jueves, 16 de octubre de 2008

Hamlet: con un ojo risueño y el otro vertiendo llanto

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El entierro del Rey Hamlet, en el arranque de la obra

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¿Es posible montar Hamlet con sólo seis actores? ¿Pueden obtenerse buenos resultados trastocando gran parte de la trama? Si nos atenemos al montaje dirigido por Thomas Ostermeier en la Schaubühne, de Berlín, la respuesta rotunda es que sí. Arranca con el "ser o no ser" (que se repite) y sigue con el entierro del Rey Hamlet, con una escena de cine cómico, con los problemas que tiene el sepulturero con la caja, y concluye la pieza con la múltiple matanza y la frase "el resto es silencio". Pero sigamos con las preguntas, e incluso con alguna respuesta: ¿entenderá este montaje quien no esté familiarizado con la obra? No. ¿Qué se gana y que se pierde con respecto a otras puestas en escena más tradicionales? Se pierde literatura y se gana espectáculo, sobre todo espectáculo visual.

La reina Gertrudis
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Por lo que se refiere a la interpretación sólo puede decirse que es excelente, desde el primero al último actor. El versátil protagonista, Hamlet (Lars Eidinger) es el hombre que no sabe parecer, se muestra acertado en los matices de lo serio y de lo jocoso, de la introversión inicial a la creciente extroversión, burlarse de los dj y los hithoperos, pero también se muestra capaz de recitar el monólogo más sesudo, como si de un actor clásico se tratara, o de representar las escenas más tiernas y violentas con Ofelia. Es como si nos estuviera indicando que es capaz de interpretar el papel como lo haría un actor clásico, pero también como el más moderno y beitiano de los actores. Casi todos doblan sus papeles, como la Reina Gertrudis y Ofelia; el Rey Hamlet y su hermano, el usurpador; Horacio es también Güldenstern y el actor que interpreta a Laertes también hace de Rosenkranz. La dirección de Ostermeier es perfecta, controlando con buen ritmo una arriesgada dramaturgia, de Marius von Mayenburg, y casándola a la perfección con la afortunada escenografía de Jan Pappelbaum.
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La representación de los cómicos en el Palacio de Elsinor
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En un segundo nivel, en las proyecciones de fondo, se complementa y enriquece la puesta en escena, de lo que es buena prueba la muerte de Ofelia. Se rompe, además, la cuarta pared, la ilusión escénica y tanto Hamlet como el Rey se dirigen al público, se meten en las gradas, e incluso entre los espectadores. Y como le gusta defender al director, los actores se mueven con aceleración, a ritmo de videoclip, aunque no por ello dejen de detenerse cuando alguno tiene que decir algo realmente significativo.
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El príncipe Hamlet
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El resultado, en suma, es que el público ríe y se emociona, hasta beberse la obra que pasa a la velocidad de un cometa, tras dos horas y media de representación. En pocas escenificaciones de teatro clásico he visto aunarse tan bien, lo convencional y lo renovador, tanto por lo que se refiere a la interpretación como a la escenografía. Los espectadores de Barcelona podrán verlo pronto en el Teatre Lliure. Les aconsejo que no se lo pierdan, porque es uno de esos pocos montajes que nunca se olvidan.
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.... Thomas Ostermeier

3 comentarios:

Isabel dijo...

¡Qué interesante! Una suerte poder verla, por cierto, para quien viva en Barcelona:
http://www.teatrelliure.com/cat/programa/temp0809/10hamlet1.htm

Que lo disfrutéis.

Reflexiones dijo...

¡Qué bien! Siempre es bueno actualizar los clásicos.Hamlet siempre es moderno.

Magdalena dijo...

Ya hice un comentario. No me gusta repetir lo que he dcho. Atte. Magdalena