En La Vanguardia de hoy, en medio del artículo de Quim Monzó, aparece este impagable diálogo que hará historia y será pasto de humoristas. Estos Pujol (mamá, papá y los nens), ¡cuantas alegrías nos proporcionan!:
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....."Es un tipo curioso, este Jordi Pujol i Ferrusola. A finales de los ochenta, cuando me pasaba las noches en el bar Mas i Mas, coincidí con él un par de veces. Yo tenía entonces treinta y pico años y a lo largo de la vida nunca nadie se había metido con mis tics. El primero que lo hizo fue Pujol i Ferrusola. Y no una vez, sino las dos que coincidimos. Estaba obcecado, el hombre. Me miraba y me preguntaba: "Com és que no fas res per controlar els tics?" [¿Por qué no te controlas los tics?]. Yo le contestaba: "Per què me´ls he de controlar?" [¿Por qué he de controlármelos?]. Pero él insistía. Una vez le contesté: "I per què no li fots aquest rotllo a ton pare?" [¿Por qué no le metes este rollo a tu padre]. Me dijo: "Perquè ell se´ls controla. Es posa davant del mirall, es mira fixament als ulls i s´hi està estona, sense fer-ne cap!" [Porque él se los controla. Se pone delante del espejo y se está un rato mirándose fijamente a los ojos, sin hacer ninguno]. Yo pensaba: tiene narices que sea precisamente el hijo de Pujol quien se meta con tus tics. A punto estuve de aconsejarle que buscase asesoramiento profesional para solucionar la evidente obsesión que la figura paterna le creaba. Pero, comprensivo, acabé por disculparle: ser hijo de Pujol no debe ser fácil, pensé".
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4 comentarios:
Vaya par.
De tics.
Eso sin contar los mítines nacionalistas que pertrechó en la extinta Yugoslavia.
Buuuuuuf,ya me viene el tic!
Hace un montón de años, Albert Boadella dirigió a la compañía del Teatre Lliure de Barcelona en la obra “Operació Ubú”. En un reparto de lujo, que contaba con actores de la talla de Lluís Homar (que aún no había conocido a Almodóvar) y de Pepe Rubianes, adaptó aquella sátira cruel de Alfred Jarry a la actualidad política catalana, y se despachó a gusto con la figura de Jordi Pujol, personaje que interpretaba (con una mezcla de ternura e ironía, a partes iguales) el legendario y malogrado Joaquim Cardona.
Yo fui a ver esa obra un par de veces, enamorado de la puesta en escena tan austera (marca de la casa) del director de Els Joglars, y de la portentosa interpretación de los actores. Allí salían, a cuerpo descubierto y sin ambages, los tics de Pujol reproducidos en las muecas inmisericordes de Cardona.
Posteriormente se estrenó, esta vez en el Teatre Victòria, “Ubú President”, donde Boadella volvió a cebarse con Pujol, aunque ya sin el mordiente de la obra anterior.
Actualmente, el espacio satírico de actualidad política “Polònia”, de la televisión autonómica catalana, sigue contando con la figura del expresidente de CIU, esta vez a cargo del humorista Carlos Latre, que ya no muestra aquellos tics tan característicos, sino que sólo carraspea.
Sea como fuere, los tics de un personaje famoso, siempre han sido objeto de burla. No porque merezcan serlo, sino porque la burla es uno más de los negocios que se mueven en torno a la comunicación de masas. El propio Monzó ha sufrido también en sus carnes las inevitables imitaciones. Por ello, saber que no tiene la menor intención de corregir nada es una manera de hacer callar a quienes no ven las cualidades de una persona, más allá de un movimiento involuntario de tipo facial.
¡Grande Monzó!
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