martes, 28 de octubre de 2008

Autorretrato de FERNANDO ARAMBURU

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"Mi vida en 465 palabras y quien no se lo crea que las cuente"

Al grano. Me parió mi madre en San Sebastián el 4 de enero de 1959. Mi madre era ama de casa; mi padre, obrero en una empresa de artes gráficas. No teníamos biblioteca, ni piano, ni institutriz inglesa, ni hablábamos más idioma que el heredado de nuestros ancestros, y aun ese con notorias incorrecciones. Sospecho que estaba predestinado a peón de obras, quizás a mecánico en un taller de reparaciones. La sentencia, extrañamente, no se consumó.
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En el 68 ingresé en un centro escolar regentado por agustinos recoletos. Ora pro nobis. Aquellos frailes de sotana negra me obligaron a leer el Lazarillo de Tormes y esas cosas. En consecuencia aborrecí durante varios años la letra impresa. Luego la amé con fiebre ya incurable en el siguiente colegio, el de Larramendi, donde terminé el Bachillerato Superior. A los dieciséis años tuve una iluminación que habría de determinar el curso posterior de mi vida. No se me apareció Dios, pero intuí que mediante el dominio del lenguaje había posibilidades de escapar de mi grupo social.
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En 1977 abracé el surrealismo con el mismo fervor con que otros la religión o una determinada ideología. Ese mismo año tuve la fortuna de ser admitido como colaborador en la revista Kantil de Literatura. Con Álvaro Bermejo fundé el Grupo Cloc de Arte y Desarte. El lector curioso hallará una historia pormenorizada de esta cofradía de rebeldes escrita por el catedrático Juan Manuel Díaz de Guereñu y publicada en Hiperión con fecha de 1999.
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Veinte años atrás me había instalado en Zaragoza a fin de terminar la carrera de Filología Hispánica. Allí cometí los pecados más hermosos de mi vida. Yo no sé si he sido feliz, pero he sido un hombre bastante libre.
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Disolvimos Cloc en el 81, después de tres años de cachondeo y alboroto. Publiqué por entonces mis primeros libros, destruí los pocos ídolos que me quedaban y tomé la firme decisión de reaprender con propósito literario mi idioma materno.
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Al año siguiente conocí a la madre de mis hijas, una chica alemana de rostro bello y sonriente. En pos de su rastro perfumado me dirigí sin apenas equipaje a su país, donde pronto habré cumplido la mitad de mi vida. En el 85 me dieron un puesto de profesor de lengua materna en un colegio de Lippstadt y en otro de Geseke, localidades situadas en la llanura de Westfalia. Una tarde di por cancelada mi obra poética. Abandonado el hábito de contar sílabas, me convertí en un escritor de ocho a una y media. He aprendido con sostenida aplicación el arduo idioma alemán. Persistiré, no hay más remedio, en el aprendizaje hasta el día en que se me apague la luz. No fumo.
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* El autorretrato es del pintor norteamericano A.J. Sargent.

5 comentarios:

Nodicho dijo...

Me encantan estos autorretratos. Es una grata casualidad que aquí descubriera "Los peces de la amargura" y que, la misma tarde, encontrara el libro sin proponérmelo -se cruzó en mi camino- y que ahora, dos días después de terminado el libro, cuando aún lo sigo masticando despacio, venga Aramburu a autoretratarse con tan buen hacer.

ANTONIO SERRANO CUETO dijo...

Yo también disfruto con esta sección de tu blog, sobre todo cuando, como es el caso de Aramburu, son autorretratos literarios. Da gusto.
Saludos.

Anónimo dijo...

¿Tuvo el Lazarillo de Tormes la culpa de que me decantara por las Ciencias en vez de por las letras en 3º de BUP, aunque por aquella época (lo siento, no soy nada modesta. En mi caso, se cumple eso de que cualquier tiempo pasado parece mejor) todas las materias se me daban bien? No, aunque tuve que leer el libro dos veces...
Un autorretrato magnífico, si!!!

Saludos,

Cristina Monteoliva
www.labibliotecaimaginaria.es

Nathan Z. dijo...

Me gustaría, utilizando este soporte, decirle a Fernando Aramburu que "Fuegos con limón" es la mejor novela ambientada en Donosti que he leído. Donosti es tal y cómo la describe Fernando en ese magnífico libro que no sólo destaca por ese extraordinario retrato al que me refiero. Me habría gustado hacerlo en persona, en la presentación de "Los peces de la amargura", en la librería Lagun, pero no pude asistir. A ver si vienes pronto por aquí, Fernando.

Un saludo y mi admiración.

María Jesús Siva dijo...

Conozco un poema de Fernando escrito en unión con otro poeta y conozco un poema dedicado a Fernado.
Creo que Fernando sabe plasmar muy bien ciertas realidades aunque utilice, a veces, un mundo imaginario para hacerlo, nos conduce hasta el objetivo.
Saludos.