martes, 14 de octubre de 2008

El Premio Nacional de Narrativa toca fondo

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En plena crisis financiera mundial, mientras Sarkozy propone refundar sobre bases éticas el capitalismo, los once miembros del jurado que conceden el Premio Nacional de Narrativa, le han otorgado el galardón a ¿Javier Marías, Rafael Chirbes?; no en vano, Tu rostro mañana. 3. Veneno y sombra y adiós, por un lado, y Crematorio, por otro, eran las dos novelas que venía destacando unánimente la crítica, por encima de todas las demás, aunque tampoco faltasen obras de interés como las de José María Merino, Luis Landero, Luis Mateo Díez o Ricardo Menéndez Salmón. En la que nadie se había fijado es en la novela de Juan José Millás, ganadora del Premio Planeta. ¿Qué ha pasado, entonces?
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En los últimos años, el Premio Nacional de Narrativa lo han obtenido una serie de novelas, de calidad más que discutible, de Juan Manuel de Prada, Unai Elorriaga y Suso de Toro, lista a la que –sin necesidad ninguna- se suma ahora Millás, pues el narrador valenciano ha escrito libros de suficiente entidad como para hacerse con un lugar destacado en la narrativa española de las últimas décadas. Así, por ejemplo, Cerbero son las sombras, Visión del ahogado, El jardín vacío, El desorden de tu nombre, La soledad era esto, Volver a casa, El orden alfabético o sus Articuentos.
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La razón de que se produzcan estos disparates responde a la extraña composición del jurado. La fórmula que viene usando el Ministerio es evidente que no funciona y las rectificaciones que han introducido, tampoco. El jurado debería estar formado por indiscutibles expertos en la materia, de cuya elección tendría que responsabilizarse el Ministerio y nadie más. No puede lavarse las manos, dejando la decisión en unos organismos que escogen a la ligera a sus representantes, gente sin la suficiente preparación.
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No hay más que repasar la composición del jurado de este último año, cualquier otro que eligiéramos nos daría parecidos resultados, para darse cuenta del despropósito que vengo señalando. De los once miembros, sólo parece justificada la presencia de Ramiro Pinilla, Vicente Molina Foix, Arantza Urretabizkaia, José María Pozuelo, Carlos Galán y Carme Arnau. La elección de los cinco restantes no tiene justificación posible. Así, los tres primeros citados son escritores; la tercera, además, representa a la Academia Vasca. Y los restantes son críticos literarios de larga trayectoria y conocedores de la materia; en el caso de Arnau, experta en narrativa catalana. La Academia, por su parte, debería de haber mandado a un escritor o a un crítico literario, y no a un lingüista, tan prestigioso como sensato, sí, pero no un conocedor profundo de lo que se juzgaba. La CRUE, el Consejo de Rectores, por su parte, lo tenía muy fácil para decantarse por un profesor universitario experto en narrativa española actual, pues había bastantes donde escoger. Y, sin embargo, ha elegido sorprendentemente a un especialista en el Siglo de Oro, ellos sabrán por qué. La Academia Gallega, a su vez, ha escogido a un dramaturgo y hombre vinculado al cine y al mundo del arte, acaso porque al Premio Nacional de Teatro tendrá pensado enviar a un narrador y al de cine, a un poeta. De igual modo, la Federación de Asociaciones de Periodistas de España-FAPE, ha optado por un epecialista en Documentación informativa, cuando tenía a su disposición a tantos críticos literarios, colaboradores habituales en prensa, entre los que decantarse. Y ya sólo nos queda el señor Antonio Gómez Rufo (autor de la editorial Planeta, ganador del Premio Fernando Lara), supongo que figuraba en calidad de narrador del montón, porque de no ser así, tampoco se entiende bien su presencia. Y a este propósito, mi experiencia como jurado de estos premios, me dice que siempre son los que menos conocen la materia que se juzga quienes defienden las opciones más insustanciales y peregrinas. No sé si llegaron a ser once hombres sin piedad, pero al menos hubo seis que votaron por una opción más que cuestionable.
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La responsabilidad de estos desaguisados, por tanto, resulta triple: por una parte, cabe atribuirla al Ministerio, que mantiene una fórmula de probada ineficacia y arbitrariedad; por otra, a las instituciones correspondientes, que eligen a la ligera a sus representantes, puesto que se decantan por gente que no está lo suficientemente preparada para juzgar el tema para el que ha sido convocada, y, por último, a algunos de estos miembros seleccionados como jurado, que sabiendo como saben que están lejos de ser expertos en la materia, aceptaron el nombramiento sin escrúpulos.
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Así las cosas, la mayor responsabilidad recae sobre el Ministerio, quien convoca los premios, pues tiene la obligación de velar por que los componentes sean expertos reconocidos en la materia que se juzga, pudiendo evitar con ello casos como el que ahora nos ocupa.
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Pero lo más grave de todo es que cada vez que se producen decisiones tan arbitrarias, no sólo se desprestigia el Ministerio convocante y el galardón, sino que resulta humillante para los autores injustamente preteridos y para los expertos que se sienten suplantados por cualquier particular. Por otra parte, el autor injustamente favorecido, de forma tan burda, no añade gloria alguna a su nombre, y si no, que se lo pregunten a los Prada, Elorriaga y De Toro, aunque sí 20.000 euros, resintiéndose el prestigio de la Literatura misma. Los premios nacionales, no se olvide, deberían ser siempre el reconocimiento que un jurado de prestigiosos expertos concede a una obra que ha destacado ese año sobre las demás en su género, con lo que queda realzada, invitando a los lectores a que la conozcan.
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Millás, ¡ojo!, no tiene culpa alguna de este desaguisado. “Estoy contento por dos motivos (ha declarado): la novela ha funcionado desde el punto de vista comercial, y ahora se la reconocen méritos estrictamente literarios”. Pues, me temo que no, querido Juanjo, para qué nos vamos a engañar. Algo no acaba de funcionar bien del todo en nuestra vida intelectual cuando a nadie le ha parecido chocante hasta ahora, la excepción es el blog de Antón Castro, esta decisión del jurado. Piénsenlo dos veces antes de responder: ¿existe alguien que sea capaz de defender, razonando sus argumentos, que la novela premiada de Millás es mejor que las que hemos citado al comienzo de Javier Marías y Rafael Chirbes?

