miércoles, 7 de mayo de 2008

Ventas y calidad literaria, o `me debo a mi público´

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Entre los tópicos que circulan hoy sobre la novela, uno de los más reiterados es afirmar que hay quienes creen que cuanto más se vende un libro, menos calidad literaria tiene. El caso es que, en los muchos años que llevo en esto, nunca he conocido a nadie que sostenga tal cosa, ni de forma oral, ni mucho menos por escrito. Lo que sí he oído y leído, en demasiadas ocasiones, es justo lo contrario: que los libros más vendidos son los que prefiere el público, y que eso merece un respeto, porque deben de ser buenos, ¡y ya envalentonados!, que algo tendrán cuando gustan a tantos lectores, y que si patatín, que si patatán...
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Si alguien afirmara que los libros por el mero hecho de venderse masivamente carecen de entidad literaria, me parecería un auténtico disparate. La literatura se calibra por otros procedimientos. Otra cosa es que pensemos que determinados autores han cedido en sus exigencias para llegar a un público lector más numeroso. En las últimas décadas, grandes novelas se han vendido generosamente, dentro y fuera de España, como Corazón tan blanco de Javier Marías, por no recurrir una vez más a Cien años de soledad. ¿Por qué las novelas de Rafael Chirbes se venden mucho mejor en Alemania que en España? Y el hecho de que Soldados de Salamina, de Javier Cercas, se vendiera muchísimo, frente a las previsiones más optimistas del autor, los editores y los que acudimos a la presentación de la novela, no la convierte ni en mejor ni en peor. En fin, todo esto son obviedades que da vergüenza repetir.
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Quizá más sorprendente aún si cabe haya sido el éxito de Los girasoles ciegos, de Alberto Méndez. Pero siempre me ha quedado la duda de por qué este libro se ha vendido tanto, ha superado los ¡cien mil ejemplares!, un auténtico record para un libro de cuentos. Lo que desmiente otro tópico, que el cuento no se vende. En cambio, no ha ocurrido lo mismo con los libros de Juan Eduardo Zúñiga, con los que tantas semejanzas comparte, en temática, ambición y calidad.
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Sabemos que lo de las ventas no es una ciencia exacta, no se olviden que La sombra del viento ni siquiera ganó el Premio Fernando Lara, al que había concurrido. O lo que es lo mismo, los expertos de Planeta no consiguieron detectar el valor comercial de esta vendidísima novela, sobre cuyo interés les llamó la atención, con insistencia, Terenci Moix, quien formaba parte del jurado. .

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Sí se ha afirmado, en cambio, la existencia de libros que se venden mucho, pero que por su simplismo, por cuanto tienen de productos prefabricados, así como por la inconsistencia de la historia y de sus personajes, poco o nada tienen que ver con lo que algunos seguimos entendiendo por literatura. En suma, por ser demasiado previsibles, por su lenguaje pobre y funcional y por su escasa complejidad. Y en ese saco entrarían, acepto que en diversos grados, Carlos Ruiz Zafón, Javier Sierra, Ildefonso Falcones, Julia Navarro, etc.
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Lo evidente es que muchas publicaciones, periódicos y revistas (más o menos literarias), apoyan estos libros de los grandes grupos editoriales porque, de no hacerlo, se les racanearía la publicidad. En realidad, se trata de una estafa a sus lectores. Esto es algo sabido, pero callamos y nos preguntamos por qué las secciones de cultura de los periódicos sólo se ocupan de los libros de las grandes editoriales. Y así sigue girando la rueda de la farsa, a trompicones, como si del carnaval se tratara, quitándonos y poniéndonos las caretas, fingiendo todos -unos más y otros menos- que eso es lo normal, cuando también sabemos que no debería serlo... Mientras tanto, los escritores nos cuentan que se han presentado a tal premio para ganar lectores; el mismo argumento, en suma, que utilizaban las folklóricas cuando nos confesaban que se debían a su público. Pero a qué público, me pregunto, ¿se refieren, acaso, al público lector? Vaya, no lo creo.

* Joan Brossa, "El intelectual".
* Con esta entrada empiezo una serie que llevará el título general y la etiqueta de Grandes éxitos.

14 comentarios:

Juan Carlos Márquez dijo...

Hola, Fernando, tu artículo me parece muy certero. ¿Me das permiso para poner un enlace a tu texto en mi blog? Aguardo con interés el segundo capítulo de la serie.

Anónimo dijo...

Creo que el gran bestseller de la historia también tiene cierta calidad literaria...El Quijote, se llamaba??????
En fin, llamadme idealista, pero me gusta pensar que de vez en cuando puede surgir un gran libro, éxito de ventas, con calidad literaria y, que encima, conecte con un público amplio.

Fernando Valls dijo...

Cris, como digo en la entrada nadie niega eso; es más, es la aspiración de todo escritor, incluso de los más ambiciosos.

Juan Carlos, por supuesto que tienes permiso. Las entradas se hacen para que llegan al mayor número posible de lectores, como las novelas...

Miguel Ángel Muñoz dijo...

Lo más inquietante no es la presencia de libros que se venden más que otros con mayores cualidades literarias, sino el preciso diagnóstico que contiene el último párrafo de tu texto. La rueda sigue, la farsa también, pero a una velocidad tan implacable que no hay más que entrar en una librería para ver cómo a sus márgenes van quedando las víctimas de esa salvaje estrategia comercial, a la que los medios se han rendido con triste pleitesía.
Un abrazo, Fernando.

ANTONIO SERRANO CUETO dijo...

