lunes, 14 de enero de 2008

ANTONIO CARVAJAL, 2

COSTUMBRE SANA N14, ANÓNIMO ALPUJARREÑO

"Romance de la corona"

Tiene Ugíjar por patrona a la Virgen del Martirio,
que es de toda la Alpujarra Reina, Amparo y Beneficio.
Se han gastado los dineros, por mostrarle su cariño,
en coronarla con oros por manos del arzobispo.
Viendo el valor de la joya el cónsul vaticanicio
y pensando que no había en tan agrestes dominios
caja fuerte suficiente para guardarla, ha metido
la corona so la axila, y se la lleva el lindico.

-¡Ay qué lindico y ay qué lindoque,
cállese el pueblo, no se alborote,
que de Martirio a Martirio, de Martirio revestido,
bien me sienta la corona, con sus gemas y sus brillos!

Anónimo Alpujarreño



Me acerqué a la recepción del hotel a recoger la llave de la habitación y regalarme el merecido descanso (tan hecho polvo estaba con el trajín del curso sobre los paisajes del agua, que Juan Alfredo Bellón me ha hecho dirigir en Lanjarón, que no tomé los baños por miedo a convertirme en papilla), y me entregaron un sobre a mí remitido. No resistí la curiosidad, lo abrí y saqué un folio A4, pulcramente plegado e impreso tal como lo ofrezco, con postscriptum que dice: “Con saludos de un anónimo alpujarreño”. Anónimo, sí, pero con algún rasgo que lo revela lector de Cervantes (el verso “¡Ay qué lindico y ay qué lindoque!” es de Don Miguel, en su comedia famosa de El rufián dichoso, ligeramente variado). Y pues ando por vericuetos métricos, advierto a mis lectores que hay rimas consonantes inevitables, como lo demuestra la frase: “Llegamos de noche en coche a Pedroche” y que decirlo de otra manera es más confuso y menos económico: “Llegamos en horas nocturnas a Pedroche en automóvil” suena a novelista redicho de cualquier época, aparte de que el binomio Bellón-Lanjarón es ya un incesto. Y para no escapar de los vericuetos por ningún atajo, un medio granadino ha publicado mi foto y mi frase que dice: “Las siete plagas que Dios ha enviado a Granada son: la invasión francesa, la desamortización de Mendizábal, el terremoto de Alhama, el enriquecimiento de los azucareros y la primera destrucción de la ciudad, el terremoto de Albolote, el enriquecimiento de unos pocos a costa del sudor de los emigrantes y el segundo destrozo de la ciudad, y la tarta de obispos con los que he convivido, de la que el actual es la fruta que la remata, y a la que espero que la ciudad y la diócesis sobrevivan”. Pare libros con dolor y sudor para salir en la prensa por tal chorrada.

Antonio Carvajal




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