P.D. Buena prueba de que aquellos polvos tenían que traer estos lodos son los comentarios que hizo ayer José Manuel Lara Bosh: "El jurado del premio Planeta elige bien y sabe lo que hace; la prueba está en que ayer le han concedido el Premio Nacional de Narrativa a una obra (en referencia a El mundo, de Juan José Millás) que ganó el año pasado el Planeta".

* En las fotos, Rafael Chirbes y Javier Marías.
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16 comentarios:

Miguel Sanfeliu dijo...

Excelente y clarificador texto. Supongo que todos los premios terminan siendo injustos con alguien. Me alegro por Millás, que parece haber sido el primer sorprendido, y del que pienso que es un autor que merece todos los reconocimientos que se le hagan; pero creo que, tal vez, este año ha sido "Crematorio" el libro que se ha ido abriendo camino poco a poco y, probablemente, merecía este espaldarazo. Estoy de acuerdo en lo que dices sobre la necesidad de que este premio sea un reconocimiento a una obra que haya destacado sobre las demás en su género y no una especie de lotería o concurso arbitrario.

Un abrazo

Miguel Ángel Muñoz dijo...

Como bien comienzas diciendo, el Nacional, a fuerza de sorprender, ya no sorprende a nadie.
Además, hay que pensar que si junto a una obra maestra absoluta como la novela de Chirbes y el ambicioso y también maestro empeño de Marías, se decanta el jurado por Millás -del que no he leído este libro, ojo- es que vivimos, como decía aquel, en una segunda edad de oro de la literatura española. Si no, no se entiende.

Juan Carlos Márquez dijo...

Oportunísimas tus consideraciones sobre el proceso de selección/elección de los miembros del jurado. Así se entienden ciertas cosas.

Anónimo dijo...

Si algo deploro de los blogs, Fernando, son los comentarios redundantes que sólo suscriben la opinión del autor del post, sin añadir nada. Pero es que mi dolorosa experiencia con ese premio -que lleva camino de convertirse en un despropósito, si no lo es ya- me obliga a darte toda la razón, tanto en el contenido de tus afirmaciones como en la contundencia de la forma con que las formulas. Los delirantes criterios de formación del jurado proceden, me parece, de una explosiva conjunción de dos factores: por un lado, la voluntad de cubrir con una pátina de "representatividad democrática" lo que debería responder exclusivamente a un criterio de competencia intelectual (ojo: no necesariamete académica); por otro lado, el contagio de los modos esclerotizados con que se conduce una institución tan poco dinámica como un Ministerio, donde es muy difícil romper drásticamente con los procedimientos consolidados por la tradición.

