lunes, 12 de octubre de 2009

Los microrrelatos completos de Ana María Shua

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¿Cómo se lee un libro de microrrelatos reunidos? En pequeñas dosis, sin duda, como las poesías completas de un autor, degustándolas, rumiando la lectura, dosificando las impresiones, los efectos, las emociones. No son piezas para lectores con prisas, sino para ser leídas y releídas en soledad y silencio, con paciencia, apreciándolos, como si se tratara de comida japonesa. Que una escritora pueda reunir sus microrrelatos completos en un sólo volumen (Cazadores de letras. Minificción reunida, Páginas de Espuma, Madrid, 2009) me parece que es una novedad casi absoluta y otro síntoma más de la normalidad hacia la que se encamina el género. Aquí tiene el lector, a su disposición, libros ya míticos, como La sueñera (1984), Casa de geishas (1992) y Botánica del caos (2000), pero también el más reciente Temporada de fantasmas (2004) y el inédito Fenómenos de circo.
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Shua conoce a la perfección los recursos de los que suele valerse el género, y los utiliza con tanta sutileza y habilidad como acierto. Así, puede convertir un lugar común o una frase hecha en un relato fantástico o sorprendente; pero, además, juega con el paso de la vigilia al sueño, de la vida a la muerte, y con las peculiaridades y componentes del mundo de los sueños, del más allá, que a menudo suelen ser otros; se vale de los mecanismos retóricos de los chistes y de los motivos de los relatos infantiles; rompe con la realidad y con la lógica; utiliza la reescritura y la intertextualidad, las paradojas y el humor; mientras que a través de la extrañeza, convierte lo cotidiano en mítico; anima los objetos (tan malos como desobedientes) y no escatima el erotismo. En suma, en el presente volumen se nos muestra esas sorprendentes e inesperadas vetas de la existencia que la convierten en absurda, aun cuando los personajes de Shua logren incluso sobrevivir. La autora trabaja muy bien con los conocimientos del lector, al que le da cancha para acabar seduciéndolo, llevándoselo a su terreno. Y consigue evitar los numerosos peligros que acechan al género, y que van del chiste y el mero ingenio a la historia evidente.
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Sólo le pondría un par de pegas insignificantes. Creo que el libro hubiera resultado más provechoso si fuera acompañado por un prólogo que le explicara al lector español quién es Shua y cuál ha sido su trayectoria. Por otra parte, me parece que la palabra microrrelato (un texto narrativo brevísimo que cuenta una historia) se corresponde mejor, por su mayor adecuación, con el tipo de textos que compone Shua, siendo el concepto de minificción, utilizado en el subtítulo, demasiado vago, general e impreciso.
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Ana María Shua, narradora de ambiente y respiración cortazariana, ha cultivado diversos géneros (novela, cuento, poesía y narrativa infantil) pero creo que ha encontrado el suyo propio en el microrrelato. La mejor prueba quizá se halle en este volumen, en el que se demuestra, si es que resultaba necesario, que la narradora argentina, en esta exigente distancia, puede codearse con los mejores cultivadores actuales del género. Sus microrrelatos son de alto voltaje y como la comida japonesa, adecuada sólo para paladares refinados, exquisitos.
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* Esta reseña ha aparecido levemente mutilada en el número 114, del presente octubre, de la revista Mercurio.
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20 comentarios:

Citopensis dijo...

Onírica la reseña.

Cuando uno la termina para haber escapado de una espiral sin fin.

Y tal.

Citopensis dijo...

PD: prefería que no la corrigieras. Es una reseña "febril".

Fernando Valls dijo...

Citopensis, me tomo una aspirina, cojo la tijera y se acaba la fiebre. Gracias por tan sutil aviso.

Juan Antonio González Romano dijo...

Estupenda noticia, porque los primeros libros de Ana María Shua no había tenido manera de conseguirlos, a ver si no se me escapa este.
Un abrazo.

Dillinger dijo...

Me gustaron mucho estos microrrelatos. Me gustó Ana María Shua. La leí hace poco. No la conocía. Merece la pena. Y la crítica también. Saludos Dillingerianos.

Pedro Herrero dijo...

A mí, la etiqueta de microrrelato o minificción tampoco me preocupa mucho. Pero esa frontera que citas, Fernando, entre un texto merecedor de tal categoría y otro que sólo muestra ingenio, me trae por el camino de la amargura. Por eso tengo a Shua como autora de cabecera, y celebro que esta última publicación recoja el grueso de su obra. Podré trabajar con un solo volumen en la mesa, dejando los otros en la estantería.

MARIA FABIANA CALDERARI dijo...

Esta reseña distinguida, deja poco o casi nada para comentar. Mágica Ana María.
Si no resulta irreverente de mi parte, me aventuro a disentir contigo (dados los matices de su escritura sutil), la juzgo adecuada para cualquier paladar…
Saludos cordiales.

