde esa sutileza tan chejoviana, pero también profundidad dramática, puesto que abusa de los trazos gruesos en la concepción de los personajes. Los significativos silencios de los protagonistas, de las hermanas, o la estulticia y ñoñeria de Natalia, se convierten aquí en gritos desesperados, casi histéricos. La relación que se produce entre la malcasada Mascha y el nuevo jefe de la batería militar, Werschinin, papeles que en el estreno interpretaron nada menos que Olga Knniper y Stanislavski (quien como actor no era del gusto de Chéjov, aunque sí como director), aquí se hace mucho más explícita, con caricias y muestras de amor que no figuran en el texto. Lo que resulta especialmente desafortunado en la escena final, entre ambos, en el momento de la despedida, puesto que el regimiento es trasladado a otra ciudad, y en la que el militar, para librarse de Mascha, que se le agarra al cuello con desesperación, acaba lanzándola al suelo... A pesar de valerse de esta discutible opción, en que los personajes sobreactúan, la interpretación funciona casi siempre bien, sobre todo los actores que desempeñan los papeles de Masha e Irina, o Ferapont, el sordo anciano empleado del municipio. Tanto el borracho doctor Tschebutykin, como Kullygin, el marido, aquí más ridículo de lo aconsejable, se lucen en sus correspondientes papeles, más bien vodevilescos, como le hubiera gustado a Chéjov. Afortunada me parece también la elección de la música, tanto la tenue, de fondo, como la estridente de la pequeña fiesta que improvisan durante el tercer acto. El público recibió la obra con aplausos, aunque no con el entusiasmo de otras ocasiones. .....
El profesor Kulygin (Thomas Bading), marido de Mascha
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Escena del cuarto acto, con Irina, a la dcha.
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* Poeta, narrador y ensayista, José Luis Giménez-Frontín ha sido por dos veces Premio Ciudad de Barcelona de Literatura en lengua castellana (a obra editada), en 1981 por el poemario Las voces de Laye y en 1991 por la novela Señorear la tierra y Premio Esquío de Poesía 2006. Ha sido juez, profesor y traductor, ha organizado exposiciones y ha dirigido colecciones editoriales y revistas. Fue Lector en las universidades de Bristol y de Oxford, cofundador de la Asociación Colegial de Escritores de Cataluña (ACEC) y director de la Fundació Caixa Catalunya. Es miembro de ACCA. Su último libro, sus memorias, se titula Los años contados (Bruguera, Barcelona, 2008). Este poema forma parte del libro inédito, Los días que hemos visto.
La caída del muro nos cogió por sorpresa; el 11-s del 2001, y su versión local, el 11-m del 2004, nos dejó helados, y cuando parecía que vivíamos en el mejor de los mundos posibles -es un decir- va y se produce el descalabro económico en Estados Unidos, y caemos detrás todos... ¿Qué va a pasar? Sospecho que esta nueva crisis ecónomica y social la pagarán los de siempre y saldrán beneficiados los mismos que la produjeron. Y para llegar a estas sencillas conclusiones no es necesario ser economista, con ser modesto crítico literario español basta, a pesar de la poca confianza que le merezca a Javier Marías.
El entierro del Rey Hamlet, en el arranque de la obra
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¿Es posible montar Hamlet con sólo seis actores? ¿Pueden obtenerse buenos resultados trastocando gran parte de la trama? Si nos atenemos al montaje dirigido por Thomas Ostermeier en la Schaubühne, de Berlín, la respuesta rotunda es que sí. Arranca con el "ser o no ser" (que se repite) y sigue con el entierro del Rey Hamlet, con una escena de cine cómico, con los problemas que tiene el sepulturero con la caja, y concluye la pieza con la múltiple matanza y la frase "el resto es silencio". Pero sigamos con las preguntas, e incluso con alguna respuesta: ¿entenderá este montaje quien no esté familiarizado con la obra? No. ¿Qué se gana y que se pierde con respecto a otras puestas en escena más tradicionales? Se pierde literatura y se gana espectáculo, sobre todo espectáculo visual.
.... Thomas Ostermeier
... Cuando el grillo se durmió, los vecinos cantaron todo el día.
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MEMENTO MORI
Todos los días hacía el mismo recorrido y allí, en ese punto del camino, no había ninguna tumba. Era una cruz tosca de piedra, sin basamento, con un sencillo epitafio: De un tiro aquí murió la Chana (2006-2008). Como homenaje a un animal de compañía, probablemente una perra, me pareció esperpéntico. Esos seis kilómetros de subidas y bajadas, atravesando un bosque de hayas y cruzando un río, entre el ulular del viento en las copas y una vegetación asfixiante, formaban parte de mi disciplina diaria: corría para escapar de un temario insufrible de oposición. ¿Funcionario de prisiones? Tú lo que quieres es cumplir el sueño erótico de todo tío: convertirte en el carcelero de una prisión de mujeres, se burlaban mis amigos. Pero yo no sería reponedor de supermercado toda la vida. A la semana siguiente, una nueva tumba acompañaba a la de la perra. Aquí yace Miriam Santolaria Urtaín, ahogada en un estanque por vanidad (1985-2008). Cuando leí la necrológica en el periódico, decidí cambiar la ruta para siempre. Pero el día en que salieron las listas y conseguí la plaza de funcionario, con la adrenalina de un atleta llegando el primero en unas olimpiadas y, al mismo tiempo, con esa tranquilidad de futuro resuelto, me dejé guiar por el instinto. El bosque estaba muy silencioso. Un sudor frío, precedido de un bisbiseo en el aire, me anticipó la desgracia. Quedé paralizado ante una nueva tumba: Aquí yace Oscar Sipán Sanz, eterno opositor (1974-2008). Paso las horas vagando por los alrededores de mi tumba, pidiéndole a Dios que me despierte de esta pesadilla, sin alejarme jamás de lo único que me ata a la vida.