Solo en un cosa no estoy de acuerdo contigo. Por muy lamentable, injusto o ridículo que sea todo esto, al final no puede afectar a la literatura misma, sino solo a alguna zona epidérmica de su presencia en la sociedad. La literatura es, al final, una experiencia estética personal que se sustrae de estas contingencias tan poco gratas. Esa es la suerte que tenemos, ¿no?

Un fuerte abrazo.

Fernando Valls dijo...

Miguel, Miguel Ángel, Juan Carlos, gracias por vuestros comentarios, pero permitidme que me centre en el de Juan Carlos, con quien estoy de acuerdo en todo, incluso en las objecciones que pone. De todas formas, Juan Carlos, lo que pretendía decir es que la Literatura se resiente cuando no se le reconoce el mérito que le corresponde, porque para los lectores normales y corrientes (los auténticos lectores, que no somos nosotros), el que le hayan dado el Premio Nacional a la novela de Millás, una de las más flojas entre las suyas, un mero corta y pega de obras anteriores, la sitúa por delante de las de Chirbes y Marías. Lo que es un auténtico disparate, porque la diferencia -en esta comparación- resulta abismal. El riesgo y la complejidad de estas novelas está a años luz de `El mundo´. Pero tú esto lo sabes perfectamente.

Raúl dijo...

Fernando, interesantisimas tus críticas; además de bien escritas.

ANTONIO SERRANO CUETO dijo...

Tus estupendos argumentos vienen a denunciar algo que, por desgracia, sucede con bastante frecuencia en premios pequeños y grandes. Y ya no parece haber distinción entre certámenes organizados por editoriales, con sus intereses comerciales por encima de todo, y los organizados por instituciones públicas de relevancia cultural, como es el caso del Ministerio. Es de suponer que alguien (o más de uno) estaba empeñado en sacar a toda costa a Millás. Tú lo dices bien: "Doce hombres sin piedad." Premios y literatura, una relación cada vez más envenenada.
Un abrazo.

Tomás Rodríguez dijo...

Con estos referentes ni a Marías ni a Chirbes les conviene que un premio de ese calado los envuelva en su nómina. Marías lleva años destacando en Hispanoamérica al igual que Vila-Matas y Muñoz Molina (que ya lo ganó) y en otros países de habla no hispana. Los premios, título cortazarinao, están radiografiando lo que la literatura supone para la sociedad, para los que manejan la cultura en este país. Los argumentos estrictamente literarios no interesan porque no se conocen. Y una vez más, junto a Erasmo, proclamo que la invasión de la estulticia es el mal de la cultura. Así nos va. Sólo nos queda la satisfacción propia de saber discernir lo que es literatura entre tanta,con perdón, mierda editorial tensionada desde la politica y los medios de comunicación.
Salud.
http://tropicodelamancha.blogspot.xcom

Anónimo dijo...

Me imaginaba que eso es lo que querías decir. El problema no es premiar una novela mala o mediocre (eso sólo va en detrimento de la credibilidad del propio premio, de su prestigio). Lo malo es que se está señalando a una obra claramente inferior a otras, lo que contraviene la única misión legítima (y útil) de este tipo de premios, y que es una misión estrictamente didáctica. Es algo parecido a lo que pasa con esos típicos profesores universitarios que te dicen: "miren ustedes, esta asignatura comprende toda la producción literaria desde principios del XX hasta el final de la Guerra Civil, pero yo voy a darles un curso monográfico sobre Luis Chamizo, autor en el que soy la máxima eminencia". No sé si me explico.

Fernando Valls dijo...

Te explicas perfectamente, pero me fastidia estar tan de acuerdo contigo, Juan Carlos, y me alegra que te acuerdes del célebre autor de `El miajón de los castüos´.
Saludos cordiales

Unknown dijo...

Totalmente de acuerdo, Fernando. Y me parece muy oportuno y valiente decir estas cosas con conocimiento de causa. Yo no podría decirlas porque, entre otras cosas, casi todo lo leo con retraso. Pero yo iría más allá: ¿realmente son necesarios los premios literarios estatales? ¿No está ya suficientemente acreditado el hecho de que la inmensa mayoría de los autores reconocidos de este modo son carne de olvido? Ya sé, ya sé: eso lo dicen, lo decimos, quienes no reciben premios. Pero eso no creo que inhabilite para opinar.

Enhorabuena por este oportunmo quite.

