lunes, 14 de septiembre de 2009

En la muerte de Diego Jesús Jiménez

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El poeta, ensayista y pintor Diego Jesús Jiménez (Madrid, 1942) ha fallecido. Su primer libro de poemas, Grito con carne y lluvia, data 1961. Pero, pronto, en 1964 fue galardonado con el Premio Adonais por La ciudad, y en 1968 con el Nacional de Literatura por Coro de ánimas. Tras varios años de silencio poético, en 1990 se le concedió premio hispanoamericano de poesía Juan Ramón Jiménez, por Bajorrelieve, que él mismo había definido como una "meditación sobre el hombre, la vida y el mundo". Pero aunque yo lo conocía, sobre todo, como poeta, él decía que "la pintura es el lenguaje que prefiero", reconociendo que se sentía "más pintor que poeta", aunque no realizó su primera exposición hasta 1991, en la galería Kreisler, de Madrid. Después obtuvo, con Itinerario para náufragos, en 1996, nada menos que el Premio Internacional de Poesía Jaime Gil de Biedma, el Premio de la Crítica y el Premio Nacional de Poesía.
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Mantuve una relación curiosa con él, pues, lo vi siempre en el mismo lugar, en el Hotel La Franca (Asturias), situado en la playa del mismo nombre, durante los encuentros literarios de Verines, donde solía acudir acompañando a Társila Peñarrubia, su esposa, eficientísima funcionaria del Ministerio de Cultura, organizador de las citadas reuniones. Al conocer la noticia del fallecimiento de Diego, he pensado, sobre todo, en la estimada Társila. Cuando nosotros volvíamos de nuestros debates, Diego estaba siempre esperando, apoyado en la barra del bar del hotel, donde le gustaba conversar con los que íbamos llegando. Era un hombre afable, de conversación amena e inteligente, pero -sobre todo- era una gran poeta. Descanse en paz. En ese hotel de la playa de la Franca quedará un hueco en el recuerdo de muchos escritores y críticos que allí lo conocimos y tratamos, y recordaremos siempre y echaremos de menos su presencia discreta y su grata charla.
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"La música serena"
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La música serena,
más callada, se enciende con la tarde;
sobre la verde vena del agua, brilla y arde
junto al silencio de armonía plena.
Con ritmo lento huye
por transparentes luces alumbrada.
Oh, claridad que fluye
y en sombras agostada
contempla su pureza y se destruye.
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5 comentarios:

Martín dijo...

Ullán, Millares, Jiménez... Desgraciado año este en el que han desaparecido tantos buenos poetas que aun tenían tanto que decirnos.

Anónimo dijo...

Una gran persona, con una gran familia..

Un abrazo para Társila, Tarsila María, Diego y José Manuel

Anónimo dijo...

Sus poemas, sus palabras y conversaciones eran tan enriquecedores que alimentaban mi espíritu.
Descanse en paz.

Anónimo dijo...

LEn cada ausencia, siempre prevalece
la eternidad de la obra vivida
en cada instante irrepetible. y con
el tiempo, afloran todas las
hormiguitas que han recreado el
sendero. Mil gracias para poder
seguir leyéndote!
Lluís Serrano
20 sept. 2009

Rafael Talavera dijo...

Tiene este poeta algo cierto de abstraccion al tiempo que accionador desencadenante de nuestras evocaciones mas intimas, que nos incita a confundir activadas en nuestro ánimo sus palabras con nuestras sensaciones y sentimientos mas profundos.