Fernando Valls dijo...

Fabiana, no sólo no resulta irreverente disentir, sino casi conveniente...
A ver Pedro, si consigo explicarlo. Un libro de minificciones podría incluir poemas breves, aforismos, viñetas, microrrelatos, poemas visuales; o sea, formas breves de ficción. Pero el de Ani Shua sólo incluye microrrelatos. ¿Por qué llamarlo entonces minificciones? Y otra pregunta: ¿algún estudioso de la poesía la ha tachado alguna vez de minificción? No, ¿verdad? Pues, desterremos de una vez por todas esa tonta e inútil denominación que es minificción.

Pedro Herrero dijo...

Te explicas muy bien, Fernando, y estoy de acuerdo contigo. Pero, por el énfasis que das a tus argumentos, me parece evidente que esa cuestión no era una “pega insignificante”, tal como decías en la entrada.

Fernando Valls dijo...

Hombre, Pedro, sí me parece una pega insignificante porque los microrrelatos de Ani, los llames como los llames, no por eso dejan de ser buenos. Y no sé por qué sospecho que ese subtítulo es del editor, que también es el mío. Y si me equivoco recibiré el corespondiente garrotazo de Juan Casamayor en mi cabezota, cerrando mi sucia boca para siempre.

Javier Navarro dijo...

¡Hola Fernando! Fuí alumno tuyo en la UAB hace unos tres años. Acabo de descubrir tu blog y me encanta. Quiero saludarte y felicitarte por ello.

Lamentablemente no he leído nada de Ana María Shua, pero después de leer esta entrada lo haré.

¡Saludos!

Fernando Valls dijo...

Gracias, Javier. Me alegre verte por aquí, lejos de las aulas. Si te gustan los microrrelatos es imprescindible leer a Shua. Saludos.

Isabel González dijo...

En mi casa tengo un altarcito con una foto de 'la Shua' y cuando no se me ocurre nada, le pongo una vela para que me llegue la inspiración. Lo cierto es que esto casi nunca da resultado así que opto por abrir alguno de sus libros y leer algo. No falla. Aunque también la leo cuando estoy demasiado triste o demasiado alegre o cuando no se me ocurre qué comida preparar hoy. Ani inspira en cualquier faceta. Es la MAESTRA con mayúsculas. Podría destacar muchas de sus cualidades, pero hay una que la describe por encima de todas: su porosidad. Me explico. Sus microrrelatos son porosos porque —como ella misma escribe en uno de ellos— penetran y son penetrados con facilidad. Se dejan asir y a la vez, enganchan. Son porosos porque la realidad y la fantasía se intrincan en ellos, porque conviven el tono lírico y el científico, porque se dan la mano el horror y el humor, porque son fértiles como la tierra esponjosa. La escritora, con su dominio del lenguaje y del juego, planta en ellos lo que quiere y todo, todo, todo germina. Lo dicho. Una maestra. Una bruja del ingenio. Y su libro 'Cazadores de letras', una joya de tropecientos kilates.

Fernando Valls dijo...

Isabel, pongo tus micros en la mejor compañía posible. ¡No te quejarás!

Isabel González dijo...

De lujo Fernando. Un honor. A ver si con el roce se me pega algo. Mil gracias por esta feliz acercanza.

Martín Gardella dijo...

Es una pena que este libro no esté disponible en las librerías de Argentina. Saludos

Fernando Valls dijo...

Martín, pero lo estará. A ver qué puede decirnos Juan Casamayor, su editor.

Juan Casamayor dijo...

Estimado Martín,

puedes comprar el libro en las librerías Guadalquivir de Buenos Aires; a la cadena de Yenny/El Ateneo también llegaron ejemplares, aunque pocos, y, asímismo, puedes dirigirte a la Librería La Arcadia de Buenos Aires que forma parte de una red de librerías independientes que reciben nuestros libros a través de la distribuidora Waldhuter.

Cualquier problema, no dudes en dirigirte a la editorial (ppespuma@arrakis.es).

Abrazos

Juan

sempiterna dijo...

Hola, soy una recién llegada a este blog y no he podido dejar de participar en esta entrada. Hace poco me regalaron "Casa de geishas" y nunca había leído nada de microrrelatos, de donde se deduce que la persona que lo hizo, sabía con qué iniciarme. Me gustan muchisimo estos microrrelatos y realmente este género es para leerlo tal y como aconsejas. Yo suelo volver atrás en la lectura para retomarlo.

Cinta dijo...

Maravillosa Shua. Y toda una sorpresa encontrar a Fernando; fuiste mi profe en la FTI hará unos mil años, me gustaba ese empeño tuyo porque acudiésemos a ver las obras, pese a que mi bolsillo nunca podía hacerte caso!