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La razón de que se produzcan estos disparates responde a la extraña composición del jurado. La fórmula que viene usando el Ministerio es evidente que no funciona y las rectificaciones que han introducido, tampoco. El jurado debería estar formado por indiscutibles expertos en la materia, de cuya elección tendría que responsabilizarse el Ministerio y nadie más. No puede lavarse las manos, dejando la decisión en unos organismos que escogen a la ligera a sus representantes, gente sin la suficiente preparación.
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No hay más que repasar la composición del jurado de este último año, cualquier otro que eligiéramos nos daría parecidos resultados, para darse cuenta del despropósito que vengo señalando. De los once miembros, sólo parece justificada la presencia de Ramiro Pinilla, Vicente Molina Foix, Arantza Urretabizkaia, José María Pozuelo, Carlos Galán y Carme Arnau. La elección de los cinco restantes no tiene justificación posible. Así, los tres primeros citados son escritores; la tercera, además, representa a la Academia Vasca. Y los restantes son críticos literarios de larga trayectoria y conocedores de la materia; en el caso de Arnau, experta en narrativa catalana. La Academia, por su parte, debería de haber mandado a un escritor o a un crítico literario, y no a un lingüista, tan prestigioso como sensato, sí, pero no un conocedor profundo de lo que se juzgaba. La CRUE, el Consejo de Rectores, por su parte, lo tenía muy fácil para decantarse por un profesor universitario experto en narrativa española actual, pues había bastantes donde escoger. Y, sin embargo, ha elegido sorprendentemente a un especialista en el Siglo de Oro, ellos sabrán por qué. La Academia Gallega, a su vez, ha escogido a un dramaturgo y hombre vinculado al cine y al mundo del arte, acaso porque al Premio Nacional de Teatro tendrá pensado enviar a un narrador y al de cine, a un poeta. De igual modo, la Federación de Asociaciones de Periodistas de España-FAPE, ha optado por un epecialista en Documentación informativa, cuando tenía a su disposición a tantos críticos literarios, colaboradores habituales en prensa, entre los que decantarse. Y ya sólo nos queda el señor Antonio Gómez Rufo (autor de la editorial Planeta, ganador del Premio Fernando Lara), supongo que figuraba en calidad de narrador del montón, porque de no ser así, tampoco se entiende bien su presencia. Y a este propósito, mi experiencia como jurado de estos premios, me dice que siempre son los que menos conocen la materia que se juzga quienes defienden las opciones más insustanciales y peregrinas. No sé si llegaron a ser once hombres sin piedad, pero al menos hubo seis que votaron por una opción más que cuestionable.
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La responsabilidad de estos desaguisados, por tanto, resulta triple: por una parte, cabe atribuirla al Ministerio, que mantiene una fórmula de probada ineficacia y arbitrariedad; por otra, a las instituciones correspondientes, que eligen a la ligera a sus representantes, puesto que se decantan por gente que no está lo suficientemente preparada para juzgar el tema para el que ha sido convocada, y, por último, a algunos de estos miembros seleccionados como jurado, que sabiendo como saben que están lejos de ser expertos en la materia, aceptaron el nombramiento sin escrúpulos.
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Así las cosas, la mayor responsabilidad recae sobre el Ministerio, quien convoca los premios, pues tiene la obligación de velar por que los componentes sean expertos reconocidos en la materia que se juzga, pudiendo evitar con ello casos como el que ahora nos ocupa.
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Pero lo más grave de todo es que cada vez que se producen decisiones tan arbitrarias, no sólo se desprestigia el Ministerio convocante y el galardón, sino que resulta humillante para los autores injustamente preteridos y para los expertos que se sienten suplantados por cualquier particular. Por otra parte, el autor injustamente favorecido, de forma tan burda, no añade gloria alguna a su nombre, y si no, que se lo pregunten a los Prada, Elorriaga y De Toro, aunque sí 20.000 euros, resintiéndose el prestigio de la Literatura misma. Los premios nacionales, no se olvide, deberían ser siempre el reconocimiento que un jurado de prestigiosos expertos concede a una obra que ha destacado ese año sobre las demás en su género, con lo que queda realzada, invitando a los lectores a que la conozcan.
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Millás, ¡ojo!, no tiene culpa alguna de este desaguisado. “Estoy contento por dos motivos (ha declarado): la novela ha funcionado desde el punto de vista comercial, y ahora se la reconocen méritos estrictamente literarios”. Pues, me temo que no, querido Juanjo, para qué nos vamos a engañar. Algo no acaba de funcionar bien del todo en nuestra vida intelectual cuando a nadie le ha parecido chocante hasta ahora, la excepción es el blog de Antón Castro, esta decisión del jurado. Piénsenlo dos veces antes de responder: ¿existe alguien que sea capaz de defender, razonando sus argumentos, que la novela premiada de Millás es mejor que las que hemos citado al comienzo de Javier Marías y Rafael Chirbes?
P.D. Buena prueba de que aquellos polvos tenían que traer estos lodos son los comentarios que hizo ayer José Manuel Lara Bosh: "El jurado del premio Planeta elige bien y sabe lo que hace; la prueba está en que ayer le han concedido el Premio Nacional de Narrativa a una obra (en referencia a El mundo, de Juan José Millás) que ganó el año pasado el Planeta".
* En las fotos, Rafael Chirbes y Javier Marías.
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