jueves, 22 de octubre de 2009

Museo de las cosas insólitas

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Cuentan las guías de la ciudad que en Berlín hay más de doscientos museos, pero seguramente el más pequeño, singular y desconocido sea el Museum der Unerhörten Dinge, de las cosas insólitas o inauditas, situado muy cerca de mi casa, en la Crellestr. 5-6, en el barrio de Shöneberg. Suele estar abierto todas las tardes entre las 3´30 y las 7, pero su creador, Roland Albrecht, a veces se ausenta para ir a hacer algún recado y pide a los posibles visitantes que lo esperen, prometiendo volver pronto.
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El recinto del museo esta compuesto por una pequeñísima habitación que puede observarse desde la calle a través de los cristales. Este "dadaistisches Kuriositätenkabinett", gabinete de curiosidades dadaístas, está compuesto por una serie de objetos aparentemente sin historia, tal como los denomina su creador, a los que ha sabido escuchar con paciencia y atención, a fin de que le narrasen su peripecia particular. A partir de ahí, Roland Albrecht decidió ponerlos por escrito en unas fichas que aparecen junto a los objetos inauditos de su colección. En la contraportada del volumen dedicado a esta sorprendente colección puede leerse: "Este hombre da respuesta a preguntas que el mundo todavía desconoce". Es evidente que Dadá sigue vivo en esta hermosa calle del barrio de Schöneberg, situada no lejos de donde nació Marlene Dietrich.
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En este momento el museo, a pesar de su minúscula dimensión, muestra una exposición dedicada a August Leopold Crelle (1780-1855), el arquitecto, ingeniero, matemático y publicista que da nombre a la calle. Hijo de un agricultor, y de formación autodidacta, en 1815 fue nombrado consejero de obras públicas, de urbanismo, diríamos hoy; y en 1827, miembro de la Academia de las Ciencias. Entre 1816 y 1826 trazó las concurridas avenidas prusianas. A partir de sus bocetos, se construyeron los primeros ferrocarriles que conectaban Potsdam con Berlín. Y entre 1828 y 1848 trabajó de funcionario en el Ministerio de Cultura prusiano, para luego abandonar el servicio al estado. Fue también el responsable de la aparición, en 1826, del primer diario matemático en lengua alemana, el Journal für reine und angewandte Mathematik, conocido también como Crelles Journal, desarrollando además una tabla de cálculo. Este ilustre vecino y ciudadano, a partir de los años 20 del siglo XIX vivió en Shöneberg, al final de la Potsdamer Straße.
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* Fotos de Gemma Pellicer.
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3 comentarios:

María dijo...

También podría ser "Insólito museo de las cosas insólitas".

Un señor, del pueblo de Soria de donde procede mi familia materna, ha dedicado años a elaborar complejas maquetas en las que aparecen con detalle todos los oficios manuales tradicionales, sus utensilios (la mayoría de ellos ya desaparecidos), manejo etc...Desde el de zapatero, el agricultor, el molinero, el herrero... Las maquetas se mueven para que puedas aprender el funcionamiento de, por ejemplo, el molino, la almazara... En la puerta de su casa ha colgado un cartel: Museo etnográfico. Hay que saber buscarlo, al hombre, por las calles del pueblo para poder entrar a ver su museo.

Isabel González dijo...

Qué bueno Fernando. Cuéntanos cómo es alguno de esos objetos. ¿Hay algún reloj que marca las horas perdidas o alguna báscula que pesa el alma?

Fernando Valls dijo...

En las fotos de la entrada puedes ver algunos de ellos, aunque me temo que su función es más modesta, propiciar las historias de su inventor. Si alguien lograra reunir en un museo un puñado de objetos como los que señalas, tendría más visitantes que El Prado, ¿o no? Dicen que existe un museo de cera en Dubrovnik, en una de cuyas salas, que sólo puede visitarte de uno en uno, hay un muñeco de cera que actúa como conciencia de quien se planta ante él. Pero parece ser que casi todos los visitantes abandonan la sala despavoridos.