Fernando Valls dijo...

Sí que me parece que son necesarios, si se dan bien, a libros que lo merecen. Es una manera de llamar la atención sobre la mejor literatura, para que los lectores se acerquen a libros que quizá de otra manera no sabrían nunca de su existencia.
Piensa, por ejemplo, en Margarit. Un buen poeta en catalán, al que muchos lectores llegarán ahora, por primera vez, tras ser reconocido con el Nacional.
Todos los escritores, por otra lado, están a favor de los premios. Y sólo me creeré que están en contra cuando, tras concederle uno, con dotación económica, lo rechacen, cosa que nunca ha pasado entre nosotros.
Hace unas semanas Peter Handke se negó a estar entre los finalistas de un gran premio alemán, alegando que debía ser para los escritores jóvenes; y hace un par de días el crítico Reich-Radnicki rechazó un premio de un canal alemán de televisión explicando, en el momento de recogerlo, que toda la televisión, excepto el Canal Arte, era basura. Pero, me parece que entre nosotros, esas cosas no suelen ocurrir, ¿verdad?.
Recuerda que Sartre rechazó el Nobel, pero luego les pidió el dinero. Y el filólogo Joan Corominas hizo lo mismo, con el Premio de las Letras Españolas.

Anónimo dijo...

si el nacional de narrativa ha tocado fondo, el planeta sigue en el subsuelo de la pirañería editorial: ahora Savater es novelista; es una profesión tan degradada la del novelista que en este país terminarán premiando al rey y al presidente del gobierno y a Botín con tal de sacarle los cuartos al personal. Qué tristeza de literatura esta la que tenemos.

Anónimo dijo...

¿Y qué me decís del premio planeta de este año? Sólo he leído una obra de Savater (¿es como v o con b? Perdón por mi ignorancia...aún estoy medio dormida, además), "Política para Amador", cuando tenía 16 años. Creo que Amador y yo acabamos un poco hartos de política... En fin, que desde entonces no he tenido ganas de abrir un libro suyo. Igual su obra de ficción es genial, pero cuando algo no te gusta a los 16 años, ya te marca para siempre...Al menos, a mí me pasa.
Buenos días a todos,

Cristina Monteoliva
www.labibliotecaimaginaria.es

Francisco Casoledo dijo...

Siempre nos quedará la blogosfera y la valentía u honestidad intelectual de críticos como Fernando. Desde luego que el tema de los premios es el gran tabú de la sociedad literaria española, el amor (al dinero, a la fama) que no se atreve a decir su nombre. Savater recibe ayer con una mano el cheque del Planeta y mañana escribe un artículo con la otra sobre los grandes dilemas éticos de la sociedad española. Como esos especuladores que tan entretenida nos están haciendo la vida, todo el asunto se lleva mediante intermediarios, de forma que el beneficiado puede silbar y mirar para otro lado como si con él no fuese la cosa. El día en que algún agente literario se proponga escribir sus memorias habrá que entrar en el parnaso español con lanzallamas.

Trabajo en un servicio jurídico de asesoriamiento a municipios, y me enfrento diariamente a reclamaciones sobre concesiones municipales, contratas, etc. A la mínima sospecha de irregularidad, demanda. Sin embargo todas las semanas se estás cometiendo prevaricaciones con fondos públicos en los premios literarios, que tendrían incidencia no sólo administrativa sino penal, y nadie mueve un dedo. A estas alturas, ya que no podemos pedir honestidad, sí al menos cierto decoro.

Me gustan los artículos de Millás y sus primeras novelas, pero cada vez me quedan menos ganas de segurilo. Y por otro lado lamento y no entiendo el escaso eco que ha tenido 'Tu rostro mañana', de Marías, cuando se trata del único proyecto literario verdaderamente ambicioso que hemos visto en años.

Anónimo dijo...

Muy esclarecedora esta discusión. De todos modos, a Javier Marías más le conviene estar en la lista de los que jamás han recibido el Premio Nacional que en la que lo han recibido; en la lista de los no galardonados figuran, aparte de Marías hijo, Julián Marías (ensayo), Jaime Gil de Biedma (poesía), Eduardo Mendoza y Arturo Pérez-Reverte (narrativa). Ganarlo a estas alturas y después de lo que ha sucedido este año –– como dice Fernando Valls, Millás es un buen narrador pero El mundo es probablemente su peor novela y no es comparable con Tu rostro mañana 3. Veneno y sombra y adiós –– sería un desprestigio.