sábado, 17 de mayo de 2008

Pere Gimferrer, uno y diverso, en la Academia de Buenas Letras

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Con diez años de retraso leyó Pere Gimferrer su discurso de entrada en la Academia de Buenas Letras de Barcelona, situada en el barrio gótico, en el viejo Palacio de los Requesens. Esta institución ha cumplido tres siglos, tras ser fundada en 1729 como Academia de los Desconfiados. En 1998, Juan Perucho, Francisco Marsá, ya fallecidos, y Martín de Riquer, fueron los padrinos del nuevo académico.
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Qué contar de Gimferrer que no se sepa y que pueda referirse en público..., excelente escritor y entrañable personaje. A la persona la conocemos poco, nada, aunque Alberto Blecua lo describió como "sentimental, sensible, sensitivo", de "inteligencia admirable pero también de sensibilidades únicas". Sí me gusta recordar, a pesar de todo, que -"tan diverso y, a la vez, tan uno", como lo definió Blecua-, ha cultivado la poesía, la prosa, no necesariamente narrativa, el ensayo sobre cine o arte (en libros sobre Max Ernst, Miró y Tàpies) y sobre literatura. Y que se ha ganado la vida asesorando editoriales, sobre todo a Seix Barral, su casa en las últimas décadas.
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Con Arde el mar (1966), quizás el mejor de todos sus libros, obtuvo el Premio Nacional de Poesía. Después, abandonó el castellano y adoptó como lengua poética el catalán, coincidiendo con el inicio de su relación con la que luego sería su primera esposa, la pianista Maria Rosa Caminals, con quien se casó en 1971, en atrevida pero verosímil hipótesis de Alberto Blecua. Cuando, muchos años después, ya viudo, se reencontró con Cuca de Cominges, a quien había conocido en 1969, regresó al castellano, con Amor en vilo (2006) e Interludio azul (2006), quizá por razones semejantes a las que lo llevaron a la lengua catalana. "Cuca y Pere, nos recuerda Blecua, se amaron en castellano". En estos últimos libros, confiesa el poeta, ha intentado conquistar al mismo tiempo el absoluto amoroso y el poético. Tampoco debemos olvidarnos de su experiencia como novísimo, en la tan célebre como poco afortunada antología de Castellet, en la que el entonces llamado Pedro Gimferrer, desempeñó un papel capital. Imprescindible resulta recordar también su importante obra poética catalana, de Els miralls (1970) a El diamant dins l´aigua (2001), sin olvidarnos de la prosa de su Dietari (1981) y de la insólita novela Fortuny (1983). A finales del presente año aparecerá, en Seix Barral, su nuevo libro, Tornado, compuesto por setenta sonetos, o pseudosonetos, odas o elegías, y algún poema en prosa, dedicados a su nueva compañera. .
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El discurso de Gimferrer, tras recordar a su antecesor en la medalla número 11, José María Valverde, trató sobre la palabra poética, de su condición enigmática, en una reflexión para ser leída con detenimiento, tras haberla escuchado, en la que recorre con ideas y ejemplos, toda la historia de la lírica, desde los poetas grecolatinos hasta casi nuestros días, mostrándonos la continuidad de un género, desde un punto de vista teórico y vivencial. La respuesta de Alberto Blecua fue extraordinaria, pocas veces lo hemos visto tan ameno, brillante, sabio y divertido, y lo he escuchado en infinidad de ocasiones, disfrutando siempre, en público y en privado, en sus inolvidables clases en la Universidad Autónoma de Barcelona y en solemnes conferencias académicas. Que alguno de los periodistas que realizaron la crónica del acto no aludieran a ello es una buena prueba de que cultivan mal su oficio.
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De lo apuntado por Gimferrer puede desprenderse quiénes han sido sus poetas preferidos: Ovidio, Píndaro, Dante, Ausiàs March, Garcilaso, Shakespeare, Góngora, Racine, Baudelaire, Apollinaire, Eliot, Riba, Foix, Wallace Stevens, Ungaretti, Octavio Paz... Entre los poetas hispanos del siglo XX, aludió también en el discurso a Rubén Darío, Neruda, Borges, Alberti y Aleixandre. Para Gimferrer, se lo confiesa a la excelente periodista de La Vanguardia, Rosa Maria Piñol, el poema es "un objeto ambiguo: impersonal y personalísimo al mismo tiempo, cotidiano e insólito, autónomo de sentido y cargado de pensamiento latente en su mismo tejido".
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Entre los asistentes al acto, no olvidemos lo que este texto tiene de crónica social, se encontraban los escritores Carme Riera, Eduardo Mendoza, Luis Alberto de Cuenca; editores como Gonzalo Pontón (padre), Elena Ramírez, Carmen Esteban, Oriol Izquierdo y Jaume Vallcorba; el arquitecto Oriol Bohigas; el pintor Frederic Amat; los periodistas Jorge de Cominges y Margarita Riviere; los historiadores Josep Massot y Pancho Riquer; y los maestros Martín de Riquer y Joaquim Molas. Hubo, en cambio, pocos escritores catalanes, aunque sí estaba Josep Maria Espinàs, miembro de la institución. .
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En fin, sólo nos resta felicitar al "nuevo, antiguo y tardano académico", como lo definió Blecua con su habitual precisión. Tras despedirnos de los protagonistas, un pequeño grupo de amigos nos fuimos a cenar, a charlar y echar unas risas, tan ricamente; con la satisfacción del deber cumplido y, sobre todo, con la alegría de haber pasado un buen rato a costa de la poesía.
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