Precisamente hoy, Fernando, hemos estado hablando en un programa de radio al que asisto semanalmente de cómo, en la selva de las grandes editoriales, van hallando hueco milagrosamente pequeñas editoras (Minúscula, Almuzara...), y cómo algunas de ellas logran poner en el mercado, con gran esfuerzo y mayor entusiasmo, obras tan buenas como "La isla" de Giani Stuparich. Por otra parte, los premios son muchas veces el camino más directo para que un escritor/a publique por primera vez. Enviar un manuscrito a una editorial es lo mismo que colocarlo en el estante de una biblioteca: que lo lean (y no digamos ya que guste) tiene mucho de azar.
es un acto que, de entrada,

Anónimo dijo...

Hola, Fernando:

Sólo se necesita la coordinación, el dinero y la voluntad de un puñado suficiente de personas que opinen como tú para armar una publicación periódica en papel o una comunidad virtual online donde sólo se escribiera sobre esa literatura que tú denuncias que permanece ignorada por los grandes medios de comunicación/edición.

Creo que tú y personas como tú estáis en disposición de llevar a cabo con éxito esa empresa editorial (aunque a corto y medio plazo sólo fuera por amor al arte, vamos, lo mismo que mantener diariamente un blog).

Hay muchas personas excelentemente cualificadas que derrochan su talento en blogs casi anónimos o que investigan y escriben para luego guardar sus resultados en una carpeta porque no saben o no pueden acceder a las publicaciones más prestigiosas. Bastaría con sugerir a cada uno de ellos que se uniera a ese proyecto común. Bien seleccionados y dirigidos, se podrían lograr grandes resultados.

Sólo hace falta que alguien tome la iniciativa; que acepte coordinar, dirigir y supervisar ese estimulante proyecto. ¡Dios, sería una empresa de las que hacen época! Creo que en España desperdiciamos lo que falta en otros países que a la postre siempre nos terminan mojando la oreja: coraje, erudición, iniciativa, ingenio, valía... ¿Qué nos falta? Constancia, disposición para el trabajo en común, fe en el éxito y sentido de nuestra tarea, capacidad organizativa... y, bueno, la sarten, porque los huevos los tenemos. ¿Entonces?

Un saludo,
R. Hurtado.

Tomás Rodríguez dijo...

Estoy contigo en todo, Fernando. En este país se cnfunden muchas cosas, y como dice Marías "No debería nunca nadie decir nada...", excepto, dicen los mediocres, de libros y de educación. Cuando un alumno me dice que él tiene derecho a opinar sobre una cuestión gramatical argumenta, el iluso, que el mero hecho de hablar ya lo capacita. De esta forma, se confunde la lengua con el estudio de la lengua, la filología. Algo parecido ocurre en la literatura: como soy capaz de leer, puedo opinar con criterio. Una cosa es podeer leer y otra cosa es la lectura de fondo, con horas en las espaldas, libros en los estantes y noches bajo las solapas de la pasión,la formación académica y filológica y la experiencia como lector. La frase tópica de Juan Ramón tiene toda la vigencia actualmente. es decir, una cosa es la literatura y otra el mercadeo de libros, una cosa es la educación y otra la política educativa. Saludos miles.
http://tropicodelamancha.blogspot.com

Magda Díaz Morales dijo...

Antes que nada agradecerte esta serie, Fernando. Voy aprender mucho de ella.

Un tema polémico y en ocasiones subjetivo, pero cuando es fundamentado como lo haces tu, lleva a conocer los porqués de muchas cosas, entre ellas esos procedimientos de los que hablas con los que se calibra la literatura.

LA CASA ENCENDIDA dijo...

Me sumo al aprendizaje de esta serie. Vengo del blog "Relataduras" y creo que seguiré por aquí aprendiendo. Supongo que en la venta y en la compra de libros habrá de todo, como en todo lo que forma la vida, y más donde se mueve el dinero.
Saludos

albalpha dijo...

Esta serie se ve muy interesante. Seguro con el análisis a algo llegamos.

Un abrazo
Alba

Manu Espada dijo...

Totalmente de acuerdo, si la Literatura se vende no tiene por qué ser mala, ¿es que acaso algún autor desea ser minoritario y marginal? No conozco a ninguno que diga: "he sacado un libro, espero que la editorial no venda más de 2.000 ejemplares o me considerarán un autor comercial, y claro, yo quiero ser un autor de culto".

Fernando Valls dijo...

Sí, Manu, pero no es esa la cuestión principal. Por favor, vuelve a echarle un vistazo a la entrada completa.
Gracias también a todos los demás (Antonio, Miguel Ángel, Rafael, Tomás, Magda y Alba) por intervenir.

Pablo Bautista dijo...

Yo es que con Zafón tengo el problema de que le vi en una entrevista en la tele y otra en El Pais Semanal y se me quitaron las ganas de leerle.

No sé como escribe, pero contestar a preguntas sobre sí mismo no se le da digamos que muy bien.

Miguel Sanfeliu dijo...

La crítica entregada a la causa de las grandes editoriales, al markéting más salvaje, hace un flaco favor a la literatura en general y a los lectores en particular. Creo que los blogs son un buen camino alternativo para que se le de importancia a libros que, de lo contrario, son ninguneados.

Por otra parte, es oportuno distinguir el libro que obtiene buenas ventas del libro denominado bestseller, entendido como libro prefabricado y poco consistente, como bien lo defines. Aunque también creo que, a veces, esta catalogación se realiza sin demasiado rigor y un libro puede ser tildado de “bestseller”, en el sentido despectivo, tan sólo por tener una trama de intriga o por la editorial que lo publica. O esa impresión tengo yo.

Un tema muy interesante.

Un